Castilla y León: la comunidad donde pactan PP y PSOE, y Podemos alaba a Ciudadanos
La oposición aparca las críticas y apoya la prudencia de la Junta, que ralentizó las solicitudes de cambios de fase
Los 214 kilómetros que separan el Congreso de los Diputados de las Cortes de Castilla y León, en Valladolid, se han convertido en una distancia política sideral. La escena cotidiana de enfrentamientos en el Parlamento nacional contrasta con la sintonía que muestran el PP, que gobierna la comunidad castellano-leonesa con Ciudadanos, y el PSOE, al frente de la oposición. El presidente, Alfonso Fernández Mañueco, y el líder regional de los socialistas, Luis Tudanca, ...
Los 214 kilómetros que separan el Congreso de los Diputados de las Cortes de Castilla y León, en Valladolid, se han convertido en una distancia política sideral. La escena cotidiana de enfrentamientos en el Parlamento nacional contrasta con la sintonía que muestran el PP, que gobierna la comunidad castellano-leonesa con Ciudadanos, y el PSOE, al frente de la oposición. El presidente, Alfonso Fernández Mañueco, y el líder regional de los socialistas, Luis Tudanca, han suscrito un acuerdo para la reconstrucción abierto ahora a todos los partidos.
El virus ha causado más de 3.600 muertes y casi 25.000 contagios en la comunidad, la tercera, tras Madrid y Cataluña, con mayor incidencia en la pandemia. La Consejería de Sanidad, que dirige Verónica Casado, una médica con gran reputación profesional, ha sido también de las más cautelosas en sus solicitudes para avanzar en las fases de desescalada.
“Hemos tratado a la gente como adultos”, presume el también médico Francisco Igea, vicepresidente, portavoz de la Junta y líder regional de Ciudadanos. Por contraste, Igea afirma que en otras comunidades que prefiere no citar — “no quiero meter el dedo en el ojo, que luego me riñen”— sus gobernantes “tratan a la población como a imbéciles”. Igea prefiere no señalar ahora a nadie tras deslizar días atrás críticas a la Comunidad de Madrid, donde también gobierna su partido en coalición con el PP, por sus prisas para avanzar de fase. Pero no deja de criticar que haya “ciertas comunidades” que “no entienden el orden de las cosas”.
La relación entre vicepresidente y presidente, que se presumía conflictiva cuando hace un año formaron un “matrimonio de conveniencia”, se ha tornado en una “romántica pareja”, según Igea, porque les une la“complicidad de ser outsiders” en sus partidos. Los empresarios, dice, no les han presionado para avanzar más en el desconfinamiento. Cuando la patronal de Valladolid calificó a los ancianos de “colectivo no productivo” y les culpó de impedir una desescalada más rápida, recibió una reprimenda y pidió disculpas.
Mañueco, con un perfil más discreto que su socio, reitera que “la economía se activará desde la seguridad sanitaria” y la apuesta por “el diálogo y el pacto”. Y la consejera Verónica Casado, del sector de Ciudadanos, proclama que se ha sentido “arropada por todo el Gobierno”.
Igea no tiene reparos en repartir elogios entre rivales políticos, como el alcalde socialista de Burgos, Daniel de la Rosa, “que mandó a la gente a casa y salvó vidas” tras registrar un brote proveniente de La Rioja. Incluso se muestra comprensivo con que en medio de la crisis “haya quien pierda los nervios”, en referencia al regidor de Soria, el también socialista Carlos Martínez, quien sufrió en su ciudad un gran número de contagios y cargó contra la Junta. Idéntica actitud muestra al valorar el trabajo de lo oposición, que define como “leal, sin perder su papel, aunque alguna leche tiene que dar”.
El socialista Tudanca explica que su partido ha respaldado la “prudencia” de la Junta porque en la actuación de esta ha primado “el criterio sanitario”. Su principal reproche es que la crisis, según él, ha “puesto de manifiesto” que la región, la segunda más envejecida tras Asturias, tiene “una sanidad pública débil”. Tudanca mira a Madrid y señala: “No era difícil ser más prudente que [el presidente del PP, Pablo] Casado o [la presidenta de la Comunidad, Isabel] Díaz Ayuso”.
La comparecencia de Igea en las Cortes el 1 de mayo acarreó otra escena inhabitual: un político alabando a un rival. Pablo Fernández, de Podemos, elogió su “actitud” y “esfuerzo”, aunque le separe “un abismo ideológico” de alguien con quien se ha “zurrado bien”. Fernández agradeció la “transparencia” y que se antepusieran “las personas sobre los números”. El dirigente de Podemos cree que “la oposición debe ser leal y constructiva” y que por eso ha mediado con el Gobierno estatal mediante el vicepresidente Pablo Iglesias. Ya habrá tiempo para pedir responsabilidades, avisa. Su “leche” particular va para Mañueco, a quien acusa de apenas comunicarse con él, e insiste en que todas las formaciones participen en la reconstrucción.
Óscar Sánchez, profesor de Comunicación Política de la Universidad Pontificia de Salamanca, subraya que “en tiempos de polarización, en los que el zafio hooliganismo partidista parece coparlo todo, estas cosas sorprenden”. Según él, lo ocurrido será un aprendizaje para la ciudadanía y para los políticos. Patricia Zamora, politóloga de la Universidad de Valladolid, resalta también que el pacto entre PSOE y PP debe “servir de ejemplo para el resto de España” y señala como un elemento clave el hecho de que la crisis sea gestionada por “dos sanitarios” con el presidente en un segundo plano.
El socialista Tudanca acepta que su actitud pactista puede tener costes en su electorado crítico con su acercamiento a Ciudadanos, fuerza política que hace un año se desmarcó de su partido y viró hacia un pacto con el PP, “pero eso no es importante”, dice. Igea asegura incluso que perderá gustoso las elecciones si es a cambio de salvar vidas.
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