Dime qué bacterias viven en tu intestino y te diré quiénes son tus amigos

Un nuevo estudio señala que los contactos sociales estrechos, como los amigos, determinan la composición de la microbiota, la comunidad de microorganismos que viven dentro del cuerpo e influyen en la buena salud

Las personas que habitualmente pasan tiempo juntas, comparten el 10% de las cepas microbianas en sus intestinos.Kathy Willens (AP)

Mencio, un filósofo chino, escribió hace un puñado de siglos que “la amistad es una mente en dos cuerpos”. La ciencia moderna podría agregar otro elemento: la amistad es, también, una microbiota en dos cuerpos. Un estudio ha descubierto que cuanto más interactúan las personas, más similar es la composición de los microorganismos que viven en sus intestinos, incluso si no habitan en el mismo hogar. La investigación, publicada recientemente en la revista Nature, asegura, además, que el microbioma de un individuo está determinado no solo por sus contactos sociales más estrechos, sino también por las conexiones de estos contactos. Es decir, los amigos de tus amigos.

Para conocer los detalles de esta investigación hay que hacer un viaje hasta el corazón occidental de la selva hondureña. Fue en este país del Caribe donde científicos de la Universidad de Yale trabajaron durante diez años hasta reclutar a un grupo de 1.787 adultos, repartidos en 18 aldeas aisladas, para que donaran una muestra de sus heces. Todos los participantes contaban con una dieta tradicional y prácticamente no consumían antibióticos ni otros medicamentos. Nicholas Christakis, autor principal del estudio, explica que tuvieron “mucha suerte de que los participantes ayudaran y estuvieran comprometidos”. Los científicos necesitaban poder rastrear con certeza cada uno de los contactos de los voluntarios, algo que hubiese sido mucho más complicado de hacer en ciudades como Madrid o Barcelona. Los pueblos de Honduras, en este caso, eran perfectos.

Antes de seguir avanzando con los resultados de esta investigación, conviene explicar qué es la microbiota y por qué es importante. Francisco Guarner, director de la Unidad de Investigación del Sistema Digestivo en el Hospital General Vall d’Hebron de Barcelona, tiene una definición: “Es la comunidad de bacterias, virus y hongos que colonizan el tracto digestivo. Podríamos pensarlo como un órgano más del cuerpo humano, un conjunto de capacidades biológicas que ayudan a la supervivencia de un individuo”. Si bien este órgano vive dentro nuestro, funciona bajo sus propias reglas y jerarquías. Se organiza a su modo y no es sencillo manipularlo. “Es esencial para la digestión de los alimentos. Nos aporta muchas enzimas y vías metabólicas que el ser humano no tiene”, agrega el experto. Gracias a la microbiota podemos, por ejemplo, digerir la fibra. También son esenciales para el desarrollo de un sistema inmune equilibrado.

Durante décadas, la ciencia ha explorado la composición de la microbiota para comprender cómo se genera en cada persona. Mireia Vallés Colomer, directora del Grupo de Investigación sobre Microbioma de la Universidad Pompeu Fabra, detalla que la transmisión vertical había sido, hasta ahora, la explicación más probable. “Recibimos estos microorganismos, en gran parte, de nuestras madres, a través del parto y la lactancia. También compartimos bacterias que nuestra abuela le pasó a nuestra madre”, detalla. Sin embargo, el nuevo estudio aventura que la microbiota va cambiando a lo largo de la vida, y que los grandes responsables de estos cambios son nuestros contactos sociales. Una transmisión horizontal.

“Nos sorprendió mucho el alcance de los microbios que comparten las redes de personas. De hecho, podemos predecir quiénes son tus amigos basándonos en la similitud de los microbios en tus heces con los de ellos”, dice Christakis. Los datos apuntan a que las personas que viven en la misma casa comparten hasta el 14% de las cepas microbianas en sus intestinos. Mientras que aquellos que no conviven, pero que habitualmente pasan tiempo juntos, comparten el 10%. La investigación también ha podido determinar que los individuos que habitan en un mismo pueblo, pero que no suelen interactuar con demasiada frecuencia, comparten solo el 4%. Existe, aseguran los autores, una cadena de transmisión porque los amigos de amigos comparten más cepas de las que cabría esperar por mera casualidad.

El método de transmisión

Hay una interrogante que sigue dando vueltas alrededor de esta investigación y es entender cómo se transmiten las cepas bacterianas de una microbiota a la otra. “No tenemos una respuesta concluyente sobre cómo se da esa transmisión”, señala Vallés. Y añade: “Lo que se hipotetiza es que lo que llega al intestino tiene que pasar por la boca. Muchas bacterias en el microbioma no toleran el contacto directo con el oxígeno por mucho tiempo, por lo que hace falta un contacto cercano, pero no sabemos exactamente cómo es”.

Guarner, sin embargo, detalla que “la vía fecal-oral parece que es el vector de transmisión más importante”. Es decir que, aunque nos limpiamos y controlamos más o menos nuestra higiene, en algunos estudios previos se ha detectado que las bacterias que típicamente se encuentran en el intestino, también aparecen en las manos. Así es como luego llegan hasta la boca.

Algunas de las bacterias logran sobrevivir a esta travesía desde el intestino porque viajan en forma de esporas, similares a las de los hongos. “Con este mecanismo de transmisión no hace falta que sea un contacto extremadamente directo, puede ser mediante una toalla o la ropa”, detalla Guarner.

No hay que alarmarse. Este traspaso de microorganismos es el que, de alguna forma, nos mantiene vivos. Tanto es así, que las nuevas líneas de investigación sobre la relación entre microbiota y salud apuntan a que una comunidad de microorganismos sana y en forma, repercute en varios aspectos de nuestro bienestar.

Algunos investigadores están intentando establecer una relación directa entre la microbiota y las enfermedades no transmisibles, como las cardiovasculares, la diabetes e incluso la depresión. Guarner lo explica: “Esto aún es un poco especulativo, pero normalmente lo que ocurre es que este tipo de enfermedades se asocian a un microbioma deficiente”. Vallés aporta que “se ha observado que personas con las llamadas ‘enfermedades modernas’ sufren una alteración en la composición de su microbioma”. Pero no es que haya una bacteria en particular responsable de estas enfermedades, sino que es la pérdida de diversidad en general lo que empeora el estado de salud. En este caso, la investigación abre la puerta a seguir analizando si estas enfermedades no transmisibles, en realidad, sí tienen un factor de transmisibilidad. Y que si toda una comunidad de personas cuenta con una microbiota debilitada, estas enfermedades podrían proliferar con mayor facilidad entre esa población.

“Ya sabíamos que el entorno social tiene un efecto muy importante en la salud en general. Ahora vemos que también ayuda a conformar nuestro microbioma y esto es algo que no podemos seguir ignorando. No podemos estudiar humanos como si vivieran aislados, sino que hay que hacerlo junto con la comunidad que integran”, resume Vallés.

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