Tanzania quiere turistas, pero ¿está preparada?
Para 2025, el país subsahariano tiene como objetivo recibir a cinco millones de visitantes al año. Aunque es un destino deseado por sus safaris, playas, naturaleza y ciudades, son necesarias algunas mejoras, sobre todo en infraestructura
Karibu (bienvenido, en swahili) es una de las palabras que más se oye en Tanzania. Le sigue una sonrisa de oreja a oreja por parte del emisor y un fuerte apretón de manos, siempre mirando a los ojos. Luego un how are you? (¿cómo estás?, en inglés) de esos que espera respuesta. La amabilidad y la calidez con el extranjero son la norma en un país que espera recibir, para 2025, cinco millones de visitantes al año, que aportarían seis mil millones de dólares estadounidenses en ingresos, según calcula el Gobierno.
Además de por su gente amable y acogedora, Tanzania es un destino deseado porque lo tiene todo. Extensas zonas de fauna salvaje, en las llanuras de los parques nacionales Serengeti y Kilimanjaro. Islas tropicales con playas de aguas cristalinas, como Zanzíbar o Mafia. Además de vibrantes ciudades como Dar es Salaam, Arusha y Bagamoyo. Yolanda Núñez, turista española que ha visitado recientemente el país con su marido y una pareja de amigos, lo confirma: “Hemos estado en el Serengeti, el Ngorongoro y Zanzíbar. Por un lado, la experiencia en África continental me ha resultado mágica. Hemos dormido en tiendas de campaña y hemos pasado días enteros en todoterrenos viendo animales y vegetación. Por el otro, en las islas nos hemos encontrado con una mezcla de culturas muy interesante, una capital preciosa y unas playas impresionantes”. Sobre la gente, dice: “No he visto ni una mala cara. Todo el mundo es encantador, y eso es una virtud como potencia turística”.
Tras la pandemia de covid-19, el turismo está luchando por recuperar el mercado perdido y llegar a su objetivo de cinco millones de visitas para 2025. En 2019, con 1,5 millones de llegadas, el sector generó 2.600 millones de dólares estadounidenses (2.658 millones de euros). Por aquel entonces, era la mayor fuente de ingresos en divisas, el segundo mayor contribuyente al producto interno bruto (PIB) y el tercer mayor contribuyente al empleo. Si quiere alcanzar la meta propuesta, sin embargo, Tanzania requiere de algunas actualizaciones y mejoras considerables, sobre todo en infraestructura, debatidas por profesionales del turismo y los viajes de todo el mundo, en la sexta edición del Swahili International Tourism Expo (S!TE), celebrada a finales de octubre en la capital económica de Dar es Salaam.
En 2019, el turismo generó 2,6 mil millones de dólares estadounidenses, con 1,5 millones de llegadas
Aunque ha vuelto “encantada”, Núñez corrobora que las mejoras son necesarias: “Si quieren tantos turistas, les falta mucha infraestructura, sobre todo en cuanto a transporte”. Entre risas, reconoce que aún le duelen las cervicales, “desde el trayecto del Serengeti al Ngorongoro en avión de hélice”. Pese a todo, como ella, los turistas están comenzando a regresar al país subsahariano, con casi 743.000 visitantes entre enero y julio de 2022, lo que supone un aumento del 63% con respecto al mismo periodo de 2021. Proceden, mayoritariamente, de Kenia, Rusia, Burundi, Francia y Estados Unidos.
Katarina Masri, turoperadora turística eslovaca, se encuentra en Tanzania por primera vez, “comprobando la situación”, para decidir si manda visitantes o no: “Este país tiene un gran potencial, pero hay mucho que hacer”. En su opinión, la carretera es lo primero que tiene que cambiar. “Los viajes por tierra son infinitos y están lleno de baches, y por el camino no hay dónde parar para comer algo o ir al baño”. Además, agrega Masri, también tienen que transformarse las instalaciones aeroportuarias. Por un lado, analiza, “es necesario añadir más vuelos directos a los mercados clave mientras se mantiene una colaboración más estrecha con las industrias de la aviación”. Por otro, “la automatización de los procedimientos de inmigración en los aeropuertos ayudaría a acelerar el proceso, y reduciría las colas innecesarias”.
