Un análisis de tintas de tatuajes desvela pigmentos usados en textiles y pinturas y micropartículas capaces de dañar las células
La investigación encuentra compuestos, como el etanol, que no figuran en las etiquetas de los productos usados de forma habitual
Tatuar es una práctica milenaria. La momia de Ötzi, los restos del hombre hallado en 1991 en el valle de Ötz (Austria) 5.300 años después de su asesinato a golpes y flechazos, presentaba 61 perforaciones de la piel rellenadas con cenizas de carbón vegetal, según la investigación del director del Instituto para Momias y el Hombre de Hielo, Albert Zink, publicada en ...
Tatuar es una práctica milenaria. La momia de Ötzi, los restos del hombre hallado en 1991 en el valle de Ötz (Austria) 5.300 años después de su asesinato a golpes y flechazos, presentaba 61 perforaciones de la piel rellenadas con cenizas de carbón vegetal, según la investigación del director del Instituto para Momias y el Hombre de Hielo, Albert Zink, publicada en Journal of Cultural Heritage. La decoración ornamental, sentimental, ritual, identitaria o supersticiosa de la piel ha experimentado un auge (entre el 9% y el 30%, según países). Pero, aunque las autoridades sanitarias vigilan la composición de esos sustitutos del carbón vegetal ancestral, algunos de sus componentes escapan a los análisis convencionales. Un equipo de investigadores de Binghamton, la universidad estatal de Nueva York, ha analizado un centenar de tintas de tatuaje habituales y hallado ingredientes que no figuran en las etiquetas y partículas potencialmente perjudiciales.
El trabajo, cuyos resultados se han presentado este miércoles en la reunión de otoño de la American Chemical Society, comenzó en una dirección distinta. Según relata John Swierk, investigador principal, el equipo pretendía estudiar los efectos del láser para el borrado de tatuajes. “Pero luego me di cuenta de que en realidad se sabe muy poco sobre la composición de las tintas para tatuajes, así que comenzamos a analizar las marcas más utilizadas”, explica.
Las tintas para tatuajes contienen un pigmento y una solución portadora. El primero puede ser un compuesto molecular, como un pigmento azul; un compuesto sólido, como el dióxido de titanio, que es blanco; o una combinación de los dos tipos de compuestos, como la tinta azul claro. La solución portadora transporta el pigmento a la capa media de la piel y, por lo general, ayuda a que el pigmento sea más soluble. También puede controlar la viscosidad de la solución de tinta y, a veces, incluir un ingrediente antiinflamatorio.
Pero esta es la descripción general. La tecnología ha sido clave para desvelar la composición molecular en las partículas más pequeñas de los pigmentos. Técnicas de espectroscopia Raman (que utiliza la interacción de la luz con los enlaces químicos de una sustancia para determinar su estructura), resonancia magnética nuclear y microscopía electrónica han permitido detectar ingredientes que no figuraban en las etiquetas, como el etanol. “Cada vez que mirábamos una tinta, encontrábamos algo que me hacía parar y pensar”, explica Swierk, quien advierte de que ninguno de los tatuadores que han colaborado en la investigación conocía la composición de los productos que utilizan.
Los análisis hallaron en 23 marcas de tinta pigmentos azoicos, utilizados para la coloración de artículos textiles y de cuero. Según el investigador, “ningún establecimiento de productos para tatuajes hace productos específicos, sino que son las grandes empresas las que fabrican pigmentos para todo, como pinturas y textiles, y son los que utilizan las tintas de tatuajes”.
Los pigmentos azoicos no suponen un problema para la salud mientras se mantengan químicamente intactos, pero el Centro Común de Investigación (JRC, por sus siglas en inglés), organismo científico asesor de la Comisión Europea, advierte de que “las bacterias o la luz ultravioleta pueden degradarlos en otros compuestos a base de nitrógeno que es un carcinógeno potencial”.
Según el informe europeo Seguridad de los tatuajes y maquillaje permanente, los pigmentos azoicos, en algunos casos, pueden liberar aminas aromáticas, las cuales están vinculadas a la aparición de algunos tipos de cáncer como, por ejemplo, el de vejiga, y están destinadas a emplearse en las industrias de la goma, el aluminio y el textil. La concentración de estos pigmentos está limitada en la última regulación.
El equipo de la universidad de Nueva York también ha identificado en ocho tintas, gracias a la microscopía electrónica, partículas menores de 100 nanómetros (nm). Un nm es la millonésima parte de un milímetro y, según Swierk, el rango hallado es “preocupante” porque, según aclara, “las partículas de este tamaño [menos de 100 nm] pueden atravesar la membrana celular y, potencialmente, causar daño”.
