“¡Hemos vuelto a la vida!”: la alegría embriaga a los gazatíes, mientras ansían el regreso a su tierra y a la normalidad
La gente se congrega para abrazarse, besarse en la cabeza y compartir su alegría, mientras miles de desplazados se enfrentan a la decisión de volver a sus barrios destruidos o esperar a que las fuerzas israelíes ofrezcan garantías de seguridad
Por primera vez en meses, Mohammed Hamdan Abu Shahab, de 40 años, se sentó el jueves con sus amigos para charlar y jugar al dominó, el juego de mesa que más le gusta. Ese simple gesto —sentarse a una mesa en la playa, en una zona considerada relativamente segura— era algo que había temido hacer durante los dos años que ha durado la guerra en Gaza. Abu Shahab sonrió al hablar de su inmensa alegría tras conocer el anuncio del presidente estadounidense, Donald Trump, de que Israel y Hamás habían firmado un acuerdo para alcanzar un alto el fuego. “El mayor logro es detener la matanza”, dice. “En los últimos días, temíamos irnos a dormir por la noche y no despertarnos por la mañana”.
A su lado, su hijo Naim juega con él. “Desde el amanecer hasta ahora, no he podido cerrar los ojos de alegría y felicidad”, asegura Abu Shahab. Al amanecer, su esposa lanzó zaghareed, ululatos tradicionales de celebración, despertando a cientos de familias en tiendas de campaña cercanas, que salieron a celebrar. Las mujeres se reunieron, encendieron hogueras, prepararon té durante las primeras horas del día y todos permanecieron despiertos hasta la puesta de sol.
Abu Shahab y su familia habían abandonado su anterior hogar hacía cinco meses y, ahora, no tienen claro cómo volver, sobre todo debido a las restricciones militares israelíes en esa zona. Aun así, Abu Shahab habla con determinación sobre el futuro. “Somos los hijos de Gaza. Tenemos una energía humana tremenda y la voluntad de recuperar nuestras vidas”, dice. “Lo importante es que nos liberemos de esta ocupación, que se levante el asedio y cesen las operaciones militares, que dejen de matarnos. Nos encargaremos de reconstruir Gaza de nuevo”.
Como Abu Shahab y su familia, minutos después de conocerse el anuncio de Trump, miles de gazatíes salieron de las tiendas de campaña y los campos de desplazados en concentraciones espontáneas, cantando y celebrando lo que muchos calificaron como un regreso a la vida.
Somos los hijos de Gaza. Tenemos una energía humana tremenda y la voluntad de recuperar nuestras vidasMohammed Hamdan Abu Shahab
“¡Tenemos una tregua! ¡La guerra ha terminado! ¡Hemos vuelto a la vida!”, resonaban las voces en los campos de desplazados de Jan Yunis y en todo el sur de la franja de Gaza. Los residentes expresaban su enorme alivio. La multitud se reunió cantando canciones nacionales palestinas, y ancianos y niños se unieron a las celebraciones, saliendo a las calles que durante dos años han estado envueltas en la oscuridad y el miedo.
A lo largo del día, continuaron las reuniones espontáneas en las escuelas convertidas en refugios, entre las filas de tiendas de campaña, cerca de las panaderías y en los puntos de distribución de alimentos. La gente se congregaba para abrazarse, besarse en la cabeza y compartir su alegría.
Miles de desplazados se enfrentan, sin embargo, ahora a una misma decisión: volver a su barrio destruido o esperar a que las fuerzas israelíes ofrezcan garantías de seguridad más claras. Una de ellas es Khayriya Abu Gamea, de 67 años. La mujer le pide cautela a su marido, Samir. Las conversaciones giran en torno a qué zonas se puede regresar. Abu Gamea tiene miedo de los peligros a los que podría enfrentarse su marido al atravesar esas zonas antes de que se concedan los permisos oficiales.
“Todo el mundo en Gaza está sumido en una alegría sin precedentes”, asegura Abu Gamea. “Estábamos esperando este día, pero también estamos en estado de shock porque no esperábamos llegar a este acuerdo. La desesperación se había apoderado de nosotros hasta el punto de que estábamos seguros de que la matanza acabaría con todos, hasta que llegó este acuerdo”.
Abu Gamea explica que no ha dormido desde que se enteró de la noticia, siguiendo las novedades minuto a minuto. “La gente salió de sus tiendas de campaña vitoreando, aplaudiendo... Todos lloraban de alegría”, recuerda. “La gente aquí siente que ha pasado de la muerte a la vida”.
