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La sanidad en Gaza continúa en cuidados intensivos un mes después del alto el fuego: “Esto no es vida, esta realidad se parece a la muerte”

Faltan medicamentos, material para cirugías y equipos para diagnosticar. Las organizaciones humanitarias y las agencias de Naciones Unidas piden a Israel facilitar la entrada de suministros médicos y la evacuación de pacientes críticos

El alto el fuego en Gaza acordado hace un mes por Israel y Hamás no ha logrado que Mohammed al Zuhairi, de 78 años, pueda conseguir los medicamentos para tratar su asma crónica. “Ni siquiera el inhalador que utilizaba está disponible en Gaza. Me dan analgésicos, pero no un tratamiento real”, dice este hombre, padre de cinco hijos y abuelo de 30 nietos —dos de ellos murieron durante la guerra-, que tuvo que desplazarse de Tal al Zaatar, al norte, hasta el centro de Gaza. Las autoridades sanitarias han informado de que los medicamentos para esta enfermedad pulmonar, y muchas otras más, siguen sin estar disponibles.

Al Zuhairi, tampoco ha recibido una tienda de campaña, lonas impermeables o cesta de alimentos recientemente, pese a que el invierno está llegando y el estado de una persona asmática empeora con el frío y si no come adecuadamente. “Solo encuentro algo de comida en un comedor social cercano”, afirma. En unos días, su hijo Iyad, de 44 años, va a ser padre. “Esperábamos una mejora en nuestras condiciones de vida, pero nada ha cambiado”, lamenta.

El recuento de la ONU indica que 18 de los 36 hospitales de la Franja operan parcialmente en estos momentos. Cuatro de ellos lograron abrir tras la entrada en vigor del alto el fuego. Además, la OMS informó de que hay siete centros que atienden a niños con desnutrición aguda grave. Según sus cálculos, en Gaza hay unos 25.000 niños menores de cinco años que requieren atención médica urgente por desnutrición.

Según Zaher al Waheedi, director del Centro de Información Sanitaria del ministerio de Salud de la Franja, donde gobierna desde 2007 el movimiento islamista Hamás, no se registra ninguna mejora en el sector sanitario un mes después de la entrada en vigor del alto el fuego. Según el responsable, entre 10 y 15 personas estarían muriendo cada día debido a la falta de servicios médicos disponibles.

Al Waheedi explica, por ejemplo, que los medicamentos sin existencias aumentaron del 54% al 55% en las últimas semanas. La escasez entre los fármacos de atención primaria llega al 56%, lo que significa que la mitad de los pacientes con enfermedades crónicas (cardiopatías, diabetes, hipertensión) no reciben tratamiento con regularidad. En urgencias, la carencia de medicinas llega al 38%, un índice “sin precedentes y peligroso” para los servicios que reciben más pacientes, según afirma Al Waheedi.

Según fuentes del ministerio gazatí, ninguna máquina de resonancia magnética funciona en Gaza después de que las fuerzas israelíes destruyeran o inutilizaran siete dispositivos. De los 17 escáneres de tomografía computarizada, solo funcionan seis. Ante este panorama, Al Waheedi es escéptico con respecto a la siguiente fase del alto el fuego. “Todo está muy confuso porque los propios políticos no tienen una visión clara. No podemos predecir ni esperar cómo será la situación”.

“El personal sanitario está extremadamente agotado. Hemos perdido a 1.722 profesionales, la ocupación ha detenido a 361 y 440 han abandonado Gaza”, dice Al Waheedi, revelando la urgente necesidad de delegaciones médicas especializadas.

En el norte, alerta Caroline Seguin, coordinadora de Emergencias de Médicos Sin Fronteras en la Franja de Gaza, la situación es especialmente crítica por el nivel de destrucción. “Los hospitales no funcionan en absoluto. En Ciudad de Gaza todavía hay algunos hospitales que operan a medio gas, pero todos también han sufrido una destrucción parcial. Carecen de servicios de atención primaria y, por supuesto, también de atención secundaria”, describe.

El sector sanitario no ha experimentado la mejora esperada y no se ha producido ningún cambio real o fundamental en su realidad
Zaher al Waheedi, director del Centro de Información Sanitaria del Ministerio de Salud

La UNFPA, la agencia de Naciones Unidas para la salud sexual y reproductiva, advirtió en julio de que las mujeres embarazadas y los recién nacidos de Gaza se enfrentan a condiciones “catastróficas”, debido al colapso del sistema sanitario en Gaza, el estrés y la privación de alimentos. En ese momento, se calculó que la falta de medicamentos esenciales y la destrucción de los hospitales, habían reducido la atención neonatal crítica en un 70%.

