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Coordinado por Gonzalo Fanjul y Patricia Páez

La educación es la única vía para salir de la pobreza

La directora de la ONG World Vision ve rayos de esperanza y recuerda aquí los progresos educativos del país en los últimos 20 años a pesar de que la formación de las afganas sufre y sufrirá un freno aún mayor con la llegada al poder de los talibanes

Un grupo de niños juegan en un Espacio Amigo de la Infancia, en un asentamiento de desplazados internos en las afueras de Herat, Afganistán.Sayed Habib Bidel (© UNICEF/UN0530719/Bidel)

He vivido en Afganistán durante casi seis años y puedo decir que es una nación donde la gente tiene hambre de educación. Incluso, en este corto periodo, he sido testigo de un gran progreso. Durante décadas —en realidad casi desde siempre—, las niñas y los niños no han tenido la posibilidad de ir a la escuela, de abrir un libro infantil o colorear un dibujo. Mucho menos, de soñar con convertirse en médicos o docentes. Las escuelas no existían. Ellos servían como pastores y ellas en el hogar. Sin embargo, en los últimos años, ha habido un gran incremento de estudiantes.

Yo soy del sur de Asia y conozco muy bien el valor de tener una educación. Es una vía de escape. En realidad es la única vía para salir de la pobreza. Las personas, en lugares como Afganistán lo saben. Es por eso por lo que los niños que viven en las zonas rurales van a la escuela y luego regresan a casa para hacer su tarea a la luz de velas o linternas. También, es la razón por la que tantas personas que han recibido educación, están tratando de salir de Afganistán, porque están desesperadas para que sus hijos y, especialmente sus hijas, estudien.

Mi corazón se rompe cuando veo que a las niñas y los niños se les niega el poder formarse o, simplemente, cuando no hay escuelas a las que puedan ir

Mi corazón se rompe cuando veo que a los niños se les niega el poder formarse o, simplemente, cuando no hay escuelas a las que puedan ir. En ciudades como Herat, en el oeste de Afganistán, donde estoy viviendo, o en la capital Kabul, hasta hace poco las calles se llenaban cada mañana con las charlas emocionadas de estudiantes de secundaria que iban de camino a la escuela con sus mochilas llenas de libros, bolígrafos y lapiceros. Ahora, las voces de las alumnas están ausentes. Solo las niñas de la escuela primaria pueden estudiar.

Tengo la esperanza —debo tenerla— de que las nuevas autoridades pronto permitan que todas las niñas, de todos los niveles, regresen al colegio. Han sugerido que así será, aunque con algunas adaptaciones, para permitir que la educación de las niñas se ajuste a la ley sharía y para lograr que se garantice su seguridad. En Kabul, las universidades están abiertas a mujeres, con segregación de sexos en las aulas. Están esperando que pronto se tomen decisiones positivas por parte de las nuevas autoridades, especialmente porque sus hermanos han regresado a las escuelas secundarias que habían cerrado después de la toma de posesión de los talibanes.

Sospecho que los nuevos líderes del país no saben cómo actuar. En 1994, Afganistán ratificó la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño, comprometiendo al país a tratar a niñas y niños por igual. Dicha Convención es vinculante para los gobiernos subsiguientes y la comunidad internacional está presionando a los nuevos líderes para ponerla en práctica.

Pero la verdad fundamental es que Afganistán sigue siendo un país muy dividido y hay diferentes puntos de vista sobre si se debe o no educar a la población y cómo se debe hacerlo. Actualmente, se están planteando preguntas relativas a la lista de materias que deberían formar parte de los planes de estudio para ambos sexos. Y, lamentablemente, sigue siendo una realidad que, en algunas regiones, casi ninguna niña asiste a la escuela secundaria. Muchas se casan jóvenes y el 17% lo hace antes de cumplir los 15 años.

Muchas niñas se casan jóvenes y el 17% lo hace antes de cumplir los 15 años

Los centros urbanos son muy diferentes a las zonas rurales y áreas más conservadoras y las tasas de asistencia al colegio son más altas, para ambos sexos.

A pesar de las diferencias en las últimas dos décadas, ha habido un increíble progreso con respecto a la educación de la infancia. Gran parte de esto se debe a que la comunidad internacional, a lo largo de los años, ha contribuido hasta con la mitad del presupuesto necesario para la educación del país. Hace 20 años, casi ninguna niña asistía a la escuela primaria. Ahora cuatro de cada 10 niñas lo hacen, lo que equivale a 2,5 millones aproximadamente. Hasta hace unas semanas, un millón de ellas asistían a la escuela secundaria. Ahora, esperan que las nuevas autoridades decidan si cumplirán sus declaraciones públicas sobre los derechos de las mujeres y las niñas.

Sentí, como mujer líder de una organización en Afganistán, que podía ser un ejemplo para las mujeres afganas que trabajaban conmigo. Pero ahora muchas quieren dejar el país

Las aspiraciones educativas de los niños son compartidas por World Vision. Durante los últimos 20 años, hemos construido más de 25 edificios para escuelas primarias y secundarias y hemos renovado más de 100 colegios en las provincias de Herat y Ghor. Siempre hemos defendido los beneficios de la educación ante los líderes provinciales.

Muchos de esos alumnos admiraban a las mujeres en la enseñanza, en las agencias humanitarias y de desarrollo, en los negocios y en otros espacios como precursoras de un mundo de oportunidades florecientes. Sentí, como mujer líder de una organización con más de 300 trabajadores en Afganistán que, de alguna manera, podía ser un ejemplo para las mujeres afganas que trabajaban conmigo. Sin embargo, muchas han admitido desde entonces que se sienten nerviosas por el futuro y quieren irse del país.

Contamos con la comunidad internacional para pedir al Gobierno actual que dé garantías a las mujeres y las niñas de que se protegerán sus derechos a trabajar y aprender. Esto supone un gran apoyo, ya que más del 42% del PIB del país proviene de la ayuda exterior.

Espero que la evidencia de lo que las mujeres han logrado hasta ahora, de los beneficios económicos que tiene que estén presentes en el trabajo y que, incluso, la influencia de las mujeres en el hogar, sea el motor para que las personas encargadas de tomar las decisiones dirijan sus pensamientos y acciones hacia adelante.

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