Khushbakht Shah Jullani, abogada de violencia de género de Pakistán: “Soy una amenaza para el sistema”
Combate la cultura patriarcal a golpe de jurisprudencia y utiliza la inteligencia artificial para eliminar el sesgo de género en una judicatura que minimiza el riesgo, revictimiza y se basa en una imagen distorsionada de la “víctima real”
La sonrisa angelical de Khushbakht Shah Jullani esconde una determinación y una sed de justicia implacables. Abogada paquistaní especializada en violencia de género, Jullani es una de esas personas-torbellino que hace que objetivos aparentemente inalcanzables, acaben por cumplirse. A sus 28 años ha logrado la primera sentencia de violencia psicológica de género en su país, donde según la ONU, el 28% de las mujeres ha sufrido además violencia física. Esta joven abogada ha conseguido también tumbar la doctrina del Supremo vigente durante los últimos 136 años que cercenaba la custodia de las mujeres sobre sus hijos.
Ahora, Jullani se ha propuesto combatir el sesgo de género en las salas de los juzgados a través de la inteligencia artificial. Cree que las máquinas pueden ser más compasivas y menos prejuiciosas que los jueces de su país, al estar alimentadas de precedentes y prácticas procedentes de sistemas más entrenados y más sensibles a los casos de violencia contra las mujeres. “Se trata de que las decisiones jurídicas se basen en riesgos y pruebas reales y no en prejuicios de cómo debe comportarse una ‘víctima real’”, sostiene la abogada en una entrevista tras la ceremonia en Londres de entrega de los premios Unlock her Future, organizados a finales de octubre por The Bicester Collection y en la que quedó finalista junto a otras jóvenes asiáticas, empeñadas en hacer un mundo mejor.
Pregunta. Usted tumbó al Supremo de su país con un caso con el que quiso desafiar el concepto de qué supone ser una buena madre en Pakistán. ¿Por qué cree que era importante lograr un cambio?
Respuesta. La madre, de unos 30 años, tenía un hijo y había pedido permiso al tribunal de familia de Karachi para ir a Dubai con su hijo a trabajar, pero no lo conseguía, a pesar de tener el certificado de la custodia que en principio te da derecho a viajar. El padre es el guardián natural del hijo, simplemente por ser el padre, y la madre tiene que solicitar esa custodia. Cuando pidió el permiso de viaje, no se lo concedieron.
P. ¿Cómo logró superar obstáculos legales centenarios?
R. Recurrí a una instancia superior alegando que no se puede denegar a una madre el permiso para viajar fuera de su jurisdicción porque ahora el mundo es global. Alegué que se asumía que a las mujeres no se les debería permitir perseguir oportunidades profesionales en el extranjero y de que deberían quedarse confinadas a sus hogares o a la estructura tradicional del patriarcado y ese concepto es lo que quise desafiar. Impugna una regla de tutela vigente durante 136 años. Ese fallo se difundió entre más de 200 tribunales de familia y se les instruyó para que cada vez que reciban solicitudes de permiso y la mujer quiera perseguir oportunidades en el extranjero, no puedan retenerla.
P. ¿Cómo consigue que la tomen en serio en un país en el que es una rareza: abogada, joven, mujer y dedicada a defender a otras mujeres?
R. Es muy difícil. Tengo que agradecer a algunos jueces que me escuchan, pero también me han acusado de sobreactuar y exagerar. En Pakistán, apenas el 17% de los abogados son mujeres y de ellas la mitad están en prácticas. Opero en un contexto muy conservador, duro y hostil. El año pasado me suspendió un colegio de abogados.
P. ¿Por qué?
R. Trabajaba en un caso de un padre que abusaba de sus hijas. Eran gente influyente y tenían abogados con poder. Pero yo no me callaba; soy capaz de hacer mucho ruido. Soy una amenaza para el sistema.
P. ¿Tiene miedo?
R. Se revocó la suspensión después de apelar a la Corte Superior de Justicia y logré sentar un precedente. Pero tengo miedo, porque siento que estoy muy sola.
Los tribunales no protegen a las mujeres en la manera en la que la ley lo exige
P. Su proyecto Mahfooz.ai se alimenta de inteligencia artificial. ¿Tiene más fe en las máquinas que en los jueces de carne y hueso?
