“Los países africanos no queremos ser invitados a la mesa, sino construirla”: en busca de una nueva arquitectura sanitaria global tras los recortes de la ayuda
Líderes políticos, expertos y activistas reunidos en Berlín reclaman un nuevo modelo de salud mundial que sea menos dependiente de la ayuda internacional
El mundo necesita con urgencia transformar la arquitectura de salud global tras la decisión del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, de cerrar USAID (la agencia de cooperación del país) y de abandonar la Organización Mundial de la Salud (OMS), y los recortes a la Ayuda Oficial al Desarrollo decretados por algunos países europeos. Esta es la principal conclusión de los líderes políticos, sanitarios y activistas que participan desde el domingo en Berlín el World Health Summit (Cumbre Mundial de la Salud) con el objetivo de impulsar la reforma de un sistema sanitario al borde del colapso y que, según consideran, no puede seguir dependiendo de la volatilidad de los donantes.
“Unos 4.500 millones de personas no tienen accesos a los servicios sanitarios que necesitan, porque no disponen de vacunas, diagnósticos o tratamientos o simplemente porque no hay suficientes camas de hospital ni trabajadores sanitarios”, resume la ministra alemana de Cooperación Económica y Desarrollo, Bärbel Kofler, que ofrece a continuación una de las cifras que le resulta “más devastadora”. “Cada año, 4,5 millones de mujeres y bebés mueren durante el embarazo o el parto por problemas que en su mayoría pueden ser evitados”, lamenta la política alemana, cuyo gobierno ha anunciado, durante la celebración de la cumbre, una aportación de 1.000 millones de euros al Fondo Mundial de Lucha Contra el Sida, la Tuberculosis y la Malaria.
No queremos limitarnos a tapar agujeros financieros, hay que rediseñar los sistemas en torno al liderazgo nacional y la responsabilidad compartidaSerah Makka, directora ejecutiva de One Campaing Africa
“No queremos limitarnos a tapar agujeros financieros, hay que rediseñar los sistemas en torno al liderazgo nacional y la responsabilidad compartida”, afirma Serah Makka, directora ejecutiva de One Campaing Africa, una ONG que combate la pobreza extrema y las enfermedades prevenibles. La ministra de Sanidad de España, Mónica García, coincide con el diagnóstico: “La reestructuración no solo tiene que ver con la financiación, sino también con toda la arquitectura del sistema sanitario global”, afirma en una entrevista con este diario.
Estas son algunas de las fórmulas que proponen políticos, expertos y activistas para lograrlo:
Una financiación “más justa” basada en impuestos progresivos
“Tenemos que innovar en la financiación y los impuestos son la vía más justa y eficiente de financiación de cualquier programa que quiera imponer la justicia social y la universalidad en las políticas, en este caso en las políticas sanitarias y en el derecho a la salud”, afirma García. La ministra defiende el modelo español —“sanidad universal financiada por impuestos generales y tasas sobre el tabaco, el alcohol o las bebidas azucaradas”— como ejemplo exportable, al menos en parte. “No todos los países pueden copiarlo, pero sí pueden adaptarlo, combinando impuestos progresivos y mecanismos innovadores como los canjes de deuda por salud”, afirma.
Los impuestos son la vía más justa y eficiente de financiación de cualquier programa que quiera imponer la justicia socialMónica García, ministra de Sanidad de España
Algunos países ya lo hacen o lo planean. Según Jean Kaseya, director general del Centro Africano para el Control y la Prevención de Enfermedades (Africa CDC), “Etiopía ha logrado doblar el presupuesto nacional, mientras que República Democrática del Congo está dispuesta a destinar al sector sanitario el 2% de todos los productos importados, lo que supondrán 1.400 millones de dólares [1.209 millones de euros] adicionales al año”, explica.
La directora de ONUSida, Winnie Byanyima, apuesta también por centrarse en los “impuestos progresivos en lugar de intentar que los filántropos aporten un poquito más”. “Si quieres construir un edificio como este y alguien viene y te da seis latas de pintura del color que quieras, tú das las gracias, porque es una contribución, pero no es fundamental”, afirma. Aunque su objetivo prioritario es lograr que el mundo apruebe la propuesta de gravar a los superricos que hizo Brasil durante su presidencia del G-20. “Si pusiéramos un 2% de impuestos a las fortunas de los 3.000 milmillonarios del mundo, se podrían recaudar 1.700 billones de dólares, y se podría financiar la salud global y la adaptación al cambio climático”.
Fortalecimiento de la gobernanza local
El segundo pilar del nuevo modelo pasa por fortalecer las estructuras locales. “Durante años hemos tenido programas duplicados e impuestos desde fuera. Necesitamos gobernanza bajo el paraguas de la OMS, pero teniendo en cuenta las realidades locales para evitar los paternalismos” del Norte Global, subraya García.
Kaseya resalta la importancia de caminar hacia lo que denomina la “soberanía sanitaria africana”, que pasa por la combinación de cuatro elementos: la financiación doméstica para reducir la dependencia de la ayuda, la fabricación local de medicamentos y vacunas, el control sobre la información sanitaria y una gobernanza transparente que evite la corrupción y las duplicidades. “Cuando Estados Unidos recortó los fondos perdimos incluso el acceso a nuestros propios datos” porque la recolección y gestión estaba financiada por USAID. “Los países africanos no queremos ser invitados a la mesa, sino construirla”, afirma.
Más datos
“El 70% de las muertes se producen por enfermedades no transmisibles y solo se invierte en ellas el 30% de los fondos en salud de los gobiernos”, recuerda Vital Strategies, una organización sin ánimo de lucro que trabaja para fortalecer los sistemas de salud pública en todo el mundo y que ha invitado a EL PAÍS a esta cumbre. Según sus cálculos, “por cada dólar invertido en sistema de datos se obtiene un retorno de 32 euros”. La directora ejecutiva de la ONG, Mary-Ann Etiebet, explica por qué: “En un momento en el que se lucha por los recursos, los datos permiten a los Gobiernos tomar mejores decisiones” para proteger vidas, fortalecer los sistemas de salud y usar los recursos de forma más eficaz.
No abandonar la solidaridad global
Pese a las críticas contra un sistema que peca de una enorme dependencia de los donantes, Byanyima considera que la transición hacia un nuevo modelo requiere mantener la solidaridad. “La disminución de las ayudas de una forma tan rápida ha provocado que haya gente que ahora mismo se está muriendo”, afirma. Por ello, continúa, “lo primero que hay que hacer es organizarse y aplicar una respuesta que permita hacer la transición desde el actual modelo basado en la ayuda hacia uno nuevo”, propone la directora de ONUSida, que celebra la aportación de 1.000 millones de euros que el Gobierno alemán hará al Fondo Mundial.
Esa solidaridad tiene distintas manifestaciones. Thomas Schinecker, director ejecutivo de la farmacéutica Roche, considera que los países con más ingresos no pueden pretender pagar lo mismo por un medicamento que los que tienen rentas más bajas. “Si los países ricos empiezan a decir, como está sucediendo, que quieren pagar lo mismo por los medicamentos que los países más pobres, será muy difícil financiar la innovación” y poder vender medicamentos en lugares donde los ciudadanos no podrían permitírselos. Y añade: “Hay que seguir situando la solidaridad global en el centro de la conversación, porque muchos países están virando hacia un gran proteccionismo y la están poniendo en riesgo”.