De la mariposa de Rosalía a las fundas dentales de Katy Perry: el impacto de las joyas en la salud bucodental
Varios expertos advierten que algunos accesorios pueden incrementar el riesgo de caries o daños en las encías
Rosalía tan pronto decora sus dientes con una pequeña mariposa brillante como con fundas metálicas. Se trata de joyas dentales llamativas que también han utilizado artistas como J Balvin, Madonna, Rihanna,...
Rosalía tan pronto decora sus dientes con una pequeña mariposa brillante como con fundas metálicas. Se trata de joyas dentales llamativas que también han utilizado artistas como J Balvin, Madonna, Rihanna, Katy Perry, Beyoncé o Miley Cyrus. Mientras que algunos usuarios comparten vídeos en redes sociales con este tipo de accesorios —a veces comprados por Internet—, varios expertos en salud bucodental advierten de sus posibles riesgos.
Amanda Lorenzo Rodríguez, una joven de 25 años que trabaja en una joyería, lleva en dos dientes cuatro cristales que conforman una mariposa que recuerda a la de Rosalía. “Al meterme en Pinterest y en videoclips de raperos y buscar referencias de moda urbana y guetos, solía ver que llevaban grillz o gemas”, señala. Generalmente estas composiciones “cuestan entre 80 y 120 euros”, pero ella consiguió una oferta y pagó 60. Aunque lleva unos dos meses con estas piedras, a veces se le olvida que las lleva. “Cuando me miro al espejo y me acuerdo, parece como si me las acabara de poner de nuevo”, afirma.
Hay joyas que se pegan sobre la superficie dental de forma semipermanente, según explica Ana Echeverría Manau, periodoncista y directora de la revista Cuida tus Encías, de la Sociedad Española de Periodoncia (SEPA). Es el caso de los “diamantes pequeños o algunos diseños en oro y plata”.
Por otro lado, estarían los grillzs, unas coronas metálicas que suelen ser más grandes y adornan uno o varios dientes. Óscar Castro Reino, presidente del Consejo General de Dentistas, destaca que normalmente están confeccionados en oro, plata u otro material precioso y llevan brillantes incrustados. Los hay de varios tipos: “Los que son fijos y requieren de una preparación previa del diente donde van colocados, lo que conlleva desgastar el esmalte y parte de la dentina (un tejido que está debajo del esmalte); y los removibles, que se mandan a hacer tras una toma de una impresión dental”. También hay algunos con una forma estándar que “se adaptan mucho peor al diente”.
Un símbolo de riqueza y poder
Los grillz o fundas dentales no son una nueva tendencia en la historia de la joyería. “En realidad, se pueden rastrear sus raíces hasta el 2.500 a.C., cuando las mujeres etruscas y las mayas los usaban como un símbolo de riqueza y poder”, explica Jorge Sánchez Carrasco, encargado de grillz en Grillzmadriz. Sin embargo, fue en la década de 1980 cuando “se popularizaron en Estados Unidos gracias a la cultura hip hop y sus artistas”.
Estas joyas han evolucionado y se han convertido en “algo más que una simple moda”: “Son un elemento de joyería único, como podría ser un anillo o un colgante”. Sánchez afirma que estos complementos se adaptan a los dientes de cada cliente y son fáciles de quitar y poner en cualquier momento —aunque hay quienes deciden que se los fijen de forma permanente—. En Grillzmadriz, comenzaron a fabricar este tipo de joyas en 2017. Desde entonces, según aseguran, la demanda ha crecido. Entre las personalidades influyentes con las que han trabajado, mencionan a los actores Paco León y Arón Piper.
¿Cómo se crean los grillz?
