“Existe un relevo generacional en la moda española”

Cuando Juan Vidal Barragán (Elda, 1980) ganó el premio L’Oréal a la mejor colección de la última Mercedes-Benz Fashion Week Madrid se lo dedicó a su madre. Sin miedo a caer en el tópico más manido después de “esto no habría sido posible sin mi equipo” ni a los comentarios maliciosos. “Es una mujer que lleva al frente de la boutique familiar toda la vida y puede oler si una colección va a funcionar o no. Además, me ha enseñado a no perder jamás de vista al consumidor final, la verdadera razón de ser de mi trabajo”, explica con un zumo ...

Cuando Juan Vidal Barragán (Elda, 1980) ganó el premio L’Oréal a la mejor colección de la última Mercedes-Benz Fashion Week Madrid se lo dedicó a su madre. Sin miedo a caer en el tópico más manido después de “esto no habría sido posible sin mi equipo” ni a los comentarios maliciosos. “Es una mujer que lleva al frente de la boutique familiar toda la vida y puede oler si una colección va a funcionar o no. Además, me ha enseñado a no perder jamás de vista al consumidor final, la verdadera razón de ser de mi trabajo”, explica con un zumo de naranja en la mano.

Los consejos de Gracia Barragán han demostrado ser más que valiosos, impagables, en el sentido literal de la palabra. Porque Vidal ha ido encadenando un galardón tras otro a lo largo de sus siete años de carrera. El penúltimo, en mayo. El Vogue Who’s On Next, que concede la revista en colaboración con el grupo Inditex, es el de mayor cuantía que se otorga en España: 100.000 euros.

El diseñador ha invertido todo el dinero en habilitar un nuevo taller y en sufragar su participación en Tranoï, la feria textil más importante de Europa, que se celebra a finales de octubre en París. “Creo que existe un relevo en la moda española. Que hay un grupo de diseñadores jóvenes, entre los que me incluyo, que representamos una alternativa creativa sólida. Pero lo digo con la boca pequeña, porque nos encontramos en una posición muy débil en un entorno complejo. Que una sola tienda se retrase una temporada en un pago supone un mundo. Por eso lo prioritario para mí es conseguir una red de puntos de venta solventes”, argumenta.

Vidal bebe un trago de agua como si el recuerdo de la batalla empresarial que afronta le hubiese secado el gaznate. Reconoce que ha buscado sin suerte un inversor o un socio gestor que, “como un Pierre Bergé [compañero de Yves Saint Laurent]”, le ayude a definir un plan de negocio para su marca. Cuando estudiaba Bellas Artes nunca imaginó que tendría que hacer tantos números. “He sacrificado todo por esta aventura. Vivo desde hace tres años con mis padres. Me paso las noches encerrado en mi habitación con el ordenador como cuando tenía 16 años. Pero es mi pasión y un vestido bonito, al final, me hace feliz”. Perseverar y seguir los consejos de su madre le ha ayudado a conjurar el desaliento. En 2007, tras dos temporadas desfilando en Pasarela Barcelona, Vidal se encontraba en tierra de nadie: “Con una propuesta demasiado madura para las plataformas de jóvenes diseñadores, y demasiado inexperto para las de los consagrados”. Probó suerte en el Ego, el programa para creadores noveles de la antigua Cibeles, pero, irónicamente, no fue invitado a regresar.

Cuando ya estaba a punto de perder la esperanza, recibió una llamada de la Valencia Fashion Week. En dos años, ganó tres de los cuatro premios a la mejor colección que se concedieron en esta cita. Uno de sus principales patrocinadores, la empresa de cerámicas Perona, decidió apoyar al diseñador para que presentase su trabajo primero en Madrid, fuera de la pasarela oficial, y hace seis meses en Moscú, “en busca de la imprescindible internacionalización”. Esta insólita trayectoria generó muchas expectativas en el sector. “Afortunadamente”, su debut en la semana de la moda madrileña ha terminado confirmándolas todas.