En el caso de los pacientes oncológicos, el 67% de los medicamentos y tratamientos necesarios no están disponibles. Según el Centro Palestino para los Derechos Humanos (PCHR, por sus siglas en inglés), en Gaza había unos 12.500 personas enfermas de cáncer antes de que estallara esta guerra. En mayo, la quimioterapia se vio totalmente suspendida en la Franja después de que el hospital Europeo quedara inoperativo tras ser blanco de ataques israelíes y desde entonces, se han brindado unos servicios mínimos de quimioterapia en el hospital Nasser.

En Gaza también falta material tan básico como jeringuillas, guantes y mascarillas, así como material de quirófano y de laboratorio, lo que impide realizar pruebas vitales a pacientes crónicos. En 2024, el Ministerio de Salud palestino calculó que unas 350.000 personas en Gaza que sufrían alguna enfermedad crónica como diabetes, cáncer y dolencias cardiovasculares, renales y respiratorias, se estaban viendo privadas de los controles médicos y los tratamientos esenciales, debido a la guerra.

Paralelamente, Israel también limita el número de misiones médicas extranjeras que entran en Gaza y la cantidad de pacientes que son evacuados para recibir tratamiento en el extranjero. Desde que entró en vigor el alto el fuego el 10 de octubre, solo han podido salir 165 personas, según datos de la OMS. Unos 16.500 pacientes necesitarían ser evacuados urgentemente para recibir atención sanitaria, según estas fuentes.

Los pacientes que salen para recibir tratamiento en el extranjero a través del paso fronterizo de Kerem Shalom con Israel se redujeron a 43 niños en dos meses, en comparación con las aproximadamente 100 salidas mensuales antes de la guerra.

Según datos del ministerio gazatí, los pacientes en diálisis se han reducido de 1.244 a 622. De los que ya no reciben tratamiento, 43 murieron por los bombardeos israelíes, 44 abandonaron Gaza para recibir tratamiento y el resto murió por la imposibilidad de recibi su tratamiento.

El plan para Gaza del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que sirvió de base para la negociación de la tregua entre Hamás e Israel, prevé que entre en la Franja una cantidad de ayuda humanitaria similar a la registrada en el anterior alto el fuego de dos meses de inicios de año, cuando el flujo diario oscilaba entre 500 y 600 camiones. Pero estos números no se están alcanzando y la ayuda humanitaria que Israel permite no basta para saciar las enormes necesidades, según han denunciado organizaciones humanitarias internacionales y locales.

Dentro del volumen de ayuda que entra en Gaza, la asistencia destinada al sector sanitario es aún claramente insuficiente. Por ejemplo, el 11 de noviembre se descargaron más de 3.700 palés de ayuda de entidades de Naciones Unidas. Un 67% eran alimentos y apenas un 1%, suministros sanitarios, de acuerdo con datos de la Oficina para la Coordinación de Asuntos Humanitarios (OCHA, por sus siglas en inglés).

Según estas fuentes, desde que entró en vigor el alto el fuego, Israel ha denegado la entrada en Gaza a más de 6.490 toneladas de ayuda humanitaria coordinada por la ONU. Una gran parte de ellas contenían suministros médicos.

MSF confirma que han podido introducir algunos camiones con medicamentos, pero que, aún hay muchos artículos que no pueden ingresar debido al control israelí. “Me refiero a equipos para realizar tomografías computarizadas, máquinas de rayos X y también algunos equipos importantes para cirugía”, especifica Seguin.

Asmaa al Helu, de 39 años, camina lentamente a lo largo de la costa mediterránea en Gaza llevando la ropa raída de sus hijos después de lavarla con agua de mar. No hay agua dulce disponible para lavar la ropa, los platos o bañarse. Su hijo Mahmoud, de tres años, que todavía se orina debido a una enfermedad recurrente y un resfriado severo, necesita ropa limpia.

Los pies descalzos de Al Helu se hunden en la arena. Es una madre divorciada con 13 hijos —siete niños y seis niñas, el mayor de 19 años, Qusai— y no tiene una fuente de ingresos. Su exmarido los abandonó sin ningún tipo de ayuda. Se derrumba frente a su tienda, que ha rodeado con mantas y telas gastadas. Mahmoud salta a su regazo mientras nueve de sus hijos se reúnen a su alrededor pidiendo pan o comida. Es casi mediodía y no han comido nada. “No ha cambiado nada para nosotros a pesar de que ha pasado un mes desde el alto el fuego”, dice Al Helu.

“No soy fuerte y no puedo soportar más”, dice Al Helu. “Me veo obligada a soportar esta situación que ningún ser humano puede soportar. Estoy muy agotada y abatida y quiero llorar hasta morir. Esto no es vida, esta realidad se parece a la muerte”.

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