Cathinka Ingman, creadora de contenido de viajes sueca, que ya ha visitado el país varias veces, concuerda con Masri, y añade que faltan hoteles y restaurantes: “La capacidad hostelera actual tanto en el continente como en Zanzíbar no puede atender la afluencia esperada de cinco millones de turistas para 2025. Los viajeros, al menos los suecos que vuelan a Tanzania, tienen mucho dinero, y buscan hoteles y restaurantes donde estar cómodos, donde sentirse bien. En las regiones de Arusha y Kilimanjaro puedes encontrarlos, y también en la capital económica, Dar es Salaam. En el resto del país, sin embargo, la hostelería está bien si eres un viajero de mochila que busca experiencias únicas, pero no si buscas confort. Mucho menos si buscas lujo”.
Para solucionar este problema, según Latifa Kigoda, portavoz del Centro de Inversiones de Tanzania (TIC, por sus siglas en inglés), se requiere un mayor esfuerzo para atraer inversiones del sector privado en hoteles y restaurantes, y así garantizar la diversidad en la oferta de servicios. “El turismo es un sector de rápido crecimiento que ofrece abundantes oportunidades de inversión. Porque no es algo que funcione por si solo. Cuando los turistas llegan, tienen que comer. Agricultura, restaurantes. Tienen que dormir. Hoteles. Tienen que transportarse de un sitio al otro. Transportes”, argumenta.
Tanto Kigoda como el resto de los profesionales del turismo tanzanos consultados suman a la lista de inconveniencias la multiplicidad de tasas. “Los impuestos son una carga para nosotros”, se quejan desde la Asociación de Operadores Turísticos de Tanzania (TATO, por sus siglas en inglés). Sirili Akko, director ejecutivo de la organización, detalla: “A pesar de los esfuerzos positivos que llevaron a la reducción de algunas de las tasas, como la tarifa de Licencia de Agencia de Turismo (TALA, por sus siglas en inglés), todavía hay margen para la racionalización de los aranceles que cobran múltiples agencias gubernamentales”.
En cuanto a recursos naturales, Tanzania ocupa el puesto 12 del Índice de Competitividad de Viajes y Turismo del Foro Económico Mundial
Así, Tanzania ocupaba, en 2019, el lugar 95 en el Índice de Competitividad de Viajes y Turismo del Foro Económico Mundial (WEF, por sus siglas en inglés), que cubre 140 economías en las que mide el conjunto de factores y políticas que permite el desarrollo sostenible del sector de viajes y turismo. El país del África subsahariana flaqueaba en las categorías, de peor a mejor, de Salud e higiene, Recursos humanos y mercado laboral, Preparación para las TIC, Entorno empresarial, Seguridad y protección, Infraestructura Terrestre y Portuaria e Infraestructura de Transporte Aéreo.
Sin embargo, sobresalía, para bien, en las categorías de Apertura internacional, Competitividad de precios, Priorización de viajes y turismo y Sostenibilidad del medio ambiente. También destaca en cuanto a recursos naturales, ocupando el décimo segundo puesto del ránking, por sus numerosos bienes declarados Patrimonio de la Humanidad, su impresionante vida salvaje y la protección de su hábitat.
Aunque asegura que hay muchas mejoras por hacer, Felix John M., director de la Junta de Turismo de Tanzania (TTB, por sus siglas en inglés), recuerda: “No hay mejor lugar que Tanzania para disfrutar de enriquecedoras experiencias culturales y de vida salvaje con una hospitalidad inigualable. El monte Kilimanjaro, los parques nacionales Serengeti, Ruaha y Nyerere, el cráter de Ngorongoro, las ruinas del Sultanato de Kilwa, la reserva forestal de Pugu y la isla de las especias de Zanzíbar, por mencionar solo algunas atracciones turísticas, hacen que este país sea inolvidable”.
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