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Uno de cada cuatro grandes brotes de sarampión en 2024 ocurrió en países que estaban libres de esa enfermedad

El mundo no recupera la cobertura de vacunación que tenía antes de la pandemia y aumentan los casos, especialmente en el Mediterráneo Oriental y en países de ingresos altos

El sarampión vuelve a los lugares de los que había sido eliminado. La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha alertado de que, en 2024, 59 países registraron brotes grandes o disruptivos: es uno más que en 2023, cuando hubo 58, y tres veces más que en 2021. Lo alarmante, advierte el organismo, es que el 25% de estos Estados habían sido declarados, hasta ese momento, libres de esta enfermedad. Kate O’Brien, directora del departamento de Inmunización, Vacunas y Biológicos de la OMS, lamenta que “en gran parte del mundo, las alarmas están sonando”.

“Cada caso, cada hospitalización, cada comunidad que lucha contra un brote es un recordatorio de lo que sucede cuando la vacunación disminuye y cuando los sistemas de salud no llegan a todos los niños”, ha afirmado O’Brien en una rueda de prensa virtual el pasado lunes en la que se presentó el informe Progreso hacia la eliminación del sarampión en todo el mundo, 2000-2024, que incluye los últimos datos regionales sobre casos y muertes de la enfermedad más contagiosa del mundo. 2025 tampoco va por buen camino.

Se considera que un Estado ha eliminado el sarampión si la enfermedad no reaparece en el plazo de un año: si se registra un brote, el contador vuelve a empezar. O’Brien explica que, si un país mantiene el sarampión a raya, se considera que su programa de inmunización y su sistema de salud “son sólidos”. “El sarampión actúa como una alarma de incendios. Cuando reaparece, advierte de que hay lagunas en la cobertura de inmunización, que el sistema sanitario no está funcionando al máximo rendimiento y que hay desigualdades en la atención”, detalla O’Brien. Es decir que, si hay sarampión, “es casi seguro” que haya lagunas en la atención a otras enfermedades como la difteria, la tos ferina o la poliomielitis.

Tras la pandemia, el sarampión ha vuelto a repuntar y el mundo sigue sin recuperar los logros en reducción de casos y cobertura de vacunación. En 2024, hubo 11 millones de casos, un 8% más que en 2019. La región en la que más aumentaron fue el Mediterráneo Oriental, con un 86% más. Allí, países como Irak, Pakistán y Kazajistán tienen los números disparados. Según Diana Chang, jefa de la Unidad del Programa Esencial de Inmunización de la OMS, esto se debe a que varios países de la región están afectados por conflictos o emergencias humanitarias donde es muy difícil vigilar la enfermedad y vacunar a la población. “Además, debido a la pandemia quedaron interrumpidos muchos servicios de inmunización. El Mediterráneo oriental es una de las zonas que ha tenido dificultades para recuperar una alta cobertura”, añade.

En cambio, por primera vez, hay países de África subsahariana libres de sarampión: como Cabo Verde, Mauricio y Seychelles. África, además, es la región donde más se ha reducido el número de casos (-40%) y de muertes (-50%).

Pese al aumento de casos, las muertes descendieron de 780.000 en el año 2000 a 95.000 en 2024. La OMS lo atribuye a que una parte de los brotes recientes afectan a países de altos ingresos, ―en Europa los casos aumentaron un 47%― con sistemas sanitarios capaces de atender complicaciones graves.

La del sarampión es la vacuna infantil que, según la OMS, más vidas ha salvado en el mundo: más de 59 millones desde el año 2000. Pero no se aprovecha todo su potencial. La cobertura de la primera de las dos dosis contra el sarampión, que en 2019 estaba en un 86%, se ha reducido al 84%. Aunque la brecha general no parece grande, sí es motivo de preocupación porque significa que hay más niños sin vacunas en el mundo. Pese a que se trata de una inmunización barata ―cuesta menos de un euro―, en 2024, había 20,6 millones de niños que no habían recibido ni siquiera la primera de las dos dosis contra el sarampión. “Tres cuartas partes de esos niños viven en la región africana o del Mediterráneo este. Los más perjudicados son los que viven en entornos vulnerables o afectados por conflictos”, añade Chang. La cobertura de la segunda dosis apenas llega al 76%.

Es más importante que nunca que los líderes comunitarios, religiosos, sociales y políticos comprendan bien la realidad de las vacunas y compartan información precisa y veraz sobre ellas
Kate O’Brien, directora del departamento de Inmunización, Vacunas y Biológicos de la OMS

Uno de cada cinco niños que se contagia de sarampión termina en el hospital, advierte la OMS. Los casos más graves pueden provocar infecciones cerebrales e, incluso, la muerte. Pero, si el menor se recupera, tampoco hay garantías. “Durante semanas o meses después, su sistema inmunológico puede verse debilitado o incluso aniquilado, lo que los pone en riesgo de contraer enfermedades como neumonía, meningitis o diarrea”, enumera O’Brien.

Aunque la OMS apunta al impacto de la pandemia en la capacidad de vacunación como primera causa de su estancamiento, reconoce que la desinformación a gran escala también es un problema. “Es más importante que nunca que los líderes comunitarios, religiosos, sociales y políticos comprendan bien la realidad de las vacunas y compartan información precisa y veraz sobre ellas”, afirma O’Brien.

El efecto de los recortes

Este año no luce mejor. América, por ejemplo, ha perdido en noviembre el certificado como región libre de sarampión. Era la única región que gozaba de este logro hasta que Canadá no consiguió interrumpir la transmisión sostenida que empezó hace un año. EE UU y México son otros de los países con grandes brotes y muertes. En Bolivia, incluso, el sarampión no solo llevó a una declaratoria de emergencia sanitaria nacional en junio, sino a la suspensión de clases en algunas zonas.

No obstante, O’Brien sostiene que la situación podría ser peor. Cita la campaña The Big Catch-Up (la Gran Recuperación) que, desde 2023, ha vacunado a 11 millones de niños en un esfuerzo por recuperar el avance que la pandemia trucó.

El mayor temor, sin embargo, son los recortes a la ayuda internacional. El informe de la OMS señala que el retiro repentino, pero sostenido, del apoyo sanitario mundial por parte de EE UU tendrá “graves consecuencias” para el programa de eliminación del sarampión y la rubeola. Esto significará programas de inmunización más débiles, retrasos en campañas de vacunación y una respuesta menos eficaz a los brotes. Y advierte: “Identificar fuentes alternativas de apoyo para estas funciones críticas es ahora una prioridad difícil, ya que muchos socios están reduciendo su aporte simultáneamente debido a los recortes en la ayuda exterior por parte de los Estados Unidos y otros gobiernos”.

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