Laura Lladó, cirujana: “La población no debe tener la percepción de que le van a poner el órgano de un cerdo”

La doctora, especializada en cirugía hepática, preside desde el año pasado la Sociedad Catalana de Trasplante y es la primera mujer al frente de la entidad en sus 40 años en activo

Retrato de Laura Lladó, cirujana, fotografiada en Barcelona.FLAMINIA PELAZZI

El 23 de febrero de 1984 se realizó el primer trasplante de hígado en el Hospital de Bellvitge, en Barcelona, cuando solo había cuatro equipos en el mundo que hacían esa cirugía de forma regular. En ese mismo centro, casi dos décadas después, una joven cirujana de 35 años llevaba a cabo el primer trasplante de su carrera. No recuerda al paciente, solo que era delgado, pero sí cómo se sintió. La invadió una emoción muy fuerte y se acordó de las personas más importantes de su vida y de la ilusión que les habría hecho verla en el quirófano.

La cirujana es Laura Lladó (Barcelona, 54 años), especializada en trasplante hepático y ahora jefa de Cirugía Hepatobiliar y Trasplante Hepático de ese pionero hospital catalán. En 2023 fue nombrada presidenta de la Sociedad Catalana de Trasplante (SCT) y se convirtió en la primera mujer en ocupar el cargo en los 40 años que lleva activa la entidad. También es parte del Comité Científico de la Sociedad Española de Trasplante Hepático y del consejo editorial de JAMA Surgery, la revista de Cirugía de la Asociación Médica Estadounidense. Lladó no sabe por qué escogió dedicarse al trasplante, pero dos décadas después tiene claro que fue la decisión correcta.

P: El año pasado se llevó a cabo el primer trasplante exitoso con un riñón de cerdo genéticamente modificado. ¿Podemos empezar a hablar de los trasplantes del futuro?

R: Desde que me dedico a esto siempre he oído que el futuro del trasplante es el xenotrasplante [el trasplante de órganos desde un organismo no vinculado genéticamente y que requiere la modificación genética], y tengo la sensación de que ese futuro no acaba de llegar. Hay cosas que hace 20 años no habríamos pensado que haríamos y en los últimos cinco se han hecho grandes avances en el xenotrasplante, sobre todo de manipulación genética, pero es muy complejo.

P: ¿Por qué?

R: El desarrollo y los aspectos éticos del camino no son sencillos. Por ahora hay otras alternativas y, de momento, la seguridad de ese procedimiento y el funcionamiento están en entredicho. Ofrecerle a un paciente que tiene otra opción y, como pasa en España, que en la lista de espera en trasplante hepático la mortalidad está por debajo del 5%, no lo considero. Los xenotrasplantes aún están en fase de desarrollo. Hay que seguir trabajando y progresando en ellos, pero no creo que vaya a ser la gran solución.

P: Podría cambiar la idea de la ciudadanía sobre donar órganos humanos.

R: La población no debe tener la percepción de que le pondrán el órgano de un cerdo. El xenotrasplante será una cosa más, que siempre va bien, pero es muy importante que sume y no reste. La fuente de donantes es el gran tesoro de España, gracias a inversión y a que hay coordinadores en los hospitales, formados para hacer entender a las familias que cada vez que una persona es un donante puede dar vida incluso a seis personas [distintas]. Si lo estandarizamos en prensa, en escuelas, en institutos, que la gente entienda que cuando a alguien le falla un órgano, se puede coger otro y se le cambia, y que para eso todos debemos ser donantes, tendríamos muchos más donantes que con el xenotrasplante o cualquier otra posibilidad.

P: Aun así, España es líder mundial en trasplantes, muy por delante de países del entorno como Francia, Italia o Alemania, y de la media de la Unión Europea. Y las donaciones siguen al alza.

R: Un cambio fundamental ha sido la donación en asistolia [la donación que se produce tras confirmarse el cese irreversible de las funciones cardiorrespiratorias]. Cada vez más personas tienen integrado que cuando un familiar está en una situación vital que no tiene salida, no se van a tomar más medidas para mantenerlo vivo innecesariamente, ni tenerlo conectado a una máquina durante 15 años. Las familias están más acostumbradas a decir “hasta aquí hemos llegado”. Esto es una fuente de donantes en asistolia. Hay más avances en cuanto a donantes en asistolia que con el xenotrasplante.

P: Entonces, el famoso “modelo español” sigue funcionando.

R: Por dos cosas fundamentales, inversión y formación. En un hospital debe haber personas exclusivamente dedicadas a formar las familias, no alguien que lo haga además de su trabajo habitual. Y que haya coordinadores que se dediquen a buscar donantes. Estas personas deben estar, a su vez, bien pagadas. El modelo español empezó hace muchos años entendiendo que esto no es un trabajo extra. Si un intensivista o un neurólogo, después de un día entero de trabajo, tiene que buscar donantes, no van a salir. En cambio, si alguien llega al hospital y su objetivo de vida es encontrarlos y seleccionarlos, sí.

