Humillada y ridiculizada por Hollywood: Renée Zellweger vuelve en busca de Oscar
Ha renacido una estrella. La intérprete ganadora de una estatuilla vuelve a erigirse como una de las favoritas para protagonizar la temporada de premios gracias a ‘Judy’, el biopic sobre los últimos meses de vida de Judy Garland.
A falta de casi medio año para desenrollar la alfombra roja del Dolby Theatre, debería ir despejando en su agenda la tarde del próximo 9 de febrero. Así lo afirman medios como The Hollywood Reporter, Variety o Indiewire, que tras asistir al primer pase de prensa de Judy en el festival de cine de Telluride anticipan en sus titulares un futuro dorado para su protagonista. Los hay, como Golden Derby, que se atreven a tirar de juegos de palabras para asegurar que en la próxima temporada de premios seremos testigos de un ‘Renéecimiento’....
A falta de casi medio año para desenrollar la alfombra roja del Dolby Theatre, debería ir despejando en su agenda la tarde del próximo 9 de febrero. Así lo afirman medios como The Hollywood Reporter, Variety o Indiewire, que tras asistir al primer pase de prensa de Judy en el festival de cine de Telluride anticipan en sus titulares un futuro dorado para su protagonista. Los hay, como Golden Derby, que se atreven a tirar de juegos de palabras para asegurar que en la próxima temporada de premios seremos testigos de un ‘Renéecimiento’. Tras una década apartada de la industria cinematográfica y convertida en la diana de las críticas de los medios sensacionalistas por sus cambios físicos, la ganadora del Oscar Renée Zellweger renace de sus cenizas para dar vida a la actriz Judy Garland en un esperado biopic y reivindicar así su posición como una de las intérpretes fundamentales de su generación. La que ríe la última, ríe mejor.
“No estaba sana. No cuidaba de mí misma. Yo era lo último en mi lista de prioridades”, confiesa ahora la intérprete en una entrevista con New York Magazine, justificando sus seis años de retiro de la meca del cine. Dijo adiós en 2010, inmersa en una depresión y sobrepasada ante la dedicación total en su día a día a su imagen pública. “Necesitaba no tener algo que hacer todo el tiempo, no saber qué es lo que me tocaría hacer durante los próximos dos años”, añadió. Lo cierto es que esta tejana, hija de una enfermera noruega y un ingeniero suizo, conocía los siguientes pasos de su carrera desde hacía ya dos décadas, cuando se convirtió en una de las apariciones fulminantes del Hollywood de finales de siglo con papeles en filmes de culto como Bocados de realidad o Empire Records. Pronto llegaría su salto a la fama internacional con el melodrama deportivo Jerry Maguire que, ante una apasionada declaración de amor por parte del personaje de Tom Cruise, le hizo pronunciar la que ya es una de las frases inolvidables de la historia del cine: “Cállate… ya me tenías con el hola’.
El éxito internacional de la adaptación de El diario de Bridget Jones confirmó su estatus como nueva novia de América, tomando el relevo de Julia Roberts o Meg Ryan. A su favor, un aura de estrella ‘cercana’ que permitía que el público se identificase con ella, eso que al otro lado del charco califican de Everywoman. Su relación sentimental con el que por entonces era el actor mejor pagado sobre la tierra, Jim Carrey, añadió focos a su vida personal y no tardó en copar las portadas de las revistas de moda y ser calificada por la revista People como una de las mujeres más bellas de Hollywood. La crítica y los académicos no rehuyeron a sus encantos y consiguió convertirse, junto a leyendas como Meryl Streep o Jack Nicholson, en una de las pocas intérpretes que consiguieron tres nominaciones al Oscar en años consecutivos por El diario de Bridget Jones, Chicago y Cold Mountain, que terminó valiéndole una estatuilla. Las tres, producidas por Harvey Weinstein.
Cuando en octubre de 2017 medios como The New York Times y The New Yorker publicaron las decenas de acusaciones contra el poderoso productor por acoso, abuso sexual o violación, los nombres de las actrices habituales en sus proyectos pasaron a estar entredicho en la opinión pública. Ya fuera por haber sido cómplices de la omertá que reinaba en Hollywood o por haberse beneficiado en su carrera a cambio de favores sexuales. El nombre de Zellweger, que acababa de estrenar la tercera entrega de la saga Bridget Jones en su vuelta a la primera línea, también salió a la palestra. La actriz Melissa Sagemiller, una de las demandantes de Weinstein, aseguró que en el año 2000 el productor le había confirmado que tanto ella como Charlize Theron accedieron a mantener relaciones sexuales con él a cambio de papeles importantes en sus filmes. La tejana emitió un comunicado negando por completo cualquier acercamiento. Casi dos años después de aquello, se reafirma en que jamás se sintió una víctima.
Mucho más despiadado fue el escrutinio público a la que se vio sometida la actriz en 2014 cuando, en pleno retiro de Hollywood, decidió reaparecer ante los focos en una entrega de premios. Internet enloqueció ante el cambio en el rostro de Zellweger y en las webs de medio mundo se agolparon las declaraciones de cirujanos plásticos que elucubraban sobre las posibles intervenciones quirúrgicas a las que se habría sometido. En el transfondo de la polémica, la histórica visión machista sobre el físico esperado para una estrella de cine y la decepción de aquellos que confinaron a la intérprete al rol de vecina de al lado, de curvas prominentes y mejillas sonrosadas. “No es un secreto que el valor de una mujer ha sido medido históricamente por su apariencia. Aunque hemos evolucionado para asumir la participación femenina en el éxito de la sociedad y damos por sentado que las mujeres somos importantes en ámbitos de alto nivel, el doble rasero que se utiliza para subestimar nuestras contribuciones continúa y es perpetuado por las conversaciones negativas diarias en forma de entretenimiento mordaz”, escribió ella misma en una carta en The Huffington Post. Teniendo en cuenta su aspecto actual, ni más ni menos que el esperado de Renée Zellweger a sus 50 años, el cambio radical no era más que el producto de la combinación entre la iluminación y la posición de la cámara aquella noche.
Si el pasado año la gran protagonista de la temporada de premios fue Lady Gaga y Ha nacido una estrella, en este curso los focos recaerán sobre Renée Zellweger, la estrella renacida. Teniendo en cuenta su –cuanto menos tumultuosa– última década, no parece casualidad que la intérprete haya escogido el rol de la icónica Judy Garland para su vuelta a las grandes ligas tras el estreno esta primavera de la serie de Netflix Dilema. En Judy, Zellweger se pone en la piel de la actriz y cantante en su últimos meses de vida en Londres, en los que ofreció cinco semanas de conciertos con todo vendido. Acuciada por el insomnio y el alcoholismo, y enfrascada en la lucha por la custodia de sus hijos, la intérprete de Over The Rainbow terminó falleciendo de un paro cardíaco tras sufrir una sobredosis por los barbitúricos que ingería para dormir. Como asegura Guy Lodge en Variety, el casting de Zellweger como Garland tiene toda la –agridulce– lógica. “La que una vez fuera la novia de América y renunciara a dicho título, interpreta a Garland con el cariño y el sentimiento de quién ha ido más allá del arcoíris y ha vuelto”. El patio de butacas ya se prepara para redimir a la que jamás debió de dejar de ser una estrella incontestable. A nosotros, ya nos tenía con el hola.