“No tengo tiempo para mí”: la frase que presagia una crisis de pareja
En el complejo entramado del distanciamiento, la falta de tiempo destaca como un factor crucial. Desde la imposibilidad de compartir momentos juntos, hasta la dificultad para dedicarse tiempo a uno mismo, la escasez es un potente agente destructor
Según un estudio de 2017, publicado en la revista Plos One, que utilizó datos de más de 15.000 hombres y mujeres de entre 16 y 74 años residentes en el Reino Unido, la razón principal por la que las parejas se separan es, ni más ni menos, que el distanciamiento.
Si bien este distanciamiento es un mon...
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Según un estudio de 2017, publicado en la revista Plos One, que utilizó datos de más de 15.000 hombres y mujeres de entre 16 y 74 años residentes en el Reino Unido, la razón principal por la que las parejas se separan es, ni más ni menos, que el distanciamiento.
Si bien este distanciamiento es un monstruo de infinitas cabezas y que, como tal, puede mostrarnos múltiples caras, está claro que una de ellas sobresale un poco más que las otras: la falta de tiempo. Y este problema, a su vez, se manifiesta de dos formas igualmente destructivas: una sería la que impide que los miembros de la pareja estén juntos y otra la que no les deja dedicarse tiempo a sí mismos.
El que uno de los miembros de una pareja, o ambos, sientan que no tienen el tiempo suficiente para estar juntos es un problema tan antiguo como el amor mismo. Por poner solo un ejemplo, en el poema elegíaco Las Heroidas, de Ovidio, una colección de cartas de amor en verso escritas y dirigidas a sus amados por veintiún personajes femeninos de la mitología y la literatura romana y compuesto probablemente en la primera década del siglo I d.C., se pueden encontrar abundantes pasajes llenos de quejas, súplicas y reproches, muchos relacionados con la falta de tiempo.
“Mis quejas,
porque el plazo señalado
De tu venida vuela,
y huye y pasa”,
Lo escribió Filis a Demofonte, uno de los hijos de Teseo, con el que se casó y que tras irse a la guerra, nunca volvió.
Como vemos, este tema parece que nunca ha dejado de estar de actualidad, y menos todavía en un momento como el actual, en el que una epidemia de falta de tiempo nos invade. Ahora incluso, quizá lo está un poco más debido a que el tiempo es, en parte y sin pretender realizar ningún tipo de spoiler, uno de los temas centrales de la película Anatomía de una caída.
La película de Justine Triet es rica en temas e interpretaciones. Trata sobre el amor y el fin del mismo, sobre la paternidad, las relaciones, el género, la inocencia, la culpabilidad, la interpretación del relato, pero también sobre el tiempo, su gestión y su valor.
“La falta de tiempo en pareja es un tema del que no se habla demasiado y considero que es uno de los más relevantes que me encuentro en consulta”, explica Núria Jorba, psicóloga, sexóloga, terapeuta de parejas y autora del libro Parejas imperfectas y felices (Arpa Editores, 2022). “Normalmente nos fijamos en otras áreas. Se habla de un problema sexual, o de falta de intereses comunes, pero no nos planteamos que quizá uno de los primeros puntos a trabajar es la falta de tiempo”.
Gestores más que amantes
La doctora señala que lo más importante, de hecho, no es el tiempo como tal, sino lo que nos provoca esa falta de tiempo. “Lo primero es que nos pone en un estado de estrés, de nerviosismo, de estar acelerados, de estar más irascibles, y eso provoca que puedan generarse más discusiones. No facilita precisamente la conexión dentro de la pareja”, apunta. “Por otro lado, esa falta de tiempo también provoca que la pareja no exista, es decir, que se acabe convirtiendo en un equipo gestor de obligaciones. ¿Por qué? Porque las obligaciones priman: los niños, hacer la cena, ir a comprar, etc. Entonces ¿qué pasa? Que la parte de conexión emocional de pareja pasa a segundo lugar y, en el fondo, desaparece, tiene muy poco espacio. Cuando esa conexión de pareja no existe aparece ese distanciamiento, aparece esa pérdida de ocio, la sexualidad desaparece. Por tanto, tener cierto tiempo y cierto descanso para estar en pareja es fundamental”.
