Miguel Vicente: “Para emprender hay que estar un poco loco”

De la cabeza de Miguel Vicente han salido Wallapop, LetsBonus o Glovo. Las recientes Carnovo, CornerJob o Deliberry aumentan la cuenta de startups hasta las 14. No se considera un gurú, pero muchos le ven como tal

Miguel Vicente, cofundador de Antai Venture Builder.

Emprender es un tiovivo en el que hay que mantener la calma en los momentos de locura positiva y también en los momentos en los que parece que todo se hunde”. Miguel Vicente sabe de lo que habla: lleva ocho años en ese tiovivo y es uno de los emprendedores con más éxito de nuestro país.

Con algo más de treinta años y un hijo en camino dejó su trabajo en una multinacional para montar su primera startup: LetsBonus, una empresa de compras en grupo. Su madre le preguntó si estaba seguro. “Le dije que no, pero que tenía que intentarlo. Para emprender hay que estar un poco loco”. A Vicente le...

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Emprender es un tiovivo en el que hay que mantener la calma en los momentos de locura positiva y también en los momentos en los que parece que todo se hunde”. Miguel Vicente sabe de lo que habla: lleva ocho años en ese tiovivo y es uno de los emprendedores con más éxito de nuestro país.

Con algo más de treinta años y un hijo en camino dejó su trabajo en una multinacional para montar su primera startup: LetsBonus, una empresa de compras en grupo. Su madre le preguntó si estaba seguro. “Le dije que no, pero que tenía que intentarlo. Para emprender hay que estar un poco loco”. A Vicente le gusta pensar que, como Neo en Matrix, él también decidió tomar la pastilla roja para empezar otra vida.

Letsbonus nació en 2009. A los tres años ya tenía comprador. Vicente trabajó en el proyecto hasta 2013, momento en el que decidió dar otro giro y convertirse en un emprendedor en serie. “Pensé que después de cuatro años tan intensos me tomaría tres meses de descanso... No duré ni tres semanas”.

Conoció a Gerard Olivé, un publicista metido a emprendedor y montaron Antai Venture Builder, una fábrica de startups de la que salió Wallapop. Hay bastante secretismo en torno a la app que ha revolucionado el mercadillo de productos de segunda mano. No hay cifras de negocio ni de financiación. Vicente, uno de sus tres fundadores, se resiste a hablar de ella. “Ya no estoy en el consejo”, zanja.

Después de captar millones de usuarios Wallapop encara ahora el complicado reto del mundo puntocom: buscar ingresos. La única referencia que hay sobre su evolución la proporciona trimestralmente uno de sus accionistas: el fondo sueco Vostok New Ventures. En su último informe valoraba en algo más de 500 millones de euros a la que fue elegida mejor startup europea de 2015.

A Vicente lo que le gusta es poner en marcha los proyectos. “Una vez has probado la adrenalina de emprender, no puedes vivir sin ella. Es adictiva”. De la incubadora Antai siguen saliendo apps a un ritmo de una nueva cada tres meses. La última, Carnovo, un comparador de ofertas de coches nuevos. Se suma a la lista de Glovo (aplicación de mensajería creada como Justbell, luego fusionada con Glovo), CornerJob (clasificados de empleo), Deliberry (compra online de alimentación)... Ya van 14.

Vicente cree en el trabajo duro (al que se refiere como “sudoración, sudoración y sudoración”), el talento y las jerarquías planas para estimular la innovación. “En todos mis proyectos la máxima ha sido: si tienes una idea, pruébala, no inviertas cinco horas en explicarla en un powerpoint”.

Su currículo le podría otorgar el título de gurú, pero él lo niega. “No, porque he cometido muchos errores. Me he equivocado en los procesos de internacionalización, por ejemplo. Además, el sector evoluciona tan rápido que tu conocimiento caduca cada día. No creo que haya gurús”

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