El proceso de fabricación de un grillz en este taller dura alrededor de dos semanas, según detallan Jorge y Fabián Sánchez Carrasco, encargado de joyería personalizada en Grillz Madriz. El primer paso consiste en crear un modelo en escayola que representa la impresión dental del cliente y que más tarde es utilizado para modelar la pieza mediante la técnica de modelado en cera a mano o a través de un diseño en 3D. Después, el grillz se fabrica en el metal deseado mediante un proceso de fundición, se pule y se ajusta al molde cuidadosamente a mano para garantizar un ajuste perfecto. Por último, un joyero engasta los diamantes en la pieza y la personaliza
Los diseños de los grillz pueden ser muy variables. A Álvaro Urdiales Carabajal, diseñador 3D de joyas, algunos clientes le piden una idea muy clara de lo que quieren, mientras que otros le dejan más libertad. Lo más común “suele ser un par de piezas dentales, ya sean completas (fundas que recubren por completo el diente) o en ventana (con un hueco en su interior), o la combinación de ambas”. Pero también hay diseños “muy locos” y originales: de un corazón partido a múltiples piezas superiores e inferiores engastadas con piedras preciosas o una diastema (una pieza que se coloca entre la unión de los dientes).
Los posibles riesgos
Cuando Lorenzo se puso una mariposa en los dientes, no se interesó por si los cristales podían causar algún problema para su salud bucodental porque “tenía demasiadas ganas”. Según recuerda, le recomendaron hacer vida normal pero evitar tomar bebidas calientes durante la hora siguiente “por si acaso”. Echeverría explica que este tipo de joyas, cuando son así de pequeñas, tienen “pocas implicaciones para la salud dental”, aunque favorecen el acúmulo de placa bacteriana a su alrededor. Si son más voluminosas, la periodoncista advierte que “pueden generar heridas en la cara interior de los labios y las mejillas”.
El daño en la estructura del diente depende, en parte, del método de fijación de la joya, según Néstor Montesdeoca García, jefe asociado de Servicio de Cirugía Oral y Maxilofacial del Hospital Universitario La Luz: “Puede variar en función del diseño, desde un simple cementado sobre el esmalte, el menos lesivo, hasta la incrustación, en el que hay que erosionar la superficie dental para fijar la joya”, señala.
Isabel Giráldez, presidenta de la Sociedad Española de Odontología Conservadora y Estética (SEOC) y directora médico de la Clínica Albus Dental Studio, subraya que, en ocasiones, para colocar las joyas dentales de mayor tamaño, hay que “adelgazar el espesor del esmalte, lo que puede dar lugar a un aumento de la sensibilidad dental”. Por todos estos motivos, Montesdeoca desaconseja estas joyas: “Al final los pacientes se cansan, la tendencia pasa y hay que reparar el diente”.
Castro insiste en la importancia de conocer los posibles riesgos de llevar grillz: “La moda no puede estar reñida con la salud”. Entre los principales problemas asociados a su uso, menciona el incremento del riesgo de caries, de interferencia con la mordida habitual e incluso de dolor y alteración en la articulación temporomandibular (la que conecta la mandíbula con la parte lateral de la cabeza). En algunos casos, “también se han descrito alergias a los materiales utilizados”.
Los grillz pueden causar, además, una abrasión de los dientes que los rodean, según Juan Carlos Pérez Varela, presidente de la Sociedad Española de Ortodoncia (SEDO), que tampoco es partidario de “este tipo de modas”. Además, “su uso prolongado puede decolorar o teñir los dientes, dependiendo del material del que estén hechos”, y si no están correctamente adaptados, “pueden provocar trauma, fracturas, e incluso problemas como la gingivitis, enfermedad periodontal o recesión de las encías”. Precisamente por este motivo Castro aconseja optar antes por un grillz adaptado al contorno específico del diente que por uno con una forma estándar.
Pese a las advertencias de estas sociedades científicas y expertos, desde Grillz Madrid afirman que los grillz personalizados son “una opción estética segura siempre y cuando se les dé un uso adecuado”. Jorge Sánchez destaca que deben de ser realizados por un profesional y que sus portadores tienen que seguir algunas recomendaciones como no comer o dormir con ellos, además de tener una buena higiene y mantenerlos limpios para evitar la acumulación de suciedad y bacterias.
Puedes seguir a EL PAÍS Salud y Bienestar en Facebook, Twitter e Instagram.