“Recuerdo una pareja que vino a mi consulta el otro día”, recuerda Jorba. “Me dijeron que llevaban dos años juntos y que siempre habían estado hiperconectados a nivel sexual. Tenían sexo casi cada día y ahora con un poco de suerte lo hacían una vez a la semana o cada quince días. Me contaron que durante el puente de diciembre se habían ido a pasar unos días fuera de casa. A pesar de estar de vacaciones, tranquilos, de sexo nada. ¿Qué es lo que ocurría? Pues que en realidad no le estaban dedicando el tiempo necesario. Muchas veces la solución tiene que ver con hacerles entender a los miembros de la pareja que necesitan tiempo, que necesitan estar relajados, que necesitan parar. Ante esto la respuesta suele ser, ‘pero es que sí que pasamos tiempo en pareja’, pero ese tiempo consiste en ir a la montaña, quedar con amigos, ir a comprar… O sea, hacer cosas, productividad. Pero el tiempo que necesita la pareja es ese en el que no se hace nada: estar echados en la cama, poderse duchar los dos juntos con tranquilidad, desayunar sin prisa y dejar fluir las sensaciones. Dar espacio a la posibilidad de que surja una intimidad, una chispa, y eso es algo que no tenemos muy interiorizado y que el tipo de sociedad en la que vivimos, hiperexigente con que todo lo que hacemos tenga un objetivo medible, no facilita”.
El hecho de tener hijos o de tener un trabajo muy exigente atenta directamente contra la intimidad en la pareja. “Casi todas las parejas viven juntas y pensamos que somos pareja simplemente por eso, pero no es así”, sentencia Núria. “Estar en pareja significa disfrutar de tiempo de calidad, parar, mirarse… El problema es que eso resulta menos urgente que lavar los platos o responder a un correo electrónico del trabajo y acostumbramos a dejarlo siempre en último lugar. Hasta que quizá llega un día en el que nos damos cuenta de que la pareja ya está desconectada”.
El valor del tiempo para uno mismo
Tampoco hay que olvidar el tiempo para uno mismo, ya que si tampoco disfrutamos de él, puede llegarnos a afectar, según Núria Jorba, de dos formas diferentes. “Lo primero es que la pareja deja de tener pequeñas novedades”, comenta la doctora. “No nos tenemos que olvidar que la pareja se alimenta, aparte de por los momentos de pareja compartidos, de la individualidad. Es decir, si nos vamos con amigos y contamos cómo estamos, si vamos al gimnasio y luego llegamos contentos a casa, si vamos a hacer una actividad que nos guste y luego la explicamos al otro, alimentamos la relación y también tenemos la posibilidad de echarlo de menos”.
“En segundo lugar”, continúa, “esa individualidad nos permite estar más conectados con nosotros mismos, trabajar nuestras emociones, nuestro autodisfrute, nuestro bienestar emocional y, por supuesto, todas esas cosas buenas las acabaremos aportando a la relación”.
El secreto para tener tiempo
La especialista tiene muy claro que el primer paso para frenar este problema es reconocerlo, hablarlo, compartirlo con la pareja para que ambos miembros tengan una visión común del problema y así puedan trabajar juntos.
Una vez conseguido esto, para ganar tiempo, tienen que empezar, paradójicamente a perderlo. “Perderlo, pero hacerlo bien”, advierte la doctora. “La pareja tiene que encontrar momentos para aislarse. Tener aunque sea una hora el fin de semana para hablar en la cama, tocarse, contarse cosas. Es decir, dedicar tiempo a volver a conectar. Eso sí, cada pareja tiene que encontrar su forma de hacerlo, ya que no hay una forma correcta de ser pareja. Y eso no es tan sencillo, porque nadie nos ha enseñado a hacerlo”.