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El Puche: el barrio de Almería que acoge sueños y frustraciones de los migrantes recién llegados

Cientos de personas llegan cada año tras un arriesgado trayecto por el Mediterráneo y se instalan en esta zona castigada por la pobreza. Allí sobreviven como pueden, mientras esperan, a veces durante años, un permiso de residencia en España

Ahmed (20 años) se mira en el espejo del cuarto de baño de su chabola situada en pleno centro del barrio. Se dispone a salir con su primo Omar para buscar trabajos temporales que le permitan cenar esa noche. Sus empleos suelen durar pocos días, y el resto del tiempo intentan ganarse el pan con la chatarra. José Castillo, de Almería Acoge, señala: “Vienen muy jóvenes con la ilusión de poder aprender, formarse y acabar viviendo en España de lo que les gusta, pero pronto ven que las cosas se complican mucho y sus sueños se van desvaneciendo. A pesar de esto, hay muchos chavales que siguen luchando y acaban consiguiendo trabajar en aquello que querían”.Borja Abargues
Uno de los vecinos de El Puche es el marroquí Yacine Enifer (39 años). Él consiguió llegar a España hace 16 años en una pequeña patera, dejando a la familia en su país de origen. “Cuando llegué a bordo de la patera soñaba con llevar una nueva vida tranquila, ilusionante y próspera, pero la realidad es bien distinta. La vida en España no es fácil, y es algo que necesitan saber los jóvenes que emprenden este desafío. Cuando llegas, no ha terminado la pesadilla, queda un largo camino que recorrer”, dice.Borja Abargues
Este es El Puche, un barrio duramente castigado por la falta de servicios y la pobreza y en el que residen cientos de migrantes que llegan a España en búsqueda de trabajo.Borja Abargues
La necesidad de vivienda y la falta de recursos ha hecho que muchos residentes de El Puche se vean obligados a vivir en las denominadas “cocheras”, que en realidad son bloques de edificios con locales y garajes reconvertidos en vivienda que no contaban con tal licencia. “En estas casas vive la gente apiñada. En algunas viven tres o cuatro personas, pero en otras hay hasta seis o siete ahí metidos. Son espacios muy pequeños, sin ventanas…”, detalla Akim, un vecino.Borja Abargues
“Desde hace cuatro años espero los papeles para poder estar documentado en España”, se queja Omar, argelino de 21 años. “Las asistentes sociales nos dicen que tengamos paciencia, pero se hace muy difícil mantener la calma con la situación tan difícil que tenemos. Yo quiero trabajar, me da igual hacerlo de lo que se pueda, pero quiero trabajar. A veces ayudo de peón en una obra y en otras ocasiones me gano algunos euros recogiendo chatarra, pero por ahora no he tenido ningún trabajo que me dure tiempo, siempre son pequeñas cosas que apenas me dan para poder comer”, lamenta.Borja Abargues
Detalle de la habitación donde duermen Omar y Ahmed. Los dos viven junto a su amigo Amin en una chabola de unos 10 metros cuadrados. A pesar de lo que pueda parecer por fuera, la chabola de los primos está perfectamente acondicionada. En los últimos meses han conseguido realizar una pequeña reforma con la chatarra que recogen y reciclan. El refugio que han logrado construir tiene tres zonas bien acomodadas y un pequeño cuarto de baño con todo tipo de detalles. Borja Abargues
En el corazón del barrio almeriense El Puche, 11 jóvenes se reúnen para aprender sobre herramientas que se utilizan en la construcción. Ocho marroquíes y tres argelinos que han emigrado en búsqueda de trabajo se encuentran dos veces por semana para recibir clases de castellano y formación en oficios de la Asociación Almería Acoge. Están muy interesados en el temario, ya que saben que pueden acabar trabajando en una obra para ganarse su primer sueldo. Borja Abargues
