El engaño de la perfección: lo que no te cuentan los gurús de la felicidad

Los supuestos expertos en felicidad dicen con mucha seguridad cómo ser feliz cuando a ellos les va bien, y cuando les va mal, desaparecen

Un grupo de personas con caretas de emoticonos que expresan diferentes emociones.Rawpixel (Getty Images/iStockphoto)

El mes pasado escribí en este periódico un artículo que se hizo viral en el que explicaba que llevaba 20 años apuntando mi felicidad. Estuve leyendo los comentarios con curiosidad para ver qué piensa la gente del tema, y me he encontrado justo lo que decía en mi post que había que evitar: gurús de la felicidad por todas partes. Algunos me aconsejan que deje de ser tan negativo, otros, que lo que tengo que hacer es mirar en mi interior, otros, que deje de depender de los demás para ser feliz. Cómo no me había dado cuenta.

Obviamente, en estos 20 años he tratado con este tipo de personas muchas veces y estoy ya curado de espanto. La mayoría de ellos te dicen con mucha seguridad cómo ser feliz cuando a ellos les va bien, y cuando les va mal, desaparecen. Hace años encontré una pareja así y casi me convencen. Parecía que todo les iba bien, que nunca discutían y me daban consejos continuamente, algo que me hacía sentir algo imperfecto. Extrañamente, cada cierto tiempo desaparecían de mi vida sin avisar y a los meses volvían con historias de autoconocimiento, superación personal y éxito. Con el tiempo se separaron y descubrí que en esas rachas en las que no me llamaban en realidad estaban enfadados y en varias de ellas habían estado a punto de divorciarse. En otras palabras, no me llamaban porque les daba vergüenza reconocer que, después de tanto consejo, eran tan imperfectos como yo.

Tras dos décadas cruzándome gente así ya no me trago más esa historia de que tú sí has logrado la felicidad porque te fijas en los pequeños placeres de la vida y yo no. Más bien escucha tú mi consejo: cuando te vaya bien en la vida ten un poco de humildad con los que están mal, porque tú has estado ahí y volverás a estarlo.

Que me la intenten colar a mí es lo de menos, lo que me preocupa es que hay jóvenes inexpertos en nuestras redes sociales que absorben estas historias como esponjas y acaban pensando que son los únicos que tienen problemas en la vida. Amigo, date cuenta, el artículo que escribí se hizo viral porque en él expreso verdades que todo el mundo siente, pero pocos se atreven a decir: que la paternidad es difícil, que he sido infeliz y lo sigo siendo. Si la gente no lo sintiera como yo, el texto no habría llegado a ninguna parte.

Curiosamente, muchos periodistas me dicen que tengo valor por abrirme tanto, algo que me sorprende, ¿por qué no debería abrirme si es lo que siento?, ¿ocultan los demás sus verdaderos sentimientos?, ¿cómo conecta la gente con los demás si no les pueden contar sus luchas internas? Yo no conozco otra manera, y la verdad es que en general ser sincero con lo que siento me ha traído muchos amigos que encontraron en mí por fin alguien que siente lo mismo que ellos. Os invito a hacer lo mismo.

La última frase de mi último artículo decía “dejemos de engañarnos entre nosotros”, pero a la vista de las reacciones a mi artículo quiero reforzar ese mensaje:

  • Si cada viernes al volver borracho a casa sientes que nadie te va a querer nunca, debes saber que todos hemos pasado por esos sentimientos.
  • Si no te entiendes con tus padres, todos hemos estado ahí.
  • Si en la primera noche de sexo no se te levanta por los nervios, aunque nadie lo admita, es algo que nos ha pasado a todos.
  • Si verte en esa foto te ha bajado la autoestima, bienvenido al club.
  • ¿Tienes problemas continuos con tu pareja?, créeme, no eres el único.
  • ¿Sientes que tu vida es monótona y aburrida comparada con la de todos los demás?, ya somos dos.

En definitiva: a-cép-ta-te. Lo que llevas dentro lo llevamos todos y tiene una función natural, por eso lo sientes. No sé de qué otra manera decirlo para que siga en tu mente una vez dejes de leer esto y te enfrentes a este mundo de falsos charlatanes. No les hagas caso.

Alejandro Cencerrado es físico, experto en Big Data, analista del Instituto de la Felicidad de Copenhague y autor del libro ‘En defensa de la infelicidad’.

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