Nace el bizum de las causas sociales

Se acaba de presentar la herramienta de pago directo llamada Bizum.help que permite agilizar la captación de fondos de ONG, centros de investigaciones científicas y organizaciones humanitarias

Miembros de Payasos Sin Fronteras juegan con niños que huyen de la guerra en el Centro Metropolitano de Asistencia para Refugiados Ucranios en el Palacio de Congresos de Praga, República Checa, el pasado 7 de marzo de 2022.MARTIN DIVISEK (EFE)

Entre los distanciamientos que impuso el miedo durante la pandemia, se cuenta la imposibilidad de los captadores de donaciones de acercarse a la gente, por la calle, para explicar la obra humanitaria a la que su organización dedicaba sus esfuerzos. Además, otras necesidades acuciantes y nuevos temores derivados de la inestabilidad económica atenazaron la recaudación de fondos por partes de las ONG, que siguen sin recuperarse financieramente. El apoyo de la ciudadanía se ha retraído, lo que se ha sumado a la caída de la financiación pública de asociaciones y fundaciones que integran el tercer sector, que ya había pasado de representar algo más del 60% de sus ingresos en 2008 al 41%, en 2018, según cifras que se recogieron en la presentación de la plataforma bizum.Help, esta semana. Estos datos son basándose en informes oficiales recientes y al último Directorio del Tercer Sector, publicado en 2019.

Ya no hay dudas –argumentan los responsables españoles de la herramienta de pago– de que el trabajo social, e incluso la investigación científica y ambiental, no pueden depender exclusivamente de los presupuestos estatales. Por lo que el apoyo de la ciudadanía resulta ineludible. Paralelamente a esta certeza, la desconfianza en el fraude informático o bancario y la multiplicidad de causas y captadores han hecho día a día más difícil la labor de estos jóvenes que intentan detener a los transeúntes en las aceras de las grandes ciudades para terminar pidiéndoles el número de su cuenta bancaria. De ahí que el surgimiento de Bizum supusiera para muchas ONG una opción que rápidamente abrazaron cuando esta se puso a su disposición, a finales de 2017. Sucedió, entonces, que hasta los propios creadores de la plataforma se sorprendieron cuando esta se convirtió en un instrumento prioritario para algunas organizaciones, porque ellos mismos lo habían imaginado previamente como un canal complementario de captación de fondos.

Óscar Camps, de Open Arms, en una imagen de la campaña.

Hoy Bizum cuenta, en España, con 20 millones de usuarios y unas 6.000 ONG enlazadas a través de sus entidades financieras. En estos casi cuatro años y medio, se han donado, a través de este canal digital, casi 28 millones de euros (15 millones, solamente en 2021) a las causas que llevan esas organizaciones, que han sabido sacarle partido a la donación espontánea, incluso de pequeñísimas sumas, porque la gente la percibe como una operación ágil (que no comporta gastos adicionales ni comisiones) y segura. De hecho, entre emisor y receptor, la única información personal que se intercambia es un número de teléfono. Además, se trata de una herramienta de pago adoptada masivamente por las generaciones más jóvenes, que “están informadas y son solidarias, pero necesitan herramientas experienciales, transparentes y tecnológicas”, según Jorge Martínez, socio de la red de asesores publicitarios Help, que ha desarrollado la herramienta.

La experiencia es que la mayoría de las donaciones realizadas por sus usuarios tiene como destinatarias a organizaciones que hacen su labor en su entorno más inmediato y en un contexto local y que representan el 63% de ellas

En España existen unas 29.000 entidades sociales, entre fundaciones, asociaciones, federaciones y redes, por lo que, según Martínez, el margen de crecimiento de Bizum como herramienta de ayuda social es “extraordinario”. Otros datos que apoyan sus expectativas indican que la mitad de esos grupos sociales tienen unos ingresos de “menos de 30.000 euros al año y el 30%, menos de 300.000 euros”. Por otro lado, las organizaciones grandes (las que ingresan más de un millón de euros al año) “han pasado de representar el 17% a ser solo el 8%. Es decir, que entre los grandes cada vez se recauda menos, al tiempo que el número de organizaciones pequeñas y locales con bajos ingresos se ha disparado”, apunta el desarrollador.

