Dejad de preguntarnos si soportamos bien el estrés en entrevistas de trabajo

O por qué publicar ofertas de empleo con requisitos como «saber trabajar bajo presión» supone una irresponsabilidad por parte de las empresas y menoscaba la salud mental de los trabajadores.

La actriz Cush Jumbo como la abogada Lucca Quinn en 'The Good Fight' (CBS).CBS

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En la era de la romantización del trabajo y la autoexplotación, rendir culto a vidas ocupadísimas y al no tener tiempo para nada presumiendo de ello se ha vuelto algo inquietantemente normal. A poco que se bucee en plataformas de búsquedas de empleo o se haga alguna que otra entrevista, la idea de que más vale una buena predisposición a este ritmo frenético también se hace palpable. «Aptitudes que se valorarán: saber trabajar bajo presión», rezan algunas de esas ofertas en las que, sin embargo, es imposible averiguar otra información determinante a la hora de elegir un trabajo, como el salario o los horarios. Si más adelante se ha conseguido pasar la criba, la constatación de esta aptitud no tardará en aparecer de nuevo: «¿Y lo del estrés y trabajar bajo presión cómo lo llevas?», repiten algunos técnicos de recursos humanos en entrevistas. Otras veces son los propios trabajadores los que, adelantándose a esta exigencia del mercado, pasan a resaltar ese «acostumbrada a trabajar bajo presión y a un gran volumen de trabajo» en sus perfiles.

«Vivimos en una sociedad en la que el multitasking, hacer mil cosas a la vez, está bien visto. Incluso si realizas todas tus tareas con éxito, no tienes cosas pendientes y te dedicas espacio a ti a nivel personal, parece que te sobrara el tiempo», apunta a S Moda Gema Campos Lara, consultora de recursos humanos y psicóloga. «Todo el mundo quiere ser supereficiente, productivo y hacer mil cosas».

Un escenario que convive a su vez con un despertar de la conciencia sobre esta cultura del esfuerzo. En 2019 el burnout o síndrome del trabajador quemado no solo ocupó parte importante de la conversación; la OMS lo reconocía entre los problemas de salud asociados al empleo. Frente a las cifras que señalan que un 96% de los españoles padecieron estrés entre 2017 y 2018 (el 42,1% de manera frecuente o continuada), según un estudio de Cinfasalud, el malestar y la denuncia toman la avanzadilla. Ese estrés mantenido en el tiempo (estrés agudo o distrés), además de manifestarse ocasionando «episodios de ansiedad, irritabilidad, dificultad de desconexión, pensamientos depresivos y un largo etcétera», según explica Hugo Filippe, psicólogo clínico y psicoterapeuta, «puede provocar una amplia gama de problemas médicos». Entre ellos, algunos de tipo «cardiovascular, inmunodepresivos, dermatológicos, digestivos, renales, musculares, cefaleas…». Conscientes de sus consecuencias, los millennials, en palabras de la consultora Gema Campos, son cada vez más «una generación anti estrés y el ‘yo quiero vivir, conciliar y no quiero tener esa sensación de presión continua» son consignas que van ganando terreno.

«Cuando ves una oferta en la que se pide que alguien trabaje bajo presión esa empresa lo que está haciendo es hablar de su realidad, de cómo están trabajando», dice Campos. ¿Es una actitud irresponsable por parte de las empresas promover esta naturalización del trabajo bajo presión? «Por supuesto», responde la consultora. Según la Ley de Prevención de Riesgos Laborales y como explica también a S Moda Elisa Sánchez, psicóloga y experta en salud en el trabajo, «las empresas deben cuidar y proteger la seguridad y la salud de las personas». En primer lugar, expone, «identificando aquellas situaciones que puedan generar estrés y poniendo en marcha medidas para evitarlas o para minimizarlas». Y hacerlo además «atendiendo a aspectos como los tiempos de trabajo, la flexibilidad horaria, los equipos y medios para trabajar, el teletrabajo, los valores de la organización o el estilo de liderazgo», apunta Sánchez.

«En principio soy reacia a las ofertas de trabajo que indican ‘se requiere sabe trabajar bajo presión’ porque cuando una persona se siente presionada, su rendimiento y su salud se deterioran«, dice Elisa Sánchez. «Es importante conocer e informar de los requisitos que exige un puesto, pero no se debe pone siempre el foco de la responsabilidad en las personas, en que tengan siempre que manejar adecuadamente todas las presiones laborales; un poco de activación mejora el rendimiento, pero un activación intensa mantenida en el tiempo solo conlleva problemas».

«Aquellas empresas que piensan que el estrés es normal y que para rendir más tienes que estar estresado y dejarte la vida en tu asiento de trabajo tienen mucho menos recorrido y probablemente sean mucho menos efectivas al perpetuar esta cultura tan arcaica sobre bienestar del empleado, productividad y felicidad en la empresa«, asegura la consultora de recursos humanos Campos Lara.

Una mentalidad cuyo cambio, como apunta la Sociedad para la Psicología Industrial y Organizacional en su estudio anual publicado a finales de febrero, está entre las cuestiones más importantes a abordar este 2020 por las empresas. «Los y las líderes empresariales están descubriendo que el agotamiento no solo es perjudicial para la salud de los empleados y las empleadas, sino que también es costoso y perjudicial para las organizaciones. Si estas desean retener a sus mejores empleados, necesitan pensar no solo en el bienestar de sus empleados y empleadas en el trabajo, sino también considerar cómo la vida laboral de los trabajadores y las trabajadoras puede afectar a su vida personal de manera positiva y negativa», recogen en la web del Consejo General de la Psicología de España.

«Durante el año pasado, gran parte de las formaciones y procesos de coaching que me han pedido han sido para mejorar respecto a esto: el estrés», confirma Gema Campos. «La empresa aquí tiene que trabajar en dos vías: una a nivel interno, sus propios procesos y recursos. Y otra a nivel de las personas que lo ocupan. Porque el estrés también viene dado por mal liderazgo, mala toma de decisiones, procedimientos inapropiados y anticuados, por un mal clima o una mala comunicación. Lo primero es averiguar qué está ocasionando este estrés y cómo combatirlo».

Un clima que dificulta la desconexión digital, la situación de incertidumbre que tantas veces empieza en las propias empresas por el tipo de contrato y las condiciones laborales, la propia gestión del cambio respecto a un nuevo trabajo o el entorno en el que vivimos, nos producen estrés. Factores que, no obstante, no se deben dar por hechos y contra los que corporaciones y empresarios deben comprometerse. Como plantea Gema Campos, «cuando se hace una entrevista de trabajo hay muchas formas de averiguar cómo se enfrentaría y asumiría esa persona determinadas situaciones, cómo se integraría en la organización. Igual que no debemos preguntar a los candidatos si tienen familia, hijos o cómo se van a organizar sobre factores de su vida personal, esto de preguntar ‘qué tal llevas lo del estrés’ tampoco se debería hacer».

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