Hartos de que sus jóvenes mueran en el mar

Las cifras de agencias internacionales hablan de 480 muertos cerca de la costa de Senegal y Mauritania en los últimos naufragios de cayucos camino a las islas Canarias. La indignación social crece en redes sociales donde se ha convocado jornada de duelo este 13 de noviembre

Un chico permanece sentado en un cayuco de pescadores junto a un puente a medio construir en Dakar, Senegal, el 13 de julio de 2020.ZOHRA BENSEMRA (Reuters)

Hay una cifra clave, 480. Pasa a ser una losa pesada cuando deja ser un número y se convierte en una cantidad de muertos, la de aquellos que han perdido la vida en un corto periodo de tiempo frente a las costas de Senegal y Mauritania debido a naufragios de cayucos que intentaban llegar a las islas Canarias. Esos 480 muertos han desencadenado la indignación de la sociedad senegalesa, sobre todo entre los más jóvenes, que han encontrado en las redes sociales una forma nueva de abordar las migraciones, de canalizar sus exigencias y de vehicular sus reivindicaciones. A pesar de la proximidad de todo el proceso migratorio, una buena parte del fenómeno está envuelto en silencios, tabúes y sobreentendidos. El peso de los jóvenes desaparecidos en el mar, en el desierto e, incluso en los países de destino, ha hecho saltar por los aires las costuras de esas convenciones. Facebook, Instagram y, sobre todo, Twitter han sido los espacios en los que se ha desencadenado un debate con condiciones nuevas.

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La crisis empezó a gestarse el pasado 30 de octubre cuando las autoridades senegalesas negaron la cifra de 140 muertos que fuentes de la Organización Internacional de las Migraciones (OIM) había atribuido al naufragio de un cayuco a la altura de la ciudad senegalesa de Saint-Louis, cerca de la frontera con Mauritania. Se trataba, según la agencia internacional, del naufragio más mortífero del año, y se había producido el 24 de octubre, después de que al parecer se declarase un incendio y se produjese la explosión del motor en una piragua que había partido de la localidad de Mbour e intentaba llegar a las islas Canarias. Las autoridades senegalesas confirmaron el suceso, pero solo reconocieron que la Marina del país africano, las patrulleras de la Guardia Civil y los pescadores que faenan en la zona habían rescatado a 59 personas y habían recuperado 20 cadáveres. Las investigaciones de la OIM afirmaban que la embarcación partió con 200 pasajeros y las autoridades senegalesas insistieron en que la cifra era infundada. Sin embargo, la posibilidad de que 140 jóvenes hubiesen perecido en el mar empezó a alimentar la indignación. Las redes sociales albergaron las primeras quejas, mientras se iban conociendo otros accidentes de piraguas en un breve periodo de tiempo.

Muchos usuarios utilizaban las redes sociales como espacio de expresión y compartían su tristeza y su indignación por la perdida de vidas y también su denuncia del silencio del Gobierno. Y en medio de las publicaciones, el 5 de noviembre, una joven senegaloestadounidense, Bambi Sow, compartía un tuit con una serie de diapositivas en las que se explicaban los últimos naufragios y utilizaba la etiqueta #WhatshappeninginSenegal (qué está pasando en Senegal), el primer intento de aglutinar esa indignación haciendo referencia al manto de silencio que estaba cubriendo los incidentes.

Esa iniciativa espontánea tuvo un cierto seguimiento. “Me he dado cuenta”, explica Sow desde Nueva York, “que muchos de mis compatriotas están muriendo, pero ni el Gobierno ni los medios están entusiasmados con la idea de explicar esos sucesos. Las redes sociales son el canal más eficaz con el que contamos para hacer que se escuche nuestra voz y he pensado que era una manera de atraer la atención de la comunidad internacional hacia lo que está ocurriendo”.

En sus primeros mensajes, la joven de 24 años ―que estudia un máster en diplomacia y salud―, difundía también vídeos grabados en primera persona por pasajeros de algunos cayucos (no los accidentados) que intentaban llegar a las islas Canarias, incluido uno en el que se veía a un grupo de pasajeros en la embarcación y después con sus objetivos frustrados tras ser interceptados en lo que es, según el propio narrador una playa mauritana. “Creo que la gente está más dispuesta a difundir una causa si le puede poner cara. Quise compartir esos vídeos porque eran chocantes y porque necesitamos que el mundo vea por qué y hasta qué punto los senegaleses están desesperados por abandonar nuestro país e intentar buscar mejores condiciones económicas para sus familias”, explica Bambi Sow.

La casualidad ha querido que mientras las redes se movilizaban en torno a la cuestión de la migración y sobre las responsabilidades del Estado en la falta de perspectivas de los jóvenes senegaleses, el presidente del país decidiese felicitar al ganador de las elecciones en Estados Unidos. El mensaje de Macky Sall aplaudiendo la victoria de Joe Biden y Kamala Harris se convirtió rápidamente en la diana de las críticas. Tanto en las respuestas a esa publicación como en muchas de las menciones, los y las usuarias senegaleses reprochaban a su presidente que se preocupase más por lo que pasaba al otro lado del océano que por el drama que estaban viviendo cientos de familias de su propio país. La respuesta a este mensaje es un ejemplo claro del nivel de tensión que se ha generado en la sociedad senegalesa.

Después de esa primera iniciativa, que tuvo una considerable respuesta, algunos de los participantes propusieron simplificar la etiqueta para intentar aumentar su impacto. Y así fue como parte de esa actividad se trasladó a #Senegalimmigration, siguiendo con las críticas a los dirigentes y los mensajes de apoyo a las familias de los desaparecidos. Desde muy pronto, las publicaciones de las redes sociales han puesto el foco del origen de esta voluntad de migrar en la elevada tasa de paro y, más en particular, en la reducción de capturas de los pescadores senegaleses vinculada a los contratos pesqueros internacionales.

El consenso de los usuarios de las redes ha terminado de conseguirse cuando esta inquietud ha cristalizado en #DeuilNationalSN y #LeSenegalEnDeuil. La campaña propone contrarrestar lo que consideran el silencio y la inacción de las autoridades convocando para el viernes 13 de noviembre una jornada de luto nacional en las redes sociales, que contempla diferentes acciones de homenaje a las víctimas e, incluso, un minuto de silencio digital. Esta iniciativa sí que ha sido compartida por algunos de los usuarios con más impacto en las redes senegalesas, tanto en el ámbito del activismo digital, como en el de la cultura. Nombres destacados del hip-hop, como Xuman; youtubers famosos como Dudu fait des videos o Fisha Senegal e, incluso, políticos como el líder de la oposición Ousmane Sonko o el diputado socialista Barthelemy Dias han dado su apoyo a la convocatoria.

Más allá de las manifestaciones concretas, en las últimas semanas se ha producido un debate poco habitual en las redes sociales en Senegal. Es cierto que durante los últimos años se han multiplicado las acciones de sensibilización para evitar la muerte de jóvenes en la complicada travesía y, sobre todo, intentando contrastar los mitos en torno a las bondades de esos procesos migratorios, a menudo idealizados por la obligación del éxito social y transmitir las condiciones más reales de esas experiencias. Para Jaly Badiane, una activista social digital senegalesa “siempre ha habido debate, pero esta vez, con la ayuda de las redes sociales se ha amplificado”. La propia Badiane se ha visto interpelada por la acción. Vive en Mbour, una de las localidades de partida de algunas de las embarcaciones siniestradas y confiesa que conoce a algunos desaparecidos. “En esta ocasión”, añade, “ha habido muchas víctimas en poco tiempo y la indignación de los ciudadanos se ha incrementado por el silencio de las autoridades, sobre todo, por el mutismo del presidente”.

El papel que han jugado las redes en esta última crisis parece innegable y la discusión generada en el espacio digital ha saltado a los medios de comunicación a través de periódicos y canales de televisión privados. “Creo que el acceso a Internet y a las plataformas sociales ha generado un nuevo espacio de discusión para los senegaleses que se sienten libres para tocar los temas que les interesan y que no siempre se debaten. No hay duda de que además de discutirlo, las redes sociales han permitido que mucha gente se movilice en torno al tema de la migración clandestina”, comenta Jaly Badiane. Esas mismas plataformas sociales, además, permiten ver el proceso migratorio desde un enfoque al que pocas veces se tiene acceso, el de los propios migrantes en el momento del viaje, desde el interior de las piraguas, gracias a los vídeos que comparten en las mismas redes sociales.

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