José Castillo, almeriense de 24 años, se dedica a impartir clases de castellano a las personas que acaban de llegar a España. Cuenta que trabajar con ellos desde el momento en que llegan al país es fundamental para su integración. “Las personas que acaban de bajar de una patera necesitan ayuda urgente. Llegan totalmente desubicados y desconcertados. Les han prometido mucho pero no son consciente de la dura travesía que les queda por delante”, comenta. En la foto, algunas de sus herramientas de trabajo, entre ellas una pizarra con el juego de 'El Ahorcado', con el que sus alumnos aprenden palabras en español. Borja Abargues
Said. M, de 18 años, llegó a España hace cerca de cinco meses a bordo de una patera proveniente de Orán. El joven argelino lamenta los obstáculos con lo que muchos de sus compañeros se encuentran a la hora de buscar un trabajo: “Nos exigen haber vivido en España al menos dos años para empezar a trabajar. Si queremos vivir no podemos hacer otra cosa que trabajar ilegalmente. Tenemos que demostrar muchas cosas para que nos acaben dando un trabajo, ya que los empresarios nos miran con lupa. Venimos con muchas ganas de empezar una nueva vida y solo queremos que nos den la una oportunidad que no nos dan en nuestro país”, comenta.Borja Abargues
Mohamed Bouglada, de 20 años y procedente de Al Hoceima (Marruecos), llegó a Almería en diciembre de 2022. Sigue viviendo en un centro de acogida humanitaria en el barrio de Los Ángeles (Almería). “Mentalmente esta situación es muy agotadora. Es como una pesadilla continua: sufrimos la pobreza en nuestro país, el gran riesgo de cruzar la frontera en patera, y cuando venimos a España seguimos sufriendo porque nuestra situación tarda años en regularizarse. Mi sueño es ser peluquero y no voy a parar hasta conseguirlo, pero sé que no me lo van a poner nada fácil”, dice el joven marroquí.Borja Abargues
“Estoy aprendiendo varios oficios para ver si hay suerte y me dan un trabajo para poder ganarme la vida”, cuenta Yassine El Karfa, de 39 años y de Casa Blanca (Marruecos). “Desde que estoy en Almería me dedico a la recolección y venta de chatarra porque nadie me quiere contratar. Soy consciente de que ya no tengo 20 años, pero sé que soy válido para poder trabajar como obrero, pintor o de cualquier cosa que haga falta. Tan solo pido una oportunidad, pero tarda mucho en llegar”. El Karfa llegó en patera el pasado 13 de agosto y se instaló en el barrio El Puche. Reconoce que su situación es desesperada, ya que tampoco tiene una vivienda digna donde poder alojarse. A pesar de todo, mantiene la sonrisa intacta, y mira al cielo clamando por la suerte que no le ha llegado hasta el momento.Borja Abargues
José Castillo, el profesor de español de Almería Acoge, momentos después de acabar su clase para migrantes. “La situación laboral de las personas que acaban de llegar a España es desastrosa, no tienen acceso a ningún trabajo cualificado y se ven abocados a acabar aceptando trabajos mal pagados. Muchos de ellos lo tienen que hacer de forma ilegal, ya que no han podido regularizar su situación. Y todo está empeorando para estas personas, los métodos de documentación son mucho más largos y el trabajo está cada vez peor pagado”, explica. El tiempo de demora para formalizar la petición de asilo, subraya, puede tardar hasta 24 meses. “Un solicitante de asilo que consiguiera hoy una cita para el próximo año debería esperar otros seis meses para disponer de autorización para trabajar, según la legislación vigente”. Borja abargues
Mehdi Jarmouni (33 años, Casa Blanca) trabajaba de cámara en la televisión marroquí. “Pero las cosas se pusieron muy mal y el trabajo se acabó”, lamenta. Recuerda que tras llegar a España empezó a trabajar en un invernadero, un empleo que se vio interrumpido por una lesión de rodilla que le impedía hacer grandes esfuerzos. “Ahora me intento ganar la vida con la chatarra, porque nadie me quiere contratar de nada. Nos exigen experiencia y no entienden que la experiencia se gana trabajando”, añade. Borja Abargues
