La hora de los ‘gastrocesionarios’

Los concesionarios de coches incorporan restaurantes para ofrecer una completa experiencia de marca.

Espaguetis a la Fiat, hamburguesa con foie gras a la Renault o lenguado a la Mercedes Benz. No son platos imaginativos creados por los incondicionales de las casas de automóviles sino parte del menú de los propios restaurantes de esos gigantes de la automoción. Porque los tiempos cambian y con ellos el modo de comportarse de los compradores de coches frente a las marcas. Se compra un coche por sus cualidades – obviamente – pero también por la imagen que proyecta y la que el comprador pretende proyectar de sí mismo al plantarse al volante de tal o cual coche....

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Espaguetis a la Fiat, hamburguesa con foie gras a la Renault o lenguado a la Mercedes Benz. No son platos imaginativos creados por los incondicionales de las casas de automóviles sino parte del menú de los propios restaurantes de esos gigantes de la automoción. Porque los tiempos cambian y con ellos el modo de comportarse de los compradores de coches frente a las marcas. Se compra un coche por sus cualidades – obviamente – pero también por la imagen que proyecta y la que el comprador pretende proyectar de sí mismo al plantarse al volante de tal o cual coche. Hay coches serios, otros evocan fiabilidad, otros elegancia, otros se perfilan como jóvenes, dinámicos y divertidos. Y los hay que simplemente importan el estilo de vida de su país de origen. En resumen: cada coche implica una experiencia. Y para apuntalar esas experiencias desde hace unos años funcionan los concesionarios con restaurante. Por así llamarlos, los 'gastrocesionarios'.

Adiós al concesionario donde solo había coches y vendedores dispuestos a cerrar ventas como churros. Los 'gastrocesionarios' son escaparates donde cualquiera – pretenda o no comprar – puede conocer los últimos modelos de cada marca en un ambiente más distendido, tocar sin miedo, sin el agobio de que irrumpa un tenaz vendedor mientras acariciamos la suave tapicería de ese modelo que tanto nos gusta y que se nos va de presupuesto. Pero también son espacios para exposiciones de arte, realización de eventos y, por supuesto, para comer.

Porque los grandes gurús del branding, ya se sabe, aquello dar cuerpo a cómo vemos una determinada marca, son conscientes de que quien hoy no compra pero queda seducido mañana será un potencial comprador. También reconocen que la compra de un coche suele ser un acto familiar y que la mejor manera de engatusar sin prisas a un cliente es dándole la oportunidad de invitar a comer a cónyuges, niños o amigos con los que analizar pros y contras de la compra. Pero, y aquí viene el gran hallazgo de los 'gastrocesionarios', en un restaurante donde abundan los logotipos de la marca. El cebo ya está echado. Solo falta que piquen.

Mercedes-Benz destila elegancia y fiabilidad, aunque también no poca masculinidad en la Mercedes House de Bruselas (Bodenbroek, 22-24. Grand Sablon). Una vez se cruza un gran salón donde se exhiben algún modelo de última generación y diversos artículos con el logotipo de la marca se accede a su Brasserie. Contrariamente a lo que pudiera imaginarse teniendo en cuenta los precios de los modelos de la marca alemana la carta de su Brasserie no es esencialmente más cara que en otro restaurante similar: Steak Tartare por 16 €, Carpaccio con aceite de trufa por 13,50 € o un Lenguado "Belle Meunière" por 24 €. Las palabras Lifestyle, Premium y Mercedes House con la tipografía de la casa forman parte de la exigua decoración de las paredes. Al terminar de comer tal vez apetezca asistir a un concierto gratuito de jazz dentro de la propia Mercedes House, eso sí, junto a algún prototipo de última generación de la casa. “Esto es un lugar donde los visitantes puedes descubrir la experiencia del mundo Mercedes-Benz de un modo agradable y sorprendente”, aseguran sus creadores que matizan que, “por supuesto, el principal foco de atención son los coches pero no exclusivamente”. Misión cumplida. En Basilea el Mercedes Spot Caffè – Bar (Schneidergasse, 28) es un café de diseño, con prensa del día a disposición de los clientes, donde también se puede almorzar un sándwich ligero. Solo al fondo del local un coche recuerda que esto es un 'gastrocesionario'. Tanto en Bruselas como en Basilea predominan los tonos negro, el bronce y el blanco. Elegancia casi minimalista que busca un cliente seguro de sí mismo, discreto y que apuesta por los clásicos.

