Icónicos, pero incómodos: el regreso de los afilados tacones de suela roja de Louboutin
Tras unos años olvidados y tras pasar por un proceso judicial para evitar falsificaciones, los ‘stilettos’ más famosos vuelven a ganar peso en el mapa de la moda, auspiciados por iconos centenials como Zendaya
A lo largo de la historia de la moda, la casualidad ha impulsado alguna de las creaciones más icónicas de los últimos tiempos. ¿Existiría el famoso bolso Birkin de Hermès si Jean-Louis Dumas, alto ejecutivo de la firma, no hubiera coincidido en un vuelo con Jane Birkin? ¿Habríamos conocido las famosas bufandas de cuadros de Burberry si una trabajadora de la marca no hubiera optado por utilizar el forro interior con estampado de cuadros de las gabardinas del sello británico para crear maletas, convertidas en best seller? Ese carácter fortuito también está presente en uno de los zapatos más representativos de nuestro tiempo, los stilettos de Christian Louboutin, afilados y rematados con una suela roja convertida en emblema de una marca que logró disparar sus ventas gracias a este detalle. La historia comenzó de la manera más inesperada.
Un día cualquiera de 1992, el señor Louboutin estaba en su taller parisino observando los prototipos de sus nuevos zapatos desplegados sobre su mesa de trabajo. El diseño era perfecto pero había algo que no le convencía: la suela negra de aspecto pesado que restaba encanto a los zapatos de tacón. Meditando cómo corregirlo, alzó la vista y observó a su asistente pintándose las uñas de rojo. Le pidió el esmalte y probó a pintar la suela con aquel tono brillante. El resultado le fascinó hasta tal punto que hizo de ese color bermellón la seña de identidad de sus zapatos de tacón de 12 centímetros de altura. Un gesto improvisado con el que aportó un toque distintivo a un calzado poco innovador, pero posicionado como objeto de deseo entre algunas de las mujeres más influyentes de la A-List (así lo prueban las fotos de Paris Hilton o Kim Kardashian cargadas de bolsas Louboutin a su salida de la tienda de la firma en Beverly Hills, allá por 2009).
La edad de oro de los zapatos de tacón de suela roja (cuyo tono exacto en Pantone es el 18-1663TP) tuvo lugar a comienzos de los años 2000, alcanzando su máximo pico en los primeros años de 2010. El éxito duró hasta que las zapatillas irrumpieron en 2014 como una alternativa de lujo a los elevados (y poco confortables) stilettos. En 2011, Louboutin llegó a ser la marca de zapatos con mayor volumen de búsquedas en Internet, a pesar de sus elevados precios. Su icónica suela roja fue incluso motivo de juicio por las falsificaciones, aunque la marca no logró que la justicia le concediera la exclusividad.
De vuelta a la actualidad, parece que estos tacones resurgen con fuerza, redescubiertos por las generaciones más jóvenes y popularizados igualmente gracias al creciente auge de la denominada estética boom-boom.
Origen humilde detrás del zapato más lujoso
De orígenes humildes, el padre de Christian Louboutin era ebanista y su madre ama de casa. El creativo se crió en París junto a sus tres hermanas, quienes le influenciaron en gran manera en su forma de ver el mundo y en su decisión de dedicarse a la profesión que le llevaría al éxito. Siendo muy joven entró a trabajar como aprendiz en el famoso cabaré de Folies Bergère, donde comenzó a diseñar zapatos para las bailarinas. En los ochenta empezó a hacerse un nombre como diseñador de calzado trabajando como freelance para firmas como Chanel y Saint Laurent, y en 1988 fichó por Roger Vivier, peso pesado del sector zapatero de lujo. Poco después, en 1991, la primera tienda Louboutin abrió sus puertas en París. La clientela selecta que pronto se enamoró de sus propuestas – de la princesa Carolina de Mónaco a Madonna – funcionó como la carta de presentación perfecta para una firma que supo vender como algo novedoso y rompedor un zapato, el denominado stiletto, ideado cuatro décadas antes.
La clave fue, y sigue siendo, saber aportar cierta épica a la creación de la suela roja, una historia que el propio Louboutin ha relatado una y otra vez, engrandeciendo los orígenes de sus famosos tacones. A día de hoy, según Forbes, la firma produce más de un millón de pares de zapatos al año. Eso sí, no se limitan en exclusiva al calzado. Hace más de una década, Louboutin apostó por diversificar su negocio con nuevas líneas: de cosmética (por supuesto, no falta el esmalte rojo de uñas), de bolsos, de productos masculinos y de niños. La enseña, que continúa abriendo boutiques por todo el mundo, vio lastrado su crecimiento en los años posteriores a la pandemia, pero ya antes los altísimos tacones de Louboutin habían perdido parte de su lustre. No llamaban la atención a una generación de mujeres reacia a la incomodidad de caminar con unos zapatos con 12 centímeros de tacón y una pronunciada curvatura en el empeine, la antítesis del confort en pleno bum de las zapatillas, los zapatos tipo Mary Jane, las bailarinas y otras alternativas de tacón bajo aupadas por la moda y el éxito de una forma de vestir relajada (llámalo normcore, llámalo lujo silencioso) donde los stilettos no formaban parte de la ecuación.
