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Columna

Los demás como argumento

En el escándalo de Paco Salazar, en vez de detallar a fondo qué ha ocurrido, Pedro Sánchez responde que el PP es peor

Lo que hagan los demás puede ser una excusa o un mal ejemplo, según el caso, pero no es un argumento. Se entiende que los discursos políticos ya recurran casi siempre a la misma táctica, porque la política ha quedado reducida a tratar de decir todo el rato que el de enfrente es mucho peor. Están mal las generalizaciones, pero esa práctica es general. No se trata, entonces, de seducir a la gente para que te vote a ti: sino en disuadirles de que voten al rival. Una política contra, no a favor.

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Lo que hagan los demás puede ser una excusa o un mal ejemplo, según el caso, pero no es un argumento. Se entiende que los discursos políticos ya recurran casi siempre a la misma táctica, porque la política ha quedado reducida a tratar de decir todo el rato que el de enfrente es mucho peor. Están mal las generalizaciones, pero esa práctica es general. No se trata, entonces, de seducir a la gente para que te vote a ti: sino en disuadirles de que voten al rival. Una política contra, no a favor.

Al presidente del Gobierno le preguntaron ayer en el Congreso por el caso de Paco Salazar, que fue su asesor y al que estuvo a punto de situar en la cocina de la organización del PSOE, en la misma área que controlaron antes José Luis Ábalos, ahora en prisión, y Santos Cerdán, ahora en libertad provisional. A Sánchez le preguntaron –se lo preguntó Alberto Núñez Feijóo- por las denuncias que dos empleadas de La Moncloa presentaron por escrito contra el comportamiento misógino de Salazar en las oficinas del Palacio de La Moncloa, en la misma presidencia del Gobierno.

Esas denuncias en lo que en teoría era un canal seguro e interno del partido quedaron orilladas, hasta que lo destapó eldiario.es, y esa mala gestión -¿fue mala gestión o encubrimiento?- compromete la credibilidad del discurso feminista del PSOE justo en mitad de los casos de Torremolinos o de Lugo y cuando aún resuenan los comentarios de Ábalos, de quien Sánchez llegó a decir que, al cabo de tantos años, no le tenía confianza personal, sino política.

Sánchez tuvo la ocasión de decir ayer en el Congreso, delante de todo el mundo, qué es exactamente lo que falló, por qué se produjeron esas conductas a unos metros de su despacho y por qué fueron aparcadas, por lo que parece, las denuncias que dos mujeres se atrevieron a poner por escrito. Tuvo la ocasión de apelar directamente a esas mujeres. De detallar a fondo qué ha ocurrido en este caso y cuál va a ser la reacción de su partido.

Más aún: pudo haber concretado cómo piensa el partido recuperar el crédito y la confianza de quienes esperaban una reacción contundente y desde el primer minuto. En vez de eso, Sánchez habló de los datos de acoso. Dijo acoso laboral, no sexual. En vez de eso, dijo que este es el Gobierno que más protege a las mujeres y que el PP es peor. Si los demás son siempre el argumento, el riesgo es que te pregunten dónde están los argumentos propios.

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