El chef Vittorio Beltramelli recrea lo más exquisito de la cocina italiana en el Ristorante e Enoteca NoLita, en La Terrazza Fiat del espacio Motorvillage.

Fiat

En el polo opuesto, la francesa Renault abre sus brazos a un público joven, rompedor, amante del diseño de vanguardia, de la fiesta y dispuesto a conducir un coche más asequible pero con el que verá amanecer más de una vez. Para ellos es L’Atelier Renault Paris en el 53 de los Campos Elíseos con su enorme fachada acristalada que deja ver una amplia exposición de coches de la marca y mucho más. “No es solo un exhibidor para la marca”, explican desde Renault”, “sino un lugar amigable con un restaurante para una clientela joven y de vanguardia”. Desde luego no apto para tímidos: aquí uno viene a ver y dejarse ver. O de fiesta, que, sin ir más lejos, aquí celebró su cumpleaños por todo lo alto Cathy Guetta, la mujer del ubicuo dj del momento, David Guetta. El restaurante, con mesas frente al enorme escaparate de la gran avenida parisina, ofrece ensaladas (entre 17 y 24 €), hamburguesas (entre 19 y 26 €) y hasta un brunch los domingos (24 €, ó 29 € con champán). Aquí todo es de vanguardia, desenfadado y, cómo no, imperan el amarillos y el blanco que identifican a la casa Renault. Por haber hay hasta una coctelería con cócteles con y sin alcohol.
 

Restaurante Nubolari, en el enorme Audi Forum en la ciudad alemana de Neckarsulm.

Audi

No hace falta conducir un Fiat, ni siquiera tener carnet de conducir para saborear un cappuccino (5 €) o una pizza (entre 12 y 15 €) con un estilo digno del propio Lapo Elkann en La Terrazza Fiat del espacio Motorvillage (Rond-Point des Champs Elysées, 2) de la marca de los Agnelli, concebido como toda una embajada del estilo italiano contemporáneo. “Motorvillage permite a los visitantes de todo el mundo vivir la ‘Experiencia de la Nueva Italia’, inequívocamente moderna y universal, desde el corazón de París”, señalan sus ideólogos. Un escenario de vanguardia creado por el arquitecto Jean Michel Wilmotte con un enorme cilindro acristalado como columna vertebral de un edificio de cinco plantas (dos de ellas subterráneas) donde se muestran todas las marcas de la casa: Fiat, Lancia, Alfa Romeo, Abarth, Maserati y Jeep. Y como no es lo mismo conducir un 500 que un Maserati en la planta superior el chef Vittorio Beltramelli recrea lo más exquisito de la cocina italiana en el Ristorante e Enoteca NoLita, un espacio de menú más sobrio que su vecina Terrazza listo para acoger a comensales de distinto paladar, con más tiempo y, muy probablemente, con distinto bolsillo. Tal vez un Entrecôte a la Florentina con trufas negras de Norcia (35 €), un risotto (de 22 a 24 €) o un clásico Vitello Tonato (20 €). Curiosamente el toque de moda tiene sabor parisino, cortesía a la ciudad que lo acoge: los uniformes del personal los ha diseñado Andrew GN. 

Audi tampoco ha dejado pasar la oportunidad de integrar un restaurante en su enorme Audi Forum en la ciudad alemana de Neckarsulm. Unas 150 personas de media salen cada día de este megaconcesionario al volante de algún modelo de la casa. Muchos más se dejan caer por las instalaciones a curiosear entre los nuevos coches. Clientes más que suficientes para abrir las puertas del restaurante Nuvolari, “con una cocina y un servicio imbuido de las altas aspiraciones que alumbran la filosofía Audi para crear una perfecta experiencia”.

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