Por qué los seguidores de Trump están quemando sus Nike
Nike anuncia a Colin Kaepernick como protagonista de la campaña por el 30 aniversario de ‘Just do it’ y los votantes más consevadores llaman al boicot de la firma deportiva.
Un par de zapatillas deportivas arden sobre un césped. «Lo siento, Nike. Te compré durante 20 años», se escucha decir fuera de cámara a Sean Clancy (@sclancy79 en Twitter) en un vídeo subido a su cuenta. «¿Vais a seguir adelante?», apunta mientras su calzado (y parte de la hierba que lo rodea) se quema. El usuario ha compartido el clip con el texto «Primero la NFL me obligó a decidir entre mi deporte favorito y mi país. Elegí mi país. Ahora Nike me hace elegir entre mis zapatillas favoritas y mi país. ¿Desde cuándo la bandera americana y el himno nacional son ofensivos?».
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Un par de zapatillas deportivas arden sobre un césped. «Lo siento, Nike. Te compré durante 20 años», se escucha decir fuera de cámara a Sean Clancy (@sclancy79 en Twitter) en un vídeo subido a su cuenta. «¿Vais a seguir adelante?», apunta mientras su calzado (y parte de la hierba que lo rodea) se quema. El usuario ha compartido el clip con el texto «Primero la NFL me obligó a decidir entre mi deporte favorito y mi país. Elegí mi país. Ahora Nike me hace elegir entre mis zapatillas favoritas y mi país. ¿Desde cuándo la bandera americana y el himno nacional son ofensivos?».
Este no ha sido el único usuario ofendido en redes con la firma deportiva. La oleada indignación entre los votantes de Trump y otros clientes conservadores que mezclan patriotismo con racismo se ha visto reflejada en hombres que o bien quemaban sus zapatillas –algunos con ellas puestas, por lo que han acabado en el hospital con quemaduras visibles– o bien destrozaban algunas de las prendas de la marca frente a la cámara bajo el hashtag #JustBurnIt o #BoycottNike. ¿El motivo? Consideran errónea la decisión de elegir a Colin Kaepernick como rostro del trigésimo aniversario del ‘Just Do It’. Una decisión política y enmarcada en el marketing progresista e igualitario de la firma deportiva, que choca radicalmente con la visión de Donald Trump y sus votantes: Kaepernick es un símbolo de la lucha antirracista y el presidente ha abierto una guerra contra él y sus seguidores en sus redes sociales.
Kaepernick aparece en el anuncio de Nike con un primer plano de su rostro y bajo el lema: “Cree en algo. Incluso si significa sacrificarlo todo”. La firma ha asegurado que su contrato de patrocinio con él también incluye una línea exclusiva de indumentaria deportiva y destinará fondos a la organización benéfica Conoce Tus Derechos que gestiona la fundación del exjugador. Kaepernick es el antiguo quarterback de los 49ers de San Francisco. El mismo que dejó de competir en la Liga de Futbol Americano (NFL) después de que empezase a hincar la rodilla en el césped para escuchar el himno nacional. Era una forma simbólica de rechazo a la bandera por la brutalidad policial contra la comunidad afroamericana y otras injusticias sociales.
Una imagen de respeto y disidencia que se propagó entre otros jugadores y abrió un debate nacional aplaudido en una portada del New Yorker, donde el quaterback aparecía ilustrado simbólicamente junto al reverendo Martin Luther King. El gesto de los jugadores afroamericanos ha sido duramente criticado por el presidente Donald Trump, que ha llegado tildar de «hijos de puta» a aquellos que hincan la rodilla en el césped. Según informaba El País, la decisión de elegir a Kaepernick, muy aplaudida en las redes sociales por el sector progresista, ha supuesto una caída en la apertura de Wall Street del 3% de la compañía.
La politización del consumo no es un fenómeno nuevo, pero sí ha adquirido cierto empuje por su viralización en las redes sociales. Aunque en España se han dado casos semejantes de llamadas a no consumir productos en los dos bandos del procés –episodios más anecdóticos que efectivos, ayer mismo se desmintió un bulo que llamaba a dejar de comprar Font Vella por un supuesto tapón amarillo en solidaridad con los presos políticos que resultó no serlo–; en Estados Unidos se han experimentado en los últimos meses boicots con consecuencias muy significativas en este ámbito.
Los vídeos de hombres destrozando violentamente sus máquinas de café y sus productos relacionados con la firma Keurig después de que ésta anunciase en Twitter que no pondría más publicidad en el programa de Sean Hannity en Fox News por haber defendido a Roy Moore –entonces candidato ultra republicano al senado acusado de varios episodios de abuso sexual– llegaron a asustar a los directivos de la compañía. En The Washington Post se filtró un memorando interno de la marca de cafeteras, donde lamentaba, a posteriori, haber publicado en Twitter su decisión de no apoyar a programas que defendían a depredadores sexuales porque derivó en «una situación inaceptable». Algo parecido se dio con la cadena de pizzerías Papa Johns, también relacionado con la protesta antirracista de la NFL. Los errores de comunicación de su fundador, John Schnatter, provocaron su renuncia hace unos meses del cargo de consejero delegado. Schnatter culpó a la liga de fútbol de haber provocado una bajada de sus ventas por retransmitir los momentos en los que los jugadores hincaban la rodilla. Su firma se anunciaba durante los partidos y el CEO consideró que permitir las protestas en antena había sido un error. Una web neonazi (el Daily Stormer) se posicionó con él y en cuestión de 48 horas la compañía tuvo que emitir un comunicado asegurando que no eran racistas y con la renuncia de su CEO para solucionar el aprieto y el nuevo branding de ser «la pizzería favorita de la alt-right».
«Hay algo grotesco, desmoralizador y totalmente apropiado en la era Trump, que consiste en ver a los americanos llevar sus duelos políticos a los productos de consumo cotidianos que pululan por nuestras vidas», escribió sobre estos actos de boicot Ian Crouch en The New Yorker: «se trata de ver cómo las cápsulas de café o la pizza para llevar se convierten en emblemas con los que nos debemos definir a nosotros mismos, son las colinas por las que batallamos a muerte por nuestros ideales imaginarios», profetizaba. Por aquel entonces, Crouch no sabía que el siguiente episodio apuntaría a las zapatillas de deporte. Aquí ni se salvan los objetos que sirven para salir a correr y olvidarse, por unos momentos, de esos «ideales imaginarios» que asfixian nuestro día a día.