Si puedes hacer el trabajo en cinco horas, ¿por qué estar ocho?
Baja natalidad, falta de sueño: la culpa la tiene el horario.
La vuelta a la oficina tras las vacaciones significa, en muchos casos, el retorno a jornadas interminables. La paradoja es que unos se quejan porque no tienen trabajo y otros –cada vez menos, ciertamente– de trabajar demasiadas horas. Los horarios mal ajustados tienen un fuerte impacto no sólo en nuestro bienestar –en el sueño por ejemplo: dormimos 45 minutos menos que nuestros vecinos europeos–, sino también en el de nuestros hijos. Muchas familias no se apañarían sin la ayuda de los abuelos.
Los españoles trabajan muchas horas (1.775 al año, frente a las 1.559 de Francia o las 1.43...
La vuelta a la oficina tras las vacaciones significa, en muchos casos, el retorno a jornadas interminables. La paradoja es que unos se quejan porque no tienen trabajo y otros –cada vez menos, ciertamente– de trabajar demasiadas horas. Los horarios mal ajustados tienen un fuerte impacto no sólo en nuestro bienestar –en el sueño por ejemplo: dormimos 45 minutos menos que nuestros vecinos europeos–, sino también en el de nuestros hijos. Muchas familias no se apañarían sin la ayuda de los abuelos.
Los españoles trabajan muchas horas (1.775 al año, frente a las 1.559 de Francia o las 1.432 de Alemania, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística francés) pero esto no se refleja en un incremento de la productividad, es más baja en relación a la media de Europa.
Al frente de la cruzada por el cambio de horarios y otros males asociados, como el “presentismo”, está Ignacio Buqueras, fundador de la Comisión Nacional para la Racionalización de los Horarios Españoles. El manifiesto de esta organización, que celebra en octubre en Madrid la VII edición de su congreso nacional, rezuma sentido común: “Los padres y madres deben disponer de tiempo para convivir y dialogar con sus hijos, interesarse por sus sentimientos y ofrecerles un sólido apego”, señala el manifiesto. También recuerda la importancia de dormir bien o de valorar a las personas por sus resultados, “ya que las horas de presencia no garantizan una mayor eficiencia”.
La reforma de los horarios debería, según Buqueras, anteceder a muchas otras cuestiones. “Hay una gran descoordinación, por ejemplo, entre los horarios laborales y escolares. Esto crea tensiones en la familia. Somos el número uno en Europa en fracaso escolar porque los padres no pueden dedicar tiempo a los hijos”. No sólo eso: “En este momento somos líderes en rupturas matrimoniales, baja natalidad o fracaso escolar. Todo esto tiene que ver con los horarios”, señala Buqueras en una entrevista por teléfono.
¿Qué le hizo lanzarse a este empeño para adaptar el horario español al europeo?
En el 2002, cuando presidía la Fundación Independiente dedicada a fortalecer la sociedad civil, hicimos estudios que demostraban que España era uno de los países europeos con menos sociedad civil. En otros países, a las 5 de la tarde puedes dedicarte a familia, al deporte o a una labor social. Aquí se termina a las 7, 8 o incluso 9. Vimos que España era una singularidad europea. Hasta hace 70 u 80 años, España era igual que Europa; se cenaba a las 7 u 8 de la tarde.
¿Qué ocurrió?
Entre otras cosas, llegó el pluriempleo. Muchas familias no podían vivir con un solo sueldo, así que, el hombre tenía dos trabajos fuera de casa. Las jornadas se alargaron pero la incidencia era pequeña porque la mujer se hacía con una carga extra. Cuando la mujer se introduce en el mercado laboral, ella sale, pero el hombre todavía no ha entrado en la casa.
La lista de ministros, presidentes de comunidades y otras personalidades en el comité de su asociación es larga. Pero no parece servir de mucho.
Con frecuencia estas personalidades dicen algo en privado que luego no cumplen en la vida diaria de sus empresas. Una cosa son las palabras y otra los hechos. Y de eso nos quejamos en la comisión nacional. Todos dicen que lo que planteamos es de sentido común; algo que hay que cambiar. Hay que comenzar por horarios más europeos. Que no se prime estar en el trabajo. La cultura del “presentismo” es tercermundista. Al que pasa tantas horas en la oficina en otro país, le dirían que es una persona poco organizada. En este sentido, algunas pymes han dado un paso adelante y han logrado aumentar la productividad y disminuir gastos. Porque cuantas más horas abra la empresa, más gastos de calefacción, luz, etc, y más capital humano.
¿Es oportuno hablar de ajuste de horarios en tiempos de crisis?
Se trata de distribuir mejor el tiempo. Si el trabajo lo puedes terminar en cinco horas, ¿por qué vas a estar ocho?. Hay una gran necesidad de optimizar el tiempo en un mundo cada vez más competitivo y global.
¿Perdería España su identidad si adoptase horarios europeos?
Ni mucho menos. Al revés. En estos momentos de fuerte crisis, estamos con partidos de fútbol a las 10 y a las 11 de la noche que terminan a las 12.45. ¿Qué productividad se puede tener al día siguiente?
Con Internet y los dispositivos móviles mucha gente se lleva el trabajo a casa. Es difícil desconectar más allá de los horarios en la oficina. ¿Qué opina al respecto?
Las nuevas tecnologías son magníficas pero han de estar al servicio de las personas. Si eres el jefe en una empresa, no debes enviar un mensaje a un empleado a las nueve y media de la noche. Por otra parte, estar obsesionado con el trabajo no es bueno para la empresa. En un mundo tan cambiante uno ha de ser flexible. Si descuidas a tu familia surgen tensiones con la pareja o los hijos que afectan también al trabajo.
Estamos en septiembre. ¿Podría el llamado trauma post vacacional estar relacionado con las jornadas interminables?
Indudablemente. Uno se queda sin vida privada. Algunos procurarían hacer cursos de formación si acabasen antes, estar con sus parejas e hijos, etc. Empobrecemos la vida cuando no la distribuímos adecuadamente.
@nataliamartin es periodista. Si quieres ponerte en contacto con ella escribe a natalia@vidasencilla.es