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Mariela Garriga: “Trabajar como modelo fue la experiencia más dura de mi vida”

Tom Cruise cambió el rumbo de su carrera, pero Mariela Garriga siempre tuvo claro dónde quería llegar. Ahora, esta actriz cubana conquista la industria española sin tiempo para pasar por casa ni ganas de frenar. “Siempre quiero más”, afirma

Ni las alfombras rojas caminadas, ni las portadas de revistas conquistadas, ni los miles de seguidores en redes sociales, ni ser imagen de una gran firma como Fendi. Si existe una medida real del éxito internacional para una actriz, quizá sea esta: los días que ha dormido en su propia cama en el último año. En el caso de Mariela Garriga (La Habana, 36 años), el triunfo parece incontestable. “Solo pude estar en mi casa de Los Ángeles unos 15 días, una semana en junio y otra en agosto. No paro de trabajar y voy de ciudad en ciudad… Hay veces que me despierto y me asusto porque no sé dónde estoy”, cuenta. Así de frenética es la agenda de esta intérprete cubana que, en apenas un par de años, ha visto cómo su éxito en la industria italiana se veía replicado tanto en las colinas de Hollywood como en los rodajes de España, con la serie Cuando nadie nos ve (HBO Max), junto a Maribel Verdú, como ejemplo más reciente. “Y esto va a seguir porque siempre quiero más, soy una apasionada de mi trabajo. Eso sí, no recuerdo lo que hice la semana pasada”, precisa.

El antes y el después en su carrera tuvo un nombre propio: Tom Cruise. El actor la eligió personalmente para interpretar a un personaje clave del pasado del agente Ethan Hunt en las dos últimas entregas de la franquicia Misión: Imposible. “Somos superamigos y queremos volver a trabajar juntos. Tom es magnético, carismático y muy buena persona, pero está donde está por su disciplina. Su persistencia es de fuera de este mundo. Cuando lo conoces entiendes que da igual lo aplicada que seas, no le vas a llegar ni a los tobillos”, afirma Garriga, que lo considera su “mentor”. Recuerda su primer encuentro con él como una escena casi onírica: “No había dormido en 48 horas. Al conocerlo, me daba igual quién fuera. Cuando nos saludamos, solo pensaba: ‘¿Qué puedo hacer para no dormirme aquí mismo?’. Al paso de los días empecé a digerir que estaba trabajando con él”.

A pesar del ritmo frenético, de los aviones y las ciudades superpuestas, Garriga no transmite agitación. Habla con la serenidad de quien sabe que está donde quería estar, aunque el camino haya sido largo. “Con un par de horas de sueño aguanto todo el día”, asegura. Al definirse, elige tres adjetivos casi idénticos: “Tímida, introvertida y reservada”. “Cuando hago un personaje no soy yo, no estoy en mi cabeza, pero los photocalls me dan mucha vergüenza. Siento que me estoy muriendo por dentro, estoy insegura y tiemblo porque la situación me supera”.

Además de intérprete, también es guionista y productora, con varios documentales ya a sus espaldas que corroboran que su vocación es clara: contar historias que valgan la pena, delante o detrás de la cámara. Garriga nació en La Habana y creció en una burbuja de protección maternal. “Mi madre me cuidaba como a una princesa. No me dejaba ni pasar a la cocina porque ella había tenido que hacerlo desde muy pequeña”. La infancia, sin embargo, se truncó a los 12 años, cuando su madre enfermó gravemente y ella tuvo que ponerse a trabajar para sostener el hogar. Empezó como modelo y luego como bailarina profesional. “Fue duro, pero no me victimicé. Estaba triste por mi madre, pero feliz de poder ayudar. Crecí de golpe”. Ese pasado, dice, todavía la marca. “No voy de compras, no está en mi esencia. Si me hace falta algún básico lo compro, pero no soy de las que salen a ver qué hay. Me abruma porque de pequeña no podía elegir, había lo que había”.

A los 19 años se mudó a Milán para continuar su carrera como maniquí. “Fue la experiencia más dura de mi vida. Me sentía sola, no conocía el idioma, no podía ver a mi familia. Me explotaron un poco, se aprovecharon de que era joven. La agencia era un desastre y tuvieron que cerrar porque los acusaron de malas prácticas”, evoca. Pero también de esa época rescata algo esencial: a su pareja, el empresario digital Stefano Mongardi. “Cuando vuelvo y le veo con nuestra perrita, me siento como en mi hogar”. Ese hogar ha estado, en los últimos años, en Madrid. Tras un primer papel en Bosé, su personaje como agente del Ejército estadounidense en el thriller Cuando nadie nos ve, dirigido por Enrique Urbizu, supuso su inmersión real en la industria española. Hoy se considera una madrileña más del barrio de Chamberí. “Ese trozo de ciudad me encanta porque parece un pueblecito. Tienes al que te vende el pescado fresco, la cocinera gallega que hace empanadas al momento… Yo quiero ser de aquí”, dice riendo.

Su próximo gran proyecto es Zeta, un thriller de acción en el que interpreta a una agente de inteligencia colombiana, junto a Mario Casas y Luis Zahera. “Fue un regalo trabajar con ellos. Son muy profesionales, pero también muy divertidos. Cuando no rodábamos, íbamos de turistas todo el día”. Aunque este año también estrena Maleficio (La regla de Osha), Garriga insiste en que quiere más. No ha olvidado sus inicios en Italia, cuando solo la llamaban para papeles de “latina bonita y sonriente”, ni las audiciones fallidas en Hollywood. “Como trabajé desde tan pequeña, estoy acostumbrada al rechazo. No me lo tomo personal”. Hoy, después de tantas puertas cerradas, se siente lista para gestionar el éxito: “Planificar el futuro me ha dado una visión de saber dónde quiero llegar y cómo quiero llegar. Si no lo consigo, no pasa nada, pero me tranquiliza saber lo que quiero”. 

Equipo

Estilismo Juan Cebrián
Maquillaje y peluquería Paola García  (The Crew Art) para Chanel Beauty
Producción Cristina Serrano
Asistente de fotografía Pedro Urech
Asistente de estilismo Carmen Cruz

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