Retrato de Laura Lladó, cirujana, fotografiada en Barcelona.FLAMINIA PELAZZI

P: Pero no todo es perfecto.

R: Actualmente, en sanidad, todo el mundo está muy apretado de trabajo. Si se quieren mejoras, hay que seguir invirtiendo en personas, en que haya equipos completos para conseguir más donantes. Hay que cuidar a los equipos, desde el cirujano hasta el enfermero. En la Sociedad Española de Trasplante Hepático hemos hecho una encuesta sobre el síndrome de burnout [que se puede traducir como estar quemado por el trabajo] en los equipos de trasplante y los resultados son preocupantes. Hay mucha sensación de cansancio, de mucho esfuerzo. A los equipos les cuesta encontrar personas que se quieran dedicar a ello, cuando antes era como si te tocara la lotería.

P: ¿Y ya no lo es?

R: Al principio, el trasplante era la élite, lo más novedoso. Ahora es una cirugía estándar, pero que todavía requiere una gran dedicación y estar localizable muchos días. Cuesta mucho encontrar una persona de 35 años que quiera estar 15 días localizable y que en cualquier momento tenga que ir al hospital. Para conseguirlo, estas personas se tienen que sentir reconocidas. En la encuesta, el tema de la remuneración económica ni siquiera es el principal inconveniente, pero sí conseguir una vida estable, equilibrada y con conciliación familiar.

Lo más efectivo es invisible

P: ¿Cuál será el próximo gran avance en trasplante?

R: La capacidad de manipular. El metabolismo o la grasa de los órganos, por ejemplo. Con fármacos o en máquinas de perfusión [el paso de un fluido, a través del sistema circulatorio o linfático, a un órgano o un tejido] para hacer diferentes manipulaciones que permitan, por ejemplo, disminuir la grasa de un injerto. De alguna manera, manipular los órganos para asegurar que funcionen mejor.

P: ¿Se refiere a la modificación genética?

R: No solo la genética. Puede haber cambios genéticos, pero también metabólicos. Por ejemplo, un gran problema en trasplante hepático es que, más en Estados Unidos, pero también España, con sobrepeso u obesidad, los hígados tienen mucha grasa. Los hígados con grasa no funcionan. Hay una gran línea de mejora en reducir la grasa de esos injertos, de esos órganos, para que funcionen mejor. Modificarlos metabólicamente en unas máquinas con diferentes sustancias es una manera de recuperar órganos y además de asegurar su funcionamiento.

P: ¿También para disminuir el riesgo de rechazo?

R: Actualmente, las armas para evitar el rechazo o tratarlo son muy amplias y muy efectivas. Hemos mejorado en riesgo de muerte, de hemorragia y de complicaciones técnicas. El rechazo está mucho más controlado. Eso ha hecho que el perfil de paciente que se trasplante y las complicaciones vayan cambiando. Ya no hay tantas complicaciones técnicas, pero es un perfil de paciente más mayor, con problemas cardiovasculares. El manejo de estos pacientes se ha vuelto multidisciplinar.

P: ¿Y cuáles son las complicaciones con este nuevo perfil de trasplantados?

R: Las dos causas de riesgo de mortalidad más importantes en el trasplante son la aparición de tumores y los problemas cardiovasculares, ambos relacionados con la inmunosupresión. Para mejorar esto, hay que saber manejar los fármacos inmunosupresores, que evitan el rechazo, pero a veces influyen [en otros procesos].

P: Manejar, ¿en qué sentido?

R: Medir cuánto necesita realmente cada paciente para evitar el rechazo es difícil. Un gran campo de investigación es saber administrar a cada uno la dosis equilibrada para que no rechace, pero que no haga complicaciones. Eso ahora no es medible. Si lo consiguiéramos, evitaríamos muchas de las causas por las que ahora se mueren los pacientes trasplantados. Hay que avanzar en el manejo de la inmunosupresión, no en el fármaco en sí, sino en medir qué cantidad necesita cada persona y determinar su reacción inmunológica.

P: En ese proceso, ¿la inteligencia artificial podría ser clave?

R: Seguro que habrá algoritmos que permitan, con datos, mejorar la selección del donante y del receptor. La selección del donante se basa en un conjunto de información que para una mente humana es reducido. La IA tendrá su aplicabilidad [en ese proceso]. Por ejemplo, en lo que se llama el apareamiento, qué órgano le va mejor a cada receptor. O en determinar lo que llamamos el parámetro de rechazo. La predicción del rechazo con inteligencia artificial, con muchos más datos, podría deducir el riesgo de rechazo de un paciente y permitiría ajustar mejor la inmunosupresión.

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