Cuidar la salud de las comunidades aisladas en Brasil
La coordinadora de enfermería de Médicos Sin Fronteras en un municipio escondido en el norte brasileño ilustra con las historias de sus pacientes las dificultades a las que se enfrentan a diario los habitantes alrededor del río Anapu
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Después de viajar 24 horas por el río Anapu, en el norte de Brasil, llegamos a nuestra primera parada, Ipixuna, una pequeña comunidad ribereña en el municipio remoto de Portel. Nuestro objetivo principal era proporcionar atención médica a las personas con covid-19. Sin embargo, sabíamos de antemano que podríamos encontrarnos por el camino con comunidades que tuviesen otro tipo de necesidades sanitarias, por lo que decidimos incorporar en nuestro equipo a personal médico que tuviese un fuerte componente en atención primaria. También contamos con expertos en logística y promotores de salud, cuyo trabajo es indispensable para hacer llegar los mensajes a todos los habitantes.
El municipio de Portel tiene una de las peores posiciones en el Índice de Desarrollo Humano (HDI) de Brasil, según el Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE). Y en este país, históricamente se ha desatendido del sistema de salud a las comunidades rurales. Las razones son muchas y variadas, pero una de ellas es por la dificultad del acceso a través de los ríos.
La población aquí está aislada, y las casas están muy distanciadas. Los puestos sanitarios suelen estar administrados solo por un técnico en enfermería. Así que era importante que promoviéramos el acceso a la atención médica para estas vecindades. No solo la atención relacionada con la covid-19, sino también con todos sus otros problemas. No olvidemos que aquí las personas nos dicen que no han sido recibidas por un doctor en mucho tiempo.
Desde el primer día constatamos que, efectivamente, había una gran falta de acceso de las personas a los servicios más básicos. Vimos que no había suficiente personal médico ni medicamentos; tampoco había una respuesta adecuada a emergencias, como mordeduras de serpientes, y la atención de la salud sexual y reproductiva era muy limitada.
Tras varios días buscando casos de coronavirus, no encontramos rastro de la enfermedad, lo cual es sin duda una buena noticia. Lo que sí hallamos fue lo que nos temíamos: un sistema sanitario completamente deficitario, especialmente en lo que se refiere a la prevención.
Vimos que no había una respuesta adecuada a emergencias, como mordeduras de serpientes, y el acceso a la atención de salud sexual y reproductiva era muy limitado
En cada consulta, escuchamos historias de pacientes que sirven para ilustrar las dificultades a las que se enfrentan a diario las comunidades del río Anapu.
“Cuando se trata de un problema grave, o te marchas y vas a Portel, o vas directamente al cementerio. Y Portel está lejos. Si tengo 400 litros de combustible, voy hasta allí. Si no los tengo, no voy. Para cruzar el bosque tenemos el transporte que Dios nos dejó: el camino y nuestras piernas. Nos ponemos las botas y caminamos a través del monte. Decimos que está cerca, pero son más de 24 horas de caminata”, me decía Maria Rosinete Monteiro, residente de Ipixuna.
Los líderes de la comunidad, principalmente maestros y técnicos en enfermería, son testigos directos de la falta de servicios. “Vivimos en Portel, y pasamos períodos de aproximadamente 20 días aquí en Ipixuna debido a mi trabajo. Aquí, el acceso a la atención sanitaria es complicado. Con frecuencia, las personas ni siquiera tienen dinero para comprar combustible para el bote y llegar hasta el puesto de salud. Y para mí, como técnico en enfermería, también es difícil porque no hay líneas comerciales de botes que lleguen hasta aquí”, me comentaba Clevenaldo Rodrigues, técnico en enfermería de Ipixuna.
Durante nuestras actividades, nos dimos cuenta de que muchas personas carecen de información básica sobre la covid-19. Su conocimiento sobre los síntomas, sobre cómo se propaga el virus y cómo prevenirlo es limitado. Y aunque todas las pruebas rápidas que se hicieron a pacientes sintomáticos fueron negativas, el riesgo de que un caso lleguesigue siendo una realidad. Y para un grupo tan excluido, esa amenaza resulta particularmente peligrosa. Por este motivo, nuestro equipo de promoción de salud mantuvo largas sesiones y charlas con la población y entregó mascarillas a la gente para reducir el riesgo de exposición al virus tanto como fuera posible.
Al final de los ocho días que duró la intervención del río Anapu, en Portel, atendimos a 390 pacientes de cuatro comunidades distintas
Nuestro equipo se esforzó por atender a cada paciente de la mejor manera posible y brindó una amplia variedad de servicios médicos básicos, pero las carencias que constatamos deben abordarse rápidamente. Las necesidades de salud y otras igual de básicas de estos habitantes de Portel son muy grandes.
Al final de los ocho días que duró la intervención atendimos a 390 pacientes. Los principales diagnósticos fueron infecciones respiratorias no relacionadas con la covid-19, enfermedades de la piel e infecciones del tracto genitourinario. Además, identificamos una falta de información básica sanitaria así como la ausencia de servicios integrales para la salud sexual y reproductiva y para la violencia sexual y de género.
Ana Claudia Barreto es coordinadora de actividades de enfermería de MSF en el proyecto de Portel.
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