R. Empecé a utilizar ChatGPT en 2024 cuando estaba leyendo 5.000 páginas de jurisprudencia y me di cuenta de cuánto me ayudaba. Introduje un extracto de uno de mis casos donde el juez claramente mostraba un sesgo de género. Uno en el que decía que las pruebas de un USB mostraban que la mujer trataba de provocar al hombre. Metí ese extracto en ChatGPT y me devolvió una interpretación del párrafo mucho más racional. Entonces pensé que si la IA podía emitir juicios de problemas reales sin sesgo de género, entonces tal vez podía utilizarlo como un apoyo.
P. ¿Cómo lo utiliza exactamente?
R. Utilizo una herramienta de OpenAI para integrarla en las formaciones a jueces y abogados sobre la ley de violencia de género. Muchos jueces no saben cómo aplicar esta ley, así que utilizaban su propia interpretación. Mi herramienta se alimenta de datos de 32 jurisdicciones de otros países, priorizando sistemas parecidos al nuestro, pero con buenas legislaciones y prácticas innovadoras. La idea es incorporar lo que funciona en Canadá, en Sudáfrica o en Reino Unido, pero es un sistema que incorpora principios más que preceptos concretos. Contiene un test para identificar el sesgo de género, conocer la ley y aplicarla teniendo en cuenta que se trata de personas que han experimentado un trauma.
Cuando tratas de limitar las libertades y las capacidades de las mujeres, el mundo pierde
P. ¿Puede poner algún ejemplo de esos sesgos?
R. Si por ejemplo un magistrado minimiza sin intención el riesgo que corre la superviviente porque no tiene heridas visibles o porque volvió a su casa después de la agresión, puede ayudarle un enfoque que tenga en cuenta lo que supone el trauma, porque esas son respuestas comunes en las personas que sufren traumas. La herramienta ayuda al juez a entender patrones como las denuncias tardías, la disociación, la dependencia financiera. El objetivo es que las pruebas no sean desestimadas de forma incorrecta. He representado a más de 150 mujeres y he visto cómo un magistrado cambiaba de parecer al comprender, por ejemplo, que la violencia psicológica puede preceder a la física. MehfoozAI alerta de los indicadores de riesgo que un juez puede pasar por alto. Advierte también, por ejemplo, de cuándo una pregunta puede traumatizar de nuevo. En general, trata de que las decisiones jurídicas se basen en riesgos y pruebas reales y no en prejuicios de cómo debe comportarse una supuesta “víctima real”.
P. En su página web, usted asegura que puede lograr protección para una mujer en 30 días. ¿Cómo es posible garantizar el cumplimiento de las sentencias en un país con pocos recursos?
R. El cumplimiento sigue siendo un gran problema. Mi trabajo como abogada es conseguir la orden de protección, pero además me coordino con las comisarías de policía. En cuanto consigo una orden de protección, les envío una copia a las policías y les llamo para asegurarme de que la han recibido y de que son conscientes de la gravedad del asunto. Colaboro además con albergues para mujeres. Hoy mismo mi socia me ha dicho que una mujer que pusimos en un albergue le está llamando porque ha huido a otra provincia para estar a salvo de su marido. Estas son cosas que vemos todos los días y nos sentimos muy impotentes. Los tribunales no protegen a las mujeres en la manera en la que la ley lo exige. La ley, por ejemplo, establece unos comités de protección, pero en mi provincia no hay ninguno. Hay un enorme vacío institucional.
Apenas el 17% de los abogados son mujeres y de ellas la mitad están en prácticas
P. Usted aspira a provocar un cambio cultural a través de la ley, pero es un proceso lento y la violencia continúa.
R. El año pasado logré una sentencia de violencia psicológica; la primera en el país. Es un ejemplo de cómo la ley de 2013 está infrautilizada. Logré la sentencia, pero fue un proceso de dos años. Para mí, como abogada, fue un éxito, pero para la víctima fue un fracaso. Estaba embarazada, tenía 21 años y el marido la había echado de su casa. Cuando le dieron la compensación, ya no la necesitaba. Había tenido el hijo, empezado a trabajar y no quería saber nada del sistema legal. Yo presumo del caso porque me ayuda como abogada y crea un precedente y esperemos que un efecto dominó, pero sé que a ella no le ayudó.
P. Hay miles de mujeres afganas en Pakistán esperando a ser deportadas a su país, donde, según la ONU, los talibanes han implantado un apartheid de género. El mundo parece asistir impasible.
R. He ayudado a algunas de esas mujeres afganas y me entristece profundamente que mi Gobierno esté llevando a cabo esas políticas y que se esté atacando a las afganas en Pakistán. Allí, han prohibido su educación y no les permiten expresarse intelectualmente. Cuando tratas de limitar las libertades y las capacidades de las mujeres, el mundo pierde.