“Los grandes libros se apalabran, como sucedía con los pisos”

La historiadora, de familia de reputados arquitectos, dirige la editorial Phaidon

Terragni: “Es más difícil reescribir la historia que escribirla”.carlos rosillo

¿Se imaginan a una editorial española confiando su dirección a una persona que no domina nuestro idioma? Eso le sucedió a esta historiadora italiana, hermana, hija y sobrina nieta de reputados (reputadísimos en el caso de su tío abuelo, Giuseppe Terragni) arquitectos. Emilia trabajaba en una exposición sobre otro arquitecto, el mexicano Luis Barragán. En los archivos se topó con imágenes del fotógrafo suizo René Burri y quiso hacer un libro. Fue Burri quien recomendó contactar a la ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

¿Se imaginan a una editorial española confiando su dirección a una persona que no domina nuestro idioma? Eso le sucedió a esta historiadora italiana, hermana, hija y sobrina nieta de reputados (reputadísimos en el caso de su tío abuelo, Giuseppe Terragni) arquitectos. Emilia trabajaba en una exposición sobre otro arquitecto, el mexicano Luis Barragán. En los archivos se topó con imágenes del fotógrafo suizo René Burri y quiso hacer un libro. Fue Burri quien recomendó contactar a la editorial Phaidon. Y allí le ofrecieron el puesto. “Por entonces mi inglés era pobre”. Los viejos editores de la casa la miraron con recelo. Pero Emilia Terragni (Como, 1964) aprovechó la oportunidad de transformar una editorial del siglo XX en un buque insignia del XXI.

Corría el verano de 2001 cuando se trasladó a vivir a Londres. Y ahora, con la venta de la editorial Phaidon a una familia norteamericana, Emilia empezará 2014 viviendo en Nueva York. “Cuando telefoneo a mis padres no me preguntan cómo estoy, sino dónde estoy”, explica sorbiendo un capuchino sin desvirtuar la cenefa formada por el cacao sobre la espuma de leche.

Hemos quedado en la cafetería de La Casa Encendida porque el centro combina cultura, responsabilidad, diseño y frescura. Frescura es lo que ella cree haber infundido en una editorial que, hasta su aterrizaje, publicaba solo libros de arquitectura. En 2005, Terragni echó mano de sus raíces y desempolvó un clásico de la cocina italiana, La cuchara de plata, traduciéndolo al inglés. Lo hizo con un formato nuevo “y sin fotografías de comida en la portada”, explica. Hoy es su libro más vendido. A la traducción inglesa le siguieron otros 10 idiomas. Y una nueva colección que, el año que viene, publicará la Enciclopedia Ferran Adrià —siete tomos de los que ya ha vendido una edición—. “Ahora los grandes libros se apalabran, como sucedía con los pisos. Es la manera de meterse en grandes inversiones”, cuenta.

La cafetería de la Casa Encendida. Madrid

  • Capuchino: 2,50 euros.
  • Cortado con churros: 2,40.

Total: 4,90 euros.

The Silver Spoon abrió una vía de negocio, pero Terragni no se aparta de la arquitectura y el diseño. Su último gran libro, un Atlas de la arquitectura del siglo XX entra en algunos de los edificios más emblemáticos del siglo pasado y rastrea logros fuera del canon habitual. “Es más difícil reescribir la historia que escribirla”, explica mordiendo un churro. Sabe de qué habla. Durante décadas, su tío abuelo Giuseppe Terragni —el más brillante arquitecto de la modernidad italiana— fue un enigma. Tras trabajar para Mussolini, murió con 39 años, al regresar de las trincheras rusas, cuando cayó rodando por la escalera de casa de su prometida.

Muchos se empeñaron en leer un suicidio en ese accidente: un hombre tan moderno no podía ser fascista. Pero Emilia se encargó de aclararlo analizando su correspondencia: “Era fascista. Puede que la posibilidad de construir con 22 años lo cegara. Pero también le censuraron las cartas en las que idealizaba la Unión Soviética”, cuenta. “Las personas no caben en una categoría”. Ella tampoco. Pasa con soltura de las recetas de pesto —que explica en programas de televisión— al análisis histórico y a las cifras de negocio. Es un espíritu inquieto que, sin embargo, cree que solo la calidad (en contenido y en formato) salvará los libros. Muchos de los suyos se han convertido en símbolos. “Hay gente que los compra para decorar, pero ese es su problema. Si un día los abren, los miran y los leen, descubrirán otro mundo. Y quedarán fascinados”.

Archivado En