El conflicto ha causado la muerte de más de 67.000 palestinos, según el Ministerio de Salud de Gaza, dirigido por Hamás —la ONU considera fiables estas cifras— y ha dañado o destruido más del 90% de las viviendas de Gaza, según cifras de la OCHA (Oficina de la ONU para la Coordinación de Asuntos Humanitarios).
El incierto retorno
El acuerdo de alto el fuego, anunciado por Trump y pendiente de la aprobación del gabinete israelí, esboza un plan en varias fases que comienza con un intercambio de rehenes y prisioneros. La primera fase incluye la liberación de 20 rehenes israelíes vivos y 28 cadáveres a cambio de 250 prisioneros palestinos condenados a cadena perpetua y 1.700 detenidos de Gaza.
“Ahora vuelve a nosotros la esperanza, la esperanza de detener la muerte, los asesinatos, la destrucción y los desplazamientos”, señala Abu Gamea. “Lo que necesitamos ahora es simplemente volver a la zona en la que vivíamos, que abandonamos por la fuerza”, añade.
En otra zona de Al Mawasi, Samer al Masry, de 63 años, está sentado con sus hijos bajo la tienda que se ha convertido en el hogar de toda su extensa familia. Este funcionario jubilado comparte una tienda con su hijo Mohammed (31 años), una hija de 27 años especialista en laboratorio médico, cuatro hijos estudiantes universitarios y sus nietos. Al Masry recuerda con profundo dolor la destrucción de su casa familiar, en diciembre de 2023, y de la vivienda que alquiló después a un pariente por 4.000 dólares (3.460 euros). Mientras las lágrimas resbalan por sus mejillas, pese a sus intentos por contenerlas, expresa las complejas emociones que sienten muchos habitantes de Gaza.
“Sí, hoy han cesado los asesinatos y nos alegramos por ello, pero nos enfrentamos a otro tipo de destrucción”, se aflige. “¿Cómo nos las arreglaremos ahora? Estamos literalmente en la calle. No tenemos nada”. Señala la tienda en la que viven. “Ni siquiera soy el dueño, se la he pedido prestada a mi hermano. No tengo ninguna prenda de ropa, lona, manta ni nada que pueda llevarme a mi casa en la zona de Sheikh, en el centro de Jan Yunis, donde mi edificio de dos plantas ha sido destruido: una planta era mía y la otra pertenecía a otras personas”. “A mi edad, hoy lloro, primero por la alegría de que hayan cesado los asesinatos, y luego por la tristeza que me produce nuestra situación”, apunta.
Sin embargo, si las autoridades le permiten regresar al centro de Jan Yunis, Al Marsy asegura que comenzará inmediatamente a reconstruir su vida. “Trabajaré duro para transportar todo lo que haya disponible o comprar todo lo que se pueda para montar una tienda de campaña allí. Queremos vivir en nuestra tierra”, afirma.
La experiencia previa con la ocupación nos ha enseñado a ser muy cautelososAbu Gamea, gazatí de 67 años
Como empleado público jubilado, Al Masry se enfrenta a enormes dificultades económicas. “Lo que recibo de mi pensión no es suficiente para alimentar a mi familia, ¿cómo voy a poder cubrir los gastos de montar tiendas de campaña, baños y otras necesidades?”, se pregunta. Su hijo Mohammed, un ingeniero civil que en su día tenía buenas perspectivas profesionales, comparte ahora el futuro incierto de su padre.
Cauteloso optimismo
Abu Gamea expresa tanto la esperanza como la persistente ansiedad que comparten muchos habitantes de Gaza. Aunque celebra que la violencia inmediata haya cesado, teme que las hostilidades se reanuden tras el intercambio de rehenes, sobre todo teniendo en cuenta las experiencias anteriores con los altos el fuego. “La experiencia previa con la ocupación nos ha enseñado a ser muy cautelosos”, afirma. “Pero ahora sentimos que todo el mundo está con nosotros, que Dios Todopoderoso está con nosotros. Israel tenía previsto completar la aniquilación, la destrucción y el desplazamiento, pero Dios intervino, junto con el sincero apoyo de pueblos amigos, especialmente España”.
Menciona las declaraciones del presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez. “Escuché su plan de nueve medidas traducidas en la radio local. Sentí que es un amigo del pueblo palestino, como un padre y un hermano que siente nuestro dolor por los hijos que hemos perdido y los hogares que han sido destruidos. Su posición y otras más son las que nos han llevado a este momento de calma”.