Los suicidios aumentan de manera “alarmante” en el noroeste de Siria
La guerra y los desplazamientos forzados han hecho estragos en la salud mental de los habitantes de esta región, duramente castigada por el conflicto hasta hoy. La desesperación es especialmente grave entre las jóvenes
El número de suicidios en el noroeste de Siria se triplicó entre el primer y el segundo trimestre del año pasado, cuando pasó de ocho a 26 y, desde principios de 2021 hasta mediados del 2022 se quitaron la vida al menos 83 personas, según el informe Reaching the final straw, publicado recientemente por la ONG World Vision, que califica este incremento de “alarmante”. Del total de suicidios, un 40% son chicas menores de 18 años. “Los datos de la crisis de salud mental en el noroeste de Siria son estremecedores, sobre todo para las mujeres y niñas, y no es de extrañar”, afirma a este diario Evita Jourdi, una de las autoras del estudio, que advierte de que los números reales están por encima de estas cifras.
Tras casi 12 años de guerra, 4,6 millones de personas, el 80% de las cuales son mujeres y niños, siguen atrapadas y hacinadas en la provincia siria de Idlib, último bastión de la oposición del régimen. La mayoría ha tenido que huir de sus hogares y casi dos millones se encuentran en campos de desplazados, donde el hambre campa a sus anchas. A medida que se recrudece la situación económica, también lo hace su salud mental. World Vision y sus socios, entre ellos la iniciativa No Lost Generation (NLG), hablaron con más de 100 adultos y jóvenes sobre la situación. “Más del 90% de las personas encuestadas dijeron que las muertes por suicidio habían aumentado en el último año, y más de la mitad admitieron que los adolescentes, y en particular las niñas, estaban en riesgo”, resume Jourdi.
Debemos abordar las necesidades sociales y económicas que subyacen a esta crisis de la salud mental, y no podemos hacerlo si la financiación sigue bajandoEvita Jourdi, autora del informe 'Reaching the Final Straw'
Tres cuartas partes de los encuestados afirmaron que la pobreza y la incapacidad de satisfacer sus necesidades básicas era una de las principales causas de que los jóvenes se plantearan el suicidio, pero en el caso de las niñas y mujeres, a estos problemas se suman otros. “Ellas no solo son víctimas de los peligros de la guerra y de la movilidad limitada debido a la falta de seguridad, sino que además se exponen a diversas formas de violencia sexual y de género, como el acoso sexual, la violencia doméstica o el matrimonio infantil”, enumera la experta.
“Incluso antes de la guerra, niñas sirias de tan solo 13 años estaban obligadas a casarse. De hecho, casi el 15% de las mujeres sirias se casó antes de cumplir los 18″, detalla Jourdi. El conflicto y el desplazamiento, advierte la ONG Girls Not Bride, empeoraron aún más la situación, ya que los padres en situaciones desesperadas se vieron obligados a tomar decisiones aún más desesperadas al perder sus hogares y medios de subsistencia y el matrimonio infantil se convirtió en una práctica común.
En la cultura árabe, el suicidio es a menudo un tema tabú. “En la comunidad del noroeste de Siria, si alguien plantea quitarse la vida, o se la quita, los de su alrededor tratarán de ocultarlo. Y esto es aún más fuerte para las mujeres y las niñas, ya que en su tradición son ellas las que sustentan el honor familiar”, desarrolla Jourdi. “Pese a ello, sigue habiendo más mujeres y niñas que se intentan suicidar o se suicidan que hombres y niños, de lo que se deduce que hay un gran problema”.
Según este informe, el número de intentos de suicidio registrados se duplicó en el primer semestre de 2022, comparado con los seis meses precedentes, pasando de 106 a 213. Las mujeres adultas representan casi la mitad (49%) de los casos notificados, seguidas de los hombres (34%), niñas (12%) y niños (5%).
Hay otras salidas
Antes de los bombardeos que dieron un vuelco a su vida, Amira (nombre ficticio para proteger su identidad) vivía felizmente con toda su familia. Lo cuenta ella misma, ahora con ocho años, en un testimonio recogido por World Vision. Un mal día, su aldea fue bombardeada y su casa se derrumbó. Ella sobrevivió, pero sus padres y su hermano perecieron en el ataque. Amira y sus abuelos se dirigieron al norte de Siria con la esperanza de encontrar un lugar seguro donde quedarse. “Todo lo que podía sentir era tristeza y desesperación. Lo había perdido todo. Mi ciudad, mi casa, mi familia, mis amigos y mis flores”, recuerda. La niña, que era una alumna brillante y muy sociable, empezó a tener problemas en la escuela y se volvió una persona retraída.
En el campo de desplazados en el que viven, su abuela escuchó hablar de un centro que ofrecía asistencia psicológica e inscribió a Amira. Durante una de las clases de dibujo donde se pidió a los niños que dibujaran lo que les hacía sentir felices, pintó a su familia y lamentó: “Nunca seré feliz sin ellos”. Pero, poco a poco, después de varias sesiones, comenzó a salir de su caparazón y se volvió más expresiva. Aprendió a usar el arte para exteriorizar sus sentimientos en lugar de reprimirlos y se dio cuenta de que relacionarse con otras personas podía traer alegría a su vida. En sus amigos encontró consuelo y seguridad.
Ellas no solo son víctimas de los peligros de la guerra y de la movilidad limitada debido a la falta de seguridad, sino que además se exponen a diversas formas de violencia sexual y de género, como el acoso sexual, la violencia doméstica o el matrimonio infantilEvita Jourdi, autora del informe 'Reaching the Final Straw'
“Ahora siento que tengo amigos que me quieren y son mi apoyo”, comparte Amira en el relato recabado por World Vision. También su abuela está complacida con la mejora de su nieta: “Estoy muy agradecida de que los servicios de apoyo psicológico estén disponibles para los niños. Han vivido tanta tristeza...”. Sin embargo, esta no es la realidad para todos. El estudio de la ONG revela que, a pesar de las crecientes necesidades en materia de salud mental y de que dos tercios de los encuestados creía que era muy probable que los niños tuvieran pensamientos suicidas, el 44% de las personas no conoce ningún servicio de salud mental para la infancia.
“Los medios financieros que se destinan a paliar la crisis siria disminuyen a medida que el mundo desvía su atención hacia otras crisis, pero las necesidades humanitarias en el noroeste de Siria son mayores que nunca. Hemos visto de primera mano los estragos que el conflicto y la incertidumbre por el futuro causan en los niños y sus familias y estos datos deberían ser un toque de atención para que todos hagamos más”, explicó Eleanor Monbiot, responsable regional de World Vision para Oriente Medio y Europa del Este, en la presentación del informe. Según la Oficina de Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios, el llamamiento de fondos para Siria para dar respuesta en 2022-2023 a la crisis en este país fue de algo más de 4.000 millones de euros. De estos, solo se ha logrado recaudar el 47,4% (2.000 millones).
Dentro de estas necesidades, la salud mental se torna prioritaria. Jourdi subraya además que se necesitan inversiones durante un largo periodo de tiempo porque los tratamientos psicológicos son prolongados. “Debemos abordar las necesidades sociales y económicas que subyacen a esta crisis de la salud mental, y no podemos hacerlo si la financiación sigue bajando”, insiste.
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