Hola, maximalismo. Adiós, simplicidad
La reformulación en el vestir que trajo consigo la crisis del coronavirus parece haber llegado a un punto de inflexión. De cara a la nueva temporada, hay un concepto estético que viene con fuerza y refleja una tendencia que los analistas de moda llevaban tiempo augurando: el regreso de la indumentaria opulenta, exagerada, maximalista. Esta corriente, bautizada con el nombre de moda boom-boom por el experto en tendencias Sean Monahan, fue descrita el pasado marzo por la periodista Morwenna Ferrier, editora de moda en The Guardian, como una estética en la que “se trata de que la gente se vista para los ingresos que desea, en lugar de los que ya tiene. No se trata solo de un cambio cultural hacia el pasado; es otro giro a la derecha. Es la tan comentada ‘vestimenta de venganza’ pospandémica que nos prometieron”. La tendencia se contextualiza en un presente convulso con la ultraderecha política ganando peso día tras día, y eso se refleja también en el armario, signo de los tiempos. La prensa especializada no ha tardado en identificar y dar nombre a la estética Mar-a-Lago (en alusión a la mansión homónima de Donald Trump en Florida), esto es: maquillaje en cantidades industriales, ajustados vestidos de corte lápiz (el regreso del bandage dress de Hervé Leger podría no ser casualidad) y altos zapatos de tacón. Otra pista que evidencia un regreso a ese armario más conservador es la vuelta de las pieles a la pasarela, una de las grandes tendencias de la temporada, por no decir la mayor. No obstante, el interés renovado por los zapatos Louboutin no responde solo a la moda boom-boom. El propio carácter cíclico de la moda los ha rescatado del relativo olvido. De hecho, muchas de las mujeres que han vuelto a situar en el mapa fashionista a los stilettos de suela roja no tienen precisamente simpatías por el partido republicano.
Furor renovado entre la Gen Z
Zendaya es una de las clientas habituales. La actriz suma a su 1,78 de altura los 12 centímetros de los zapatos So Kate, uno de los diseños más exitosos de la marca en la actualidad. La intérprete de Dune los ha lucido en una amplia variedad de colores: en rojo en la afterparty de la última gala MET, en burdeos para asistir a un evento en Nueva York, en dorado para acudir a los premios Rock and Roll Hall of Fame … Zendaya lleva varios años apostando por ellos en sus apariciones públicas e incluso en 2019, durante el programa de Jimmy Kimmel, se quitó los zapatos (fácilmente reconocibles gracias a la suela) y haciendo gala de la naturalidad que le caracteriza los olió y dijo que “olían a éxito”.
Una anécdota que el propio Christian Louboutin recuerda a día de hoy y usa a modo de ejemplo de cómo la generación Z vincula sus zapatos a la idea de empoderamiento. Una reflexión personal del diseñador que, sin embargo, no se corresponde del todo con la realidad ya que el eterno debate en torno a los zapatos de tacón – símbolo de opresión femenina para unos y epítome de la sofisticación y el éxito para otros – sigue siendo recurrente en 2025.
Otro nombre de la Gen Z fascinada con los Louboutin es la tiktoker, actriz y cantante Addison Rae. La estadounidense confesó en una entrevista con GQ a comienzos de verano que hacía poco se había comprado sus primeros Louboutin en tienda, “una experiencia mágica”, según sus palabras. El resto de pares los había obtenido en E-bay de segunda mano. En este sentido, The New York Times analizaba en un reciente artículo titulado ¿Ha traído la generación Z de vuelta los Louboutin? que las ventas de los zapatos de tacón de la firma no han crecido especialmente, pero sí se ha reflejado un incremento en el mercado de segunda mano. Tal y como recoge el diario, en plataformas como RealReal (site de segunda mano especialmente popular entre los jóvenes de Estados Unidos), las compras de Louboutin se han casi duplicado en el último año, con un aumento de búsquedas del 34%, siendo el 82% de los compradores de la generación Z. No es coincidencia, por tanto, que una de las últimas apuestas de la firma sea el diseño Miss Z, lanzado hace apenas un año, un guiño al público más joven.
Más allá de los stilettos, la marca se abre paso con sus zapatos tipo peep-toe, otro éxito de reminiscencias dosmileras con visos de protagonizar su gran regreso más pronto que tarde. Nicola Peltz, en su comentada ceremonia de renovación de votos junto a Brooklyn Beckham, o la cantante Sabrina Carpenter son algunas de las mujeres que los han llevado en los últimos meses. Sin olvidar los diseños creados específicamente para la gira de artistas como Taylor Swift, Beyoncé o Dua Lipa, mujeres que no forman parte de la gen Z como tal pero con gran poder de influencia en ese grupo de edad.