Alterconsumismo
Coordinado por Anna Argemí

¿De vacaciones en bici, con la familia y recorriendo el ancho mundo?

El festival Vél’osons se propone contagiar la pasión por el pedaleo en la ciudad francesa de Chambéry. Así ha sido la edición de 2021

Mural en una calle de Penang, Malasia. Lightscape (Unsplash)

No deja de asombrarme de Francia la gran cantidad de asociaciones ciudadanas que existen y la potencia que tienen. Mi pequeña nueva ciudad, Chambéry, es según me han contado una de las más surtidas en este sentido. Cerca de casa se reúnen los socios de Roue Libre (rueda libre, en español), una asociación militante de unos 700 miembros que existe para la promoción de los desplazamientos en bicicleta en el departamento de la Saboya.

Ellos solitos, todos voluntarios, del primero al último, organizan con unas cien personas un macrofestival cada dos años. Y ¿para qué? Simplemente para contagiar a los visitantes el gusanillo del pedaleo, para que se animen a agarrar el manillar y ya no lo suelten. En la última edición, en 2019, congregaron a lo tonto a más de 3.500 visitantes venidos de Francia y otros países de Europa.

Para ellos no hay objeción posible a la pasión por el pedaleo. ¿Te vas de vacaciones? Bicicleta. ¿Tienes niños pequeños o grandes? En bicicleta. ¿Te planteas dar la vuelta al mundo? En bicicleta, por supuesto. El festival, que ha llegado a su quinta edición, se llama Vél’osons y es un juego de palabras entre vélo (bicicleta en francés) y osons (atrevámonos, en francés). Con razón, el encuentro lleva por subtítulo “una historia de apasionados y apasionadas”.

Durante el último fin de semana de octubre, Vélosons se convirtió en un escaparate de múltiples actividades y de personalidades relacionadas con la bici. Cualquiera podía acceder a los tres recintos previstos pues el precio de entrada era libre. Se sucedieron las conferencias, los talleres, las exposiciones, los espectáculos así como una zona para puestos de profesionales: desde fabricantes artesanales hasta constructores de refugios para bicicletas hechos a partir de viejos esquíes, pasando por la oficina del anti-turismo de Grenoble. En este stand, militante donde los haya, me topé con el Manual del antiturismo, del que hablamos hace tiempo en este blog.

Entre los asistentes hay figuras míticas como el suizo Claude Marthaler, que ha pasado 16 años recorriendo el planeta subido a su bici

Se exhibieron a lo largo del fin de semana más de 30 películas, lo que permitió a los espectadores viajar, sin moverse de su butaca, de Alaska a la Patagonia, descubrir el misterioso Irán, o acompañar a una familia al completo que se fue desde su Saboya natal hasta Senegal. Y todos y cada uno de estos protagonistas viajaron sentados en sus sillines, claro está.

Mención aparte merece el documental Le facteur humain, otro juego de palabras, puesto que facteur tanto puede significar en francés “factor” como “cartero”. Es la tierna historia de un hombre que, una vez jubilado, se plantea recorrer Francia en bicicleta en un particular tour privado para distribuir en mano una serie de cartas que personas de su entorno han escrito a familiares y amigos. Por el simple placer de viajar y de encontrarse con otras personas. Sin más. La historia no se acaba ahí porque a raíz de esta experiencia, unas sesenta personas se han apuntado para revivir la experiencia y convertirse, ellos también, a su vez en carteros amateurs.

Este mundillo de las dos ruedas cuenta también con sus ídolos, auténticas estrellas internacionales que se prodigan de festival en festival. Chambéry contó este año con la presencia del suizo Claude Marthaler, que se define como un ciclonauta (sic). En su velographie (sic), que hace las veces de biografía, cuenta que ha pasado 16 años recorriendo el planeta subido a su bici. Tardó siete en dar la vuelta al mundo, lo que le supuso recorrer más de 120.000 kilómetros y atravesar 60 países. Material más que suficiente para hacer soñar al visitante.

Y entre los más veteranos ciclistas, Heinz Stücke, un alemán que me fue presentado como un ciudadano de 81 años que lleva montado en su bici recorriendo el mundo desde hace 51. Es el protagonista del documental de factura española y de financiación participativa El hombre que quería verlo todo. Y el título le va que ni pintado porque esa es la razón por la cual un día Stücke salió de su casa.

Una de las bicicletas 'divertidas' que se podían probar.Anna Argemi

Fuera del edificio acabé mi visita disfrutando de la bicicleta de otra manera gracias a otra asociación, que proponía Vélos rigolos, o sea, bicicletas divertidas. A mi juicio se trata más bien de bicicletas engendros. Para reírse un buen rato hay personas que se dedican a construir modelos que parecen salidos del taller del doctor Frankenstein. Una bici, por ejemplo, funcionaba al revés: cuando girabas el manillar a la derecha se iba para la izquierda. Eso sí: nos echamos unas buenas risas aunque no llegamos muy lejos.

Me cruzaré de nuevo con la asociación Roue Libre en breve porque van a organizar aquí en Chambéry una vélorution a finales de noviembre. Hablamos también en el blog hace un tiempecito de esta revolución pacífica que está ocupando el espacio público francés sin prisa, pero sin pausa. De nuevo van a inundar las calles, armados de sus bicicletas para reclamar mayor presencia y reconocimiento de este medio de transporte ecológico y, en esta ocasión, como muestra de solidaridad con los inmigrantes: para reclamar que haya verdadera libertad de circulación para todos, se vaya sobre dos ruedas o a pie.

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