Los investigadores de Binghamton no dan por cerrada la investigación y van a continuar desvelando la composición de las tintas de tatuaje. Los resultados los irán incorporando a la web What’s in My Ink? (¿Qué hay en mi tinta?) para que, según Swierk, “los consumidores y los tatuadores tomen decisiones informadas y sepan si la información que les aportan es precisa”. Esta web detalla que algunos pigmentos pueden incluir bajos niveles de cadmio, mercurio y plomo o, por el contrario, concentraciones de cromo superiores a una partícula por millón, el máximo recomendado para evitar reacciones alérgicas.
La FDA, siglas de la autoridad de EE UU en materia de medicamentos y alimentación, advierte de los posibles efectos adversos de un tatuaje: infección, cicatrices (tanto en la realización de las perforaciones como en la eliminación del dibujo), reacciones alérgicas, granulomas (nódulos alrededor del pigmento que el cuerpo percibe como extraño) y algunas complicaciones menores durante la realización de resonancias magnéticas.
Regulación española
En España, las tintas para tatuaje y maquillaje permanente están reguladas como productos de cuidado personal, cuya comercialización requiere una autorización previa por parte de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), que revisa la información técnica, estabilidad, esterilidad, información analítica e información toxicológica.
El reglamento posterior, aprobado hace poco más de año y medio, restringe el uso de más de 4.000 sustancias químicas peligrosas e incorpora límites de concentración máxima para sustancias como los colorantes azoicos hallados en la investigación de Binghamton, aminas aromáticas carcinógenas, hidrocarburos aromáticos policíclicos (HAP), metales y metanol.
Esta normativa es común en Europa y se aplica desde el pasado 4 de enero, salvo para algunos pigmentos azules y verdes, que se someterán a la regulación a partir de 2023 o serán retirados si la incumplen. Las etiquetas de las tintas usadas en Europa deben incluir los ingredientes y las declaraciones de seguridad. La AEMPS actualiza periódicamente el listado con los productos autorizados para maquillaje permanente (micropigmentación) y tatuaje. La organización de consumidores Facua advierte, además, de que el tatuador debe contar con titulación e informar al usuario, “tanto de forma oral como escrita”, de las complicaciones que pueden aparecer.
En Alemania van más allá de la legislación común europea y el Instituto Federal para la Evaluación de Riesgos (BFR), un organismo científico independiente asesor del Gobierno en materia de seguridad de los alimentos y los productos químicos, reclama desde el pasado junio la participación de expertos al máximo nivel para formar una comisión específica que permita evaluar los peligros potenciales asociados a los tatuajes. Según admite el presidente del BFR, Andreas Hensel, “a pesar del progreso en la identificación de riesgos para la salud, áreas como los efectos a largo plazo de los pigmentos en el cuerpo aún requieren investigación”.
Tatuajes terapéuticos
Sin embargo, los tatuajes también tienen una cara positiva relacionada con los usos terapéuticos. Cristina Zabaleta, de la Universidad de Southern California, utiliza la tinta para mejorar el diagnóstico del cáncer. La autora de una investigación publicada en Biomaterials Science recurre a colorantes incorporados a nanopartículas que aportan un contraste de imágenes más eficaz en la identificación de las células tumorales. “Por ejemplo, si es un cáncer de colon, se detecta con un endoscopio, pero este es literalmente una linterna en el extremo de un palo, por lo que solo dará información sobre la estructura del colon. Puede ver un pólipo y saber que necesita tomar una biopsia. Pero ciertas herramientas de imágenes pueden ayudar a los médicos a ver si ese pólipo en particular es canceroso o simplemente benigno”, explica.
También la técnica del tatuaje tiene otras aplicaciones. Un equipo de la Universidad de Missouri ha investigado cómo crear dispositivos bioelectrónicos en la piel mediante el uso de lápices con un 93% de grafito. “El enfoque convencional para desarrollar un dispositivo electrónico biomédico en la piel suele ser complejo y, a menudo, costoso de producir. Nuestro enfoque es de bajo costo y muy simple. Podemos hacer un dispositivo similar utilizando lápices y papel disponibles”, asegura Zheng Yan, profesor de ingeniería de este centro.
Francesco Greco, de la Universidad Tecnológica de Graz, ha desarrollado “electrodos de tatuaje”, polímeros conductores creados con tinta de tatuaje estándar que se pegan a la piel para medir la actividad cardíaca o muscular. “Los electrodos de tatuaje pueden registrar señales electrocardiográficas (EGG) con la máxima calidad porque las ondas cerebrales están en el rango de baja frecuencia y las señales de EEG tienen una amplitud muy baja. Son mucho más difíciles de captar en alta calidad”, explica Laura Ferrari, quien trabajó en este proyecto.
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