Ir al contenido

Tormenta en el coste de la vida

El encarecimiento de la cesta de la compra se suma al precio de la vivienda como factor negativo en el día a día de las familias

La cesta de la compra y el precio de la vivienda vienen experimentando una subida que compromete el día a día de las familias. Tanto, que el coste de la vida corre el riesgo de convertirse en un peligