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Navidad, ludopatía y arcas públicas

Los lectores y las lectoras escriben sobre la Lotería de Navidad, la violencia machista, el ‘caso Ábalos’, y la transformación de las ciudades por el turismo de masa

Estamos todos de acuerdo en que el juego y las apuestas no son las actividades más deseables para nuestra sociedad. Por las adicciones que generan y los problemas familiares y personales que acarrean. Lo que no deja de sorprenderme cada año es cómo desde el Estado se fomenta participar en la Lotería de Navidad, como si fuera menos nociva o perjudicial que el resto de actividades de juego y loterías. Y no solo se promueve, sino que se relaciona con momentos familiares únicos, recuerdos y situaciones “mágicas” de Navidad. Me gustaría que se pusieran en la piel de los familiares y amigos de personas que sufren de ludopatía, a ver cómo de mágicos y entrañables les parecen sus recuerdos. ¿Llenar las arcas del Estado de verdad lo justifica? Seguir consintiendo estos anuncios en la actualidad es ir en contra de nuestro propósito como sociedad, más cuando tampoco se permiten para ninguna otra empresa de apuestas. El verdadero Gordo para todos sería lograr ser más coherentes y saber dejar atrás tradiciones que no confluyen con nuestros valores más esenciales y los objetivos que como sociedad buscamos.

María Lozano Cavero. Las Rozas (Madrid)

Qué lejos queda ya el 25 de noviembre

Preparando los actos para ese día, le comentaba a una compañera que estaba muy desanimada que a veces me costaba seguir. Mi compañera asentía. Esa fecha todo se llena de lazos morados, de tertulias, de reivindicaciones, de discursos, de actos, de buenos propósitos, pero cuando se apagan los focos del 25 de noviembre los asesinatos machistas siguen pareciendo sucesos, noticias a las que nos hemos acostumbrado, crímenes de memoria frágil que engrosan la lista de mujeres asesinadas. Y así hasta el próximo 25 de noviembre.

Ana Belén Pérez Villa. Soria

La confianza es binaria

Se puede admirar una facultad particular de una persona o un aspecto de su carácter. De hecho, la admiración suele ser selectiva. Parece que no ocurre exactamente lo mismo con la confianza. Y es que podemos depositar nuestra confianza en que, por ejemplo, alguien cumplirá una promesa o realizará una tarea encomendada. Pero la confianza auténtica es binaria: o confiamos o desconfiamos de alguien. No cabe que el hombre confíe, en su sentido más profundo, parcialmente en otro. En consecuencia, que Sánchez sostenga, ante el ingreso en prisión de uno de sus exministros, que “tenía una confianza política” en él, resulta sencillamente absurdo.

Patrick Chart Pascual. Madrid

Mi ciudad me echa

Paseo por mi ciudad y no me es difícil encontrar un portal abarrotado con cajas para llaves de la plataforma turística de turno. La cafetería a la que me llevaba mi padre antes de entrar al cole, la del manchao y la tostá de jamón, ya no está. Ahora hay un cartel de smash burger. Los comercios de siempre se desvanecen. Los barrios están perdiendo su voz, su esencia. Es irónico cómo vemos en el suelo gente sin casa y, al alzar la vista hacia las viviendas, casas sin gente. No me quiero ir de esta cuna, la cuna que me vio crecer y en la que soñé descansar algún día, pero siento que me están echando, que nos están echando. Siento que se han olvidado de nosotros.

Noa Mejías Bengoechea. Sevilla

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