Aprendí que si quería hablar del abuso sexual no tenía que hablar de sexo. Tenía que hablar del miedo

Cómo contar lo invisible. ‘QUERER*’, o cuando una serie se enfrenta a ese reto

ILUSTRACIÓN: NATÀLIA PÀMIES LLUÍS

Una de las primeras decisiones que tomé cuando comenzamos a escribir la serie, siendo consciente de que la iba a dirigir, fue que no quería mostrar ninguna agresión sexual. La ficción cinematográfica apenas ha explorado la violencia sexual dentro del matrimonio, pero sí ha retratado la violencia sexual contra las mujeres. Y ese retrato, salvo algunas excepciones, ha sido a menudo plasmado de ...

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Una de las primeras decisiones que tomé cuando comenzamos a escribir la serie, siendo consciente de que la iba a dirigir, fue que no quería mostrar ninguna agresión sexual. La ficción cinematográfica apenas ha explorado la violencia sexual dentro del matrimonio, pero sí ha retratado la violencia sexual contra las mujeres. Y ese retrato, salvo algunas excepciones, ha sido a menudo plasmado de forma impactante, dolorosa y explícita. Un retrato donde la víctima suele tornarse en objeto de contemplación. Cuanto más pensaba en transitar esas escenas de agresión, más rechazo sentía.

Como cineasta, siempre intento analizar mis primeras sensaciones, así que me puse a dialogar con ese rechazo. ¿Por qué no quería entrar en ese dormitorio? Por un lado, tenía la sensación de que muchas veces el dolor de esas mujeres se había utilizado meramente para hacer espectáculo. Como si lo realmente impactante y dañino solo pudiera estar en el momento de la agresión sexual. Entonces, pensé que si encontraba la manera de contarlo desde otro sitio, quizás diera con algo… Así que entré mentalmente en el dormitorio de la pareja protagonista.

Pasé varios días pensando en cómo rodaría esa escena de violación, si finalmente decidía hacerlo. Y de esa manera entendí porque no quería mostrar ese momento en la historia de QUERER*. Si rodaba la violación, siguiendo las inercias del morbo o del cliché, perpetuaba las dinámicas de poder tan habituales en el cine. Si me alejaba de los clichés y me acercaba a la realidad, lo más probable es que hubiera terminado rodando una escena donde una mujer disociada, ausente o paralizada por el miedo, deseaba que aquello terminara cuanto antes. Sentía que esa imagen de un dolor más real, necesitaba de un previo y de un contexto para entenderse en toda su dimensión.

Necesitaba entender cómo se llega a ese escenario en una relación de 30 años. ¿Cómo pasan dos personas de sentirse enamoradas, de vivir un noviazgo tradicional con relaciones consentidas, a un mundo donde ella vive sometida y violentada sexualmente? Aprendí que si quería hablar del abuso sexual no tenía que hablar de sexo. Tenía que hablar del miedo. Porque el miedo era la respuesta a la pregunta que más resonaba cada vez que contábamos la historia: ¿por qué ella no denunció antes? ¿Cómo explicar que una mujer puede tardar 20 años en denunciar? Ya no solo quería hablar del miedo, quería hablar del miedo como poder. Un poder que nos toca, nos paraliza, nos somete. ¿Cómo se juzga algo así hoy en día? ¿Cómo se juzga en una sala judicial? ¿Y en casa? ¿Lo juzgaríamos igual si fuera nuestra madre la que denuncia a nuestro padre? El miedo es un poder tangible, pero invisible. Y de esa invisibilidad, surgía lo más difuso, gris y complejo… ¿Cómo se juzga lo que no vemos?

*Alauda Ruiz de Azúa, directora y guionista nacida en Barakaldo (Bizkaia), dirige la miniserie ‘QUERER*’, que puede verse en Movistar+. En 2022 ganó el Goya a mejor dirección novel por ‘Cinco lobitos’.

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