Alterconsumismo
Coordinado por Anna Argemí

Monedas sociales en México: lecciones de manual

Una nueva obra propone cambiar el concepto de riqueza, alejarse de la acumulación de dinero habitual y preguntarse qué tipo de calidad de vida queremos, incorporando el concepto andino del ‘buen vivir’

En una tienda de comercial una trabajadora cuenta el dinero de la venta, en Tetecala, México.Mónica González

Hace unas semanas se publicó en Ciudad de México un manual titulado Para vivir libres de dinero-deuda: ¡Creemos nuestras propias monedas complementarias!, escrito con lenguaje propio por la Comunidad Multitrueke. Se trata de un trabajo en que se resumen más de 25 años de experiencias acumuladas de las monedas sociales o los llamados vales multitrueque ya existentes, sobre todo tlaloc y mixiuhca, que destila algunas sabidurías de este país mesoamericano.

La obra hace hincapié en los problemas del sistema monetario actual, por ejemplo en el hecho de que la gran mayoría del dinero esté emitido por la banca privada para sus propios fines comerciales o inversiones en megaproyectos (muchos de los cuales dañan el medio ambiente). Y propone cambiar el paradigma con relación al concepto de riqueza, incluyendo criterios alejados del concepto de acumulación de dinero. “¿Para qué sirve ser millonario si no puedes confiar en ningún vecino, si no consigues alimentación sana ni puedes disfrutar tu vida?”, se preguntan los autores. E invitan a descartar las medidas más econométricas actuales y a cuestionar el tipo de calidad de vida que queremos, además de sugerir que se tenga en cuenta el concepto andino del buen vivir.

¿Para qué sirve ser millonario si no puedes confiar en ningún vecino, si no consigues alimentación sana ni puedes disfrutar tu vida?

A la hora de hacer honor al titular, diseñar la moneda social en sí, una pregunta fundamental, es determinar qué necesidades tenemos. Este manual se refiere a la teoría de Laura Collins, que las clasifica en cuatro categorías (supervivencia, cognitivas, emocionales y de crecimiento), explicando que la segunda es para capacitarse en la vida laboral o profesional; la tercera es para disfrutar la vida y la última es para la autorrealización.

Además, merece la pena prestar atención a un concepto frecuentemente mencionado en la práctica de las monedas sociales: Prosumidores. Ya lo mencioné en otro artículo previo, pero me gustaría destacar que en México está muy arraigada esta visión de producir algo para el insumo comunitario: por ejemplo, yo produzco patatas para que las consuman mis vecinos, mientras que yo aprendo a tocar la guitarra gracias a un vecino.

Por tanto, a la hora de iniciar el diseño de la moneda social, es imprescindible precisar qué necesitamos y qué producimos. Y en cuanto a nuestras producciones, es importante reflexionar si están destinadas a satisfacer a alguien de nuestro entorno. No tiene sentido producir jamón serrano si todos tus vecinos son veganos, ni vale la pena fabricar estufas si vives en un clima tropical. Hay que entender la verdadera necesidad en nuestra comunidad antes de plantear cualquier actividad productiva.

Y es necesario hacer esfuerzos adecuados para superar los siguientes problemas que pueden hacer peligrar la iniciativa:

  • Exceso de productos de segunda mano
  • Falta de diversidad de productos
  • Concentración de moneda social en pocas manos (quienes producen, sobre todo, alimentos)
  • La gente pierde atención a la moneda social porque está más interesada en otras iniciativas
  • Falta de compromiso

Además, vale la pena realizar juegos para que los prosumidores entiendan la importancia de la moneda social libre de la lógica de la oficial. Algunos de ellos pueden ser simples representaciones o simulaciones en las que un banquero distribuye 10 billetes a cada participante y después le pide devolver 11; o el de “sillas musicales” en que siempre hay un poco menos sillas que jugadores, para que la gente entienda que hoy en día el sistema monetario está basado en la escasez de dinero, requiriendo sacrificios para su mantenimiento.

Se trata de un manual enfocado en lo pedagógico, pues la idea consiste en crear un grupo de personas cohesionadas por una misma visión sobre el sistema monetario. Se requieren muchos esfuerzos porque este tipo de monedas aceptan solo a aquellos que entiendan la filosofía subyacente.

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