Stephanie Comilang: mantones de manila y explotación colonial en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza
‘En busca de la vida’, es una exposición que hace una crítica a través de los objetos y los animales: de las mariposas que nacen de los gusanos de seda a los mantones de manila
El sentimiento de pertenecer a dos mundos y a la vez no terminar de encajar en ninguno de ellos ha llevado a Stephanie Comilang (Toronto, 1980) a dedicar gran parte de su trabajo como artista y cineasta a tratar de entender los movimientos migratorios. Lo hace, por ejemplo, a través de las mariposas, de los mantones de Manila y hasta de los marineros filipinos. Comilang, cuando habla de su identidad, se presenta como una artista filipina-canadiense porque aunque nació en Canadá sus padres tuvieron que migrar de Filipinas a Norteamérica.
Los objetos, opina, desvelan cómo se mueve el mund...
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El sentimiento de pertenecer a dos mundos y a la vez no terminar de encajar en ninguno de ellos ha llevado a Stephanie Comilang (Toronto, 1980) a dedicar gran parte de su trabajo como artista y cineasta a tratar de entender los movimientos migratorios. Lo hace, por ejemplo, a través de las mariposas, de los mantones de Manila y hasta de los marineros filipinos. Comilang, cuando habla de su identidad, se presenta como una artista filipina-canadiense porque aunque nació en Canadá sus padres tuvieron que migrar de Filipinas a Norteamérica.
Los objetos, opina, desvelan cómo se mueve el mundo. La idea de utilizar el mantón de Manila surge cuando se decide hacer la exposición en España. “Su nombre en sí ya habla de colonización. La gente lo usaba en Filipinas para protegerse del sol y limpiarse el sudor, pero cuando llegaron los españoles lo adoptaron en el vestuario de las mujeres como una forma de diferenciarse de las mestizas con bordados muy finos”, relata Comilang.
La prenda es un lienzo cuadrado de seda decorada en colores vivos con flores o fantasías y rematada con flecos. Y, aunque su origen es chino, y lo empezaron a fabricar para las mujeres mestizas de Filipinas que llegaron a México, después se hizo muy popular durante el siglo XVIII en España como complemento del vestuario femenino. “Es un símbolo del inicio de la globalización”, asegura la canadiense.
La exposición Search for life (En busca de la vida) de TBA21 Thyssen-Bornemisza Art Contemporary para su programa en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza, comisariada por Chus Martínez, nace de un sueño y una melodía. “Llevaba mucho tiempo escuchando una canción que me hacía pensar cómo se ve la vida desde la mirada de las mariposas monarca”, cuenta Comilang mientras termina de montar su obra, que se inaugura el 5 de marzo y estará hasta el 26 de mayo en Madrid.
Un día se levantó y su marido le contó que había tenido un sueño en donde ella estaba inaugurando una exposición en la que los cuadros eran muy grandes y llenos de color. “Me dijo que en el sueño la obra había sido pintada por las mariposas, y ahí recordé la canción”. El azar ha hecho que ese sueño, como si de una premonición se tratara, se vuelva realidad en Madrid.
Los científicos que estudiaban las mariposas monarca creyeron durante años que morían en invierno hasta que entendieron que estos lepidópteros viajan más de 4.000 kilómetros desde Estados Unidos y Canadá hasta México. “Lo increíble es que las mariposas que inician el recorrido no son las mismas que llegan al destino. Se reproducen y mueren durante la migración, transmitiendo de generación a generación el sentido de su viaje hasta alcanzar su meta”, asegura Comilang.
La artista explica que lo que hacen las monarcas tiene mucha relación con el movimiento de las personas y que, aunque el de los animales nunca ha sido cuestionado, el de los migrantes a menudo es objeto de prohibición. La artista acaba de aterrizar en España y no puede evitar preguntarse cómo le han enseñado a los españoles la colonización en los colegios. Cree que su obra los hará reflexionar al respecto.
Un artista, un científico, un niño, un académico y una mariposa fueron la mezcla necesaria para que Comilang pudiera crear esta exposición. Detrás de un documental de 22 minutos y dos containers con paredes de espejos donde se esconden dos mantones de Manila llenos de mariposas, queda una pregunta: ¿podría una mariposa contar la historia de la emigración?