La experiencia, según los propios responsables de Bizum, es que la mayoría de las donaciones realizadas por sus usuarios tiene como destinatarias a organizaciones que hacen su labor en su entorno más inmediato y en un contexto local (o provincial), y que representan el 63% de esas 29.000 existentes. “La media de donación por este canal es de 40 euros, lo cual supera en mucho a todas las herramientas utilizadas para realizar donaciones”, señala Martínez.

Cada persona tiene su causa

La novedad de contar con un canal específico llamado bizum.help radica en que las organizaciones poseen un código para habilitar nuevas causas, en un área privada, lo que facilita a cualquier usuario encontrar una causa cercana a su sensibilidad. Los campos de búsqueda se han diseñado ―con tecnología abierta― por categorización temática y por geolocalización. Entre las 26 categorías existentes, se cuentan: acoso escolar, adicciones, arte y cultura, catástrofes y emergencias, cooperación internacional, derechos humanos, desarrollo comunitario, discriminación sexual, discapacidad, empleo, inclusión social, infancia, inmigración, investigación, medio ambiente, pobreza, salud, seguridad alimentaria, vivienda o violencia de género, entre otras.

En el spot de presentación de la plataforma de donación participaron 12 organizaciones, entre ellas, Open Arms, el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), Mensajeros de la Paz y Payasos sin Fronteras. Algunos de sus representantes estuvieron presentes también en el acto de lanzamiento que se desarrolló en la sede de la Fundación Telefónica, en Madrid.

Podemos cambiar el mundo sin esperar a que alguien lo haga
María Blasco, directora del Centro de Investigaciones Oncológicas

Así, María Blasco, directora del Centro de Investigaciones Oncológicas, se refirió a la importancia de estimular la filantropía en sitios donde esta no constituye una práctica tan integrada a su cultura, ya que “podemos cambiar el mundo sin esperar a que alguien lo haga”. Su propia experiencia le indica que “si cada persona puede identificar aquella organización con la que comparte sensibilidad, tiene que tener la posibilidad de apoyarla y esa donación debe poder hacerse de manera sencilla”. El buen trabajo, “por el bien común”, debe, dice, “robustecerse a través del apoyo de los ciudadanos y las ciudadanas, sin depender de recortes o cambios de criterio gubernamentales”.

Para respaldar su posición, la científica explicó que, en su centro de investigación, iniciaron en 2014 la labor de Amigos y Amigas del CNIO: “Fuimos la primera institución científica en crear algo así en España y ha sido un éxito, ya que hemos podido financiar un programa internacional para traer a científicos de todo el mundo”.

Por su parte, el sacerdote Ángel García, fundador de Mensajeros de la Paz, está seguro de que “la sociedad se ha concienciado más de que un mundo mejor es tarea de todos”, sin que esto signifique que el Gobierno pueda eludir “su obligación de hacer obra social. Porque para eso tiene sus presupuestos”. El sacerdote, conocido como Padre Ángel, quiso aclarar, asimismo, que “a las ONG no las subvencionan, sino que se contratan sus servicios para llevar adelante determinadas obras públicas”.

Por último, Jaume Mateu –conocido como Tortell Poltrona–, de Payasos Sin Fronteras, relató parte de su misión de “devolver la risa” a gente que está viva, pero que ha perdido la sonrisa, como las personas que viven en campos de refugiados, que son “resiliencia en estado puro”. De las zonas de conflicto en las que vienen trabajando desde hace 29 años y en las que actualmente se desenvuelven (Líbano, Polonia, Bielorrusia, Zimbabue y Colombia, entre otras), extrae la convicción de que “aprendes tantas cosas que luego vivir es mucho más fácil”. Mateu es expresivo: “Gracias a Bizum tenemos trabajo para hacer”. Y a los que preguntan cuánto cuesta hacer reír a un niño, el payaso les responde: “Menos de un euro”.

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