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30 años de ‘Las edades de Lulú’ y otras novelas eróticas escritas por mujeres

30 años después, repasamos la historia de Lulú (y sus orgías en el Madrid de la premovida) y otras novelas eróticas subidas de tono.

1. Las edades de Lulú, de Almudena Grandes (1989) Por aquel entonces, Almudena Grandes tenía solo 28 años y ninguna novela en las librerías. “Es la primera novela que termino, la primera que presento a un premio y, por supuesto, la primera con la que gano algo”, decía a la prensa. La sonrisa vertical era un galardón de prestigio en una industria editorial que empezaba a descubrir que el sexo escrito daba dinero. Una muchacha que se casa con un catedrático de literatura y, aburrida y abandonada, acaba en un abismo de sexo por los lugares menos recomendables del Madrid canalla. Tuvo adaptación a cargo de Bigas Luna con Óscar Ladoire, amigo personal de Almudena, interpretando a su particular cicerone sexual y Javier Bardem en el papel de un villano de lo más depravado.
2. La vida sexual de Catherine M., de Catherine Millet (2001) En medio de la fiebre por la autoficción, la directora de la prestigiosa revista Art Press contó con pelos y señales la historia de su intensa vida sexual. Fue un escandalo mayúsculo en Francia, donde la mujer era conocida por su discreción. Cuenta Millet que solo recuerda a 49 de sus centenares de amantes, y que le gustaba el sexo en portales, parques o con desconocidos en aparcamientos de camiones. Como dirían en Cuatro bodas y un funeral: Catherine tuvo más sexo que Lady Di pero menos que Madonna (creemos).
3. Los cien golpes, de Melissa Panarello (2003) Millennial antes de que se creara el término millennial, Panarello escandalizó a media Europa con el relato de sus relaciones sexuales adolescentes. Aquí el problema estaba en que Melissa, cuando publicó la novela, era todavía menor de edad, así que había que proteger su identidad. El ahora muy de moda Luca Guadagnino llevó la novela a la gran pantalla con María Valverde como protagonista. La peli pasó sin pena ni gloria. Tal vez porque el mundo no estaba preparado para los melocotones de Call Me By Your Name. Tal vez porque el despertar sexual femenino esté más trillado que el masculino.
4. Diario de una ninfómana, de Valérie Tasso (2003) Otra entrega biográfica, en este caso de la francesa afincada en Barcelona Valérie Tasso. La autora narraba con crudeza su afición al sexo, motivo que la llevó a convertirse en scort profesional. Tras la novela, Tasso se convirtió en una presencia recurrente en la televisión española. También hubo adaptación fílmica a cargo de Christian Molina, aunque en esta ocasión, dio más que hablar la censura de su cartel que el contenido en sí. Tampoco era para tanto: una mano se adentraba en una braguitas de encaje. Si nos hubieran dicho que era un anuncio de lencería, nos lo habríamos creído.Martin A. La Regina (http://www.winargentina.com/)
5. Zonas húmedas, de Charlotte Roche (2008) Tal vez la novela más escatológicamente sexual jamás escrita. La protagonista es una insumisa de la higiene: le gusta oler, y hacerlo en sitios que huelan, cuanto peor, mejor. Eso incluye prostíbulos, pero también lavabos que provocarían arcadas a las ratas de cloaca. Al final, eso sí, acaba por tener una relación de lo más peculiar con un sanitario de lo más aséptico.D.R.
6. El azul es un color cálido, de Julie Maroh (2010) Aunque las novelas gráficas suelen ser, en muchas ocasiones, más transgresoras que la literatura convencional, rara vez adquieren la popularidad de la obra de Maroh, que se benefició muy mucho de la adaptación de Abdellatif Kechiche de 2013. Se trata de una clásica historia de iniciación con la particularidad de que las protagonistas tienen una relación lésbica. Nos consta que a la autora no le gustó demasiado una adaptación decididamente más orientada hacia el público masculino que al femenino.
7. Permafrost, de Eva Baltasar (2018) Sin duda, una de las novelas que más ha dado que hablar en los últimos tiempos. Publicada originalmente en catalán con el título de Permagel, abunda en el mito de Eros y Tánatos: las pulsiones suicidas de la protagonista solo encuentran parangón en su entrega a los placeres carnales (sección homosexual).
8. Alguien que no soy yo, de Elísabet Benavent (2015) Un buen ejemplo de la mutación que ha sufrido la literatura romántica con la llegada de una nueva generación de narradoras. En las novelas de la muy exitosa y joven Benavent, las relaciones son abiertas y el poliamor está a la orden del día. Bueno, decimos poliamor por convención, porque en el fondo, los personajes que se entregan a sus pulsiones sexuales lo que buscan es no enamorarse… pero ya se sabe que eso es difícil de conseguir.
9. 50 sombras de Grey, de E.L. James (2011) ¿Qué decir de una serie que es ya historia cultural de nuestro tiempo? Nacida a raíz de una página fanfic de Crepúsculo, tiene tantas lectoras como detractoras. Para sus enemigas carece de imaginación y representa una posición de sumisión de la mujer con respecto al hombre; para sus fans, es una historia de liberación e introducción en un mundo sadomasoquista de lo más excitante. Para la editorial y los vendedores de esposas y vendas de juguete, una 'bicoca'. Hay que reivindicarla, que nos ha dado una gran 'chirigota' literaria.
10. Forastera, de Diana Gabaldón (1991) Aquí se mezclan dos sueños (¿irrealizables?): el buen sexo y los viajes en el tiempo. Gabaldón, bien ayudada por la serie de televisión Outlander que adapta su saga, ha puesto de moda que encontráramos sexys a los hombres pelirrojos con faldita escocesa. Jamie es el hombre con el que sueñan todas sus fans.