Es momento de actuar contra el racismo en España
Las abstenciones de nuestro país en dos resoluciones de las Naciones Unidas para luchar contra la xenofobia manifiestan una falta clara de voluntad política
El pasado 31 de diciembre de 2020 la Asamblea General de Naciones Unidas aprobaba con el apoyo de 124 estados una resolución para la adopción de medidas concretas para la eliminación total de la discriminación racial, del racismo, la xenofobia y las formas conexas de intolerancia. La decepción fue que España, igual que el resto de países occidentales, se abstuvo en una resolución que busca intensificar los esfuerzos de lucha contra el racismo (44 abstenciones y entre los 12 votos negativos se encontraban Estados Unidos, Canadá, Israel, Australia, Alemania, Francia, Reino Unido, Hungría y la República Checa).
Llovía sobre mojado. En 2019 España también se abstenía en otra resolución contra la glorificación del nazismo y el neonazismo y otras formas políticas que contribuyen a exacerbar las formas contemporáneas de racismo que finalmente se aprobó el 16 de diciembre de 2020. Ambas abstenciones manifiestan una falta clara de voluntad política, a la hora de abordar el racismo en nuestro país, que no podemos permitirnos.
El racismo es un hecho firmemente arraigado en nuestro Estado, tan enraizado en nuestra cultura que ni lo percibimos. Preguntar en nuestros círculos de amigos y familia si somos racistas, puede percibirse como extraño u ofensivo. Sin embargo, la frecuencia con que escuchamos comentarios como “yo no soy racista, pero...”, “nos quitan el trabajo”, “reciben más ayudas que nosotros”, “solo vienen por las pagas del Estado”, “si tanto te gustan, mételos en tu casa”, deja al descubierto la persistencia de prejuicios, estereotipos y actitudes excluyentes y sesgadas que son, con frecuencia, fruto de la ignorancia o el desconocimiento.
Un breve recorrido histórico al racismo en nuestro país nos sitúa en un oscuro pasado esclavista, donde fuimos de los últimos estados en abolir la esclavitud, a finales del siglo XIX. Sin embargo, sin retrotraernos tanto en el tiempo comprobamos como también existen numerosos antecedentes de fenómenos sociales racistas violentos entre payos y gitanos. La relación de sucesos es amplia y duradera; numerosos altercados y protestas violentas y en los casos más graves han terminado con muertos, heridos y expulsiones de familias gitanas completas de algunos barrios o localidades.
De forma reciente esta violencia racista también ha alcanzado a las personas migrantes. Algunos hitos en este recorrido han sido: el asesinato de Lucrecia Pérez en Aravaca, Madrid (1992); los incidentes de El Ejido considerados como el episodio violento colectivo racista más significativo de nuestro país (2000); y el incendio de los almacenes chinos de Elche (2004).
Actualmente, asistimos a un momento en el que no solo proliferan mensajes políticos que incitan al odio, con prejuicios y estereotipos donde las personas migrantes son chivos expiatorios perfectos; sino que grupos organizados amenazan y agreden impunemente a personas procedentes de otros países. El espacio del racismo se amplía: un mayor número de personas se sienten legitimadas para mostrar sus opiniones y actitudes de rechazo de forma explícita como pone de manifiesto el Presidente del Consejo para la Eliminación de la Discriminación Racial o Étnica en España, Antumi Toasijé.
El racismo es un hecho firmemente arraigado en nuestro Estado, tan enraizado que ni lo percibimos
De esta forma, aunque la sociedad española se ha caracterizado por su tolerancia, estamos experimentando en nuestro país en los últimos años un auge de la xenofobia al calor de discursos de partidos populistas que agitan los fantasmas y miedos de la inseguridad ciudadana, el paro, o la pérdida de soberanía, igual que sucede en otros estados europeos.
Al mismo tiempo, cada vez son más numerosas las voces de personas que expresan de forma pública el racismo sufrido en España: Desirée Bela-Lobedde, Chenta Tsai, Lucía Asué Mbomio, o la reciente ganadora del Premio Nadal de novela, Najat El Hachmi. Ya no podemos seguir ocultándolo, no es posible. Los datos visibilizan esta realidad invisible:
El último informe publicado por el Consejo para la Eliminación de la Discriminación Racial o Étnica (CEDRE), pone de manifiesto un incremento del racismo en todos los ámbitos, especialmente, en la vivienda (un 31% de las personas encuestadas se han sentido discriminadas), educación (20%) y fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado (trato policial 19%). Sin embargo, lo más relevante es que el 81% de las personas que habían sufrido racismo no lo habían denunciado.
Los informes anuales sobre la evolución de los delitos de odio en España, realizados por el Ministerio de Interior, también ponen de manifiesto el incremento de las denuncias por discriminación racial y/o étnica. Los delitos e incidentes de odio aumentaron un 6,8 % en 2019 con respecto al año anterior, y los motivados por racismo y xenofobia fueron los que más incrementaron, un 20,9% respecto a 2018.
No obstante, aunque en los últimos años hemos avanzado en generar conocimiento y datos estadísticos sobre el racismo y la xenofobia, fundamentalmente, de la mano del Observatorio Español del Racismo y la Xenofobia (OBERAXE), conviene destacar que en el ámbito normativo los avances han sido muy pobres.
A nivel estatal, la Estrategia Integral contra el racismo, la discriminación racial, la xenofobia y otras formas conexas de intolerancia fue aprobada en 2011 y se mantiene en vigor. Habiendo sido pionera e innovadora, es preciso abordar una actualización que la adecúe al contexto social, político y económico actual.
En el ámbito de las Comunidades Autónomas o entidades locales la situación es aún peor. Un reciente estudio realizado por Cidalia para el OBERAXE, titulado Inclusión, gestión de la diversidad y lucha contra el racismo y la xenofobia: Actuaciones de las Comunidades Autónomas y las Administraciones Locales pone de manifiesto como las actuaciones contra el racismo están prácticamente ausentes en las políticas migratorias regionales y locales.
En este sentido, España está siendo apremiada para desarrollar un marco normativo que combata el racismo de forma decidida, en forma de una Ley Integral contra el racismo y la xenofobia, el Consejo de Derechos Humanos, el Comité para la Eliminación de la Discriminación Racial, ambos de Naciones Unidas, o la Comisión Europea contra el Racismo y la Intolerancia (ECRI, por sus siglas en inglés) han incluido en varios de sus informes sobre España la recomendación de aprobar esta ley.
Para ello, será fundamental que se haga en diálogo con la sociedad civil y las comunidades racializadas. Debemos aprender de otros países que han sufrido graves estallidos sociales al no superar actitudes discriminatorias ni racistas que se han vuelto estructurales en sus sociedades.
En definitiva, es momento de actuar contra el racismo a través de políticas y acciones valientes y firmes que permitan construir una sociedad diversa, plural y cohesionada en la que la igualdad de trato y oportunidades sea real.
Jesús Migallón es socio y consultor senior de Cidalia consultoría en diversidad. Experto en migraciones, lucha contra el racismo y la xenofobia.
Sergio Barciela es Doctor en Migraciones Internacionales y Cooperación al Desarrollo e investigador del Instituto de Migraciones (IUEM) en la Universidad Pontificia Comillas.
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