Muchos de estos migrantes, a su llegada, trabajan como temporeros bajo los plásticos de los invernaderos de Níjar, donde miles de personas recogen la cosecha de melón a cambio de 20 euros por jornada de trabajo. En la actualidad, Almería tiene 33.000 hectáreas de invernaderos, según los datos facilitados por la Junta de Andalucía en 2021. La mayoría de ellos se encuentran en El Ejido, seguido de Níjar y Almería capital. Borja Abargues
Entre todos los asentamientos de Níjar, uno de los ayuntamientos de Almería, destacaba por encima de todos: El Walili (izquierda) un conjunto de chabolas donde vivían alrededor de 500 migrantes, y que el Ayuntamiento de Níjar desmanteló el pasado 30 de enero. Ahora, en la zona tan solo unos montículos de tierra recuerdan el que fuera hogar de centenares de trabajadores del 'mar de plástico' (derecha). Los desalojados tuvieron que mudarse a otros poblados mucho más lejos de sus lugares de trabajo.Borja abargues
Vista aérea del poblado chabolista del Cortijo de Don Domingo en Níjar, junto a los invernaderos. El asentamiento no ha parado de crecer y en los últimos meses ha experimentado un aumento exponencial tanto en el número de viviendas informales como en el de habitantes. Más de 400 personas llegadas de Marruecos y Ghana, principalmente, viven en condiciones insalubres, sin agua corriente o electricidad. En el año 2021 un incendio calcinó unas tres hectáreas del asentamiento chabolista.Borja Abargues
A pesar de ser un barrio castigado y, en muchas ocasiones, marginado, los vecinos de El Puche se niegan a abandonarlo. Este barrio convive con un asentamiento de chabolas desperdigadas y trozos de tierra quemada (debido a las pequeñas hogueras para hacer desaparecer la basura acumulada). Hay casas hechas de pequeñas chapas de metal, cartón y palés. Alrededor, el descampado está cubierto de viejos coches desguazados, sillas de tres patas, bolsas de plástico rotas, colchones viejos, infinidad de latas de conservas, gatos y perros callejeros. Borja Abargues
Millod Alhel, de 19 años, llegó a España hace dos. Su ilusión sería tener su propia peluquería en España: “Llegué subido en la rueda de recambio de un camión. Estuve sin moverme todo el trayecto, desde Nador hasta Almería. Mi madre no quería que lo intentara porque era muy peligroso, pero sabía que no me podía quedar en Marruecos, ya que los jóvenes lo tenemos muy complicado para poder trabajar y ser alguien en nuestro país”, dice. “Desde que llegué no he parado de formarme. Estudio español todos los días y voy haciendo mis prácticas de peluquería. Aunque el tema de los papeles es un proceso muy lento, no me importa esperar y luchar por lo que quiero. En el momento que regularice mi situación, me gustaría intentar traer a mi madre y montar mi propia peluquería en Valencia o quizás en Bilbao”. Borja Abargues
Un grupo de jóvenes entrenan en el estadio de Emilio Campra, en el barrio de Zapillo. Hoy han acudido al entrenamiento 10 jugadoras: Douma, Karima, Ikran, Asia, Amina… Todas son hijas de migrantes que cruzaron la frontera, hace algún tiempo, en busca de una vida mejor. La gran mayoría consiguió la tan anhelada documentación y logró quedarse a vivir en Almería. Las jóvenes son conscientes del sufrimiento que han tenido que pasar sus padres, y aunque saben que las cosas en España no son fáciles, quieren mantener vivo su sueño: vivir del fútbol en España. Boja Abargues
Fátima El Auchochi tiene 17 años, es hija de migrantes marroquíes y nacida en Almería. Es la capitana del equipo y tiene claro por qué quiere ser futbolista: “El fútbol une culturas y pueblos, y para mí es uno de los valores más importantes de este deporte. Es una cosa que me inculcó mi hermano, y desde los cinco años vivo pegada a una pelota. El fútbol me ha unido a grandes personas como mis compañeras, y eso lo agradeceré siempre”. A pesar de esa ilusión que arrastra, tiene claro que hay que tener los pies en el suelo. “Las cosas siguen estando muy difíciles para las mujeres que nos queremos dedicar a jugar al fútbol”, admite.Borja Abargues
Vista aérea del barrio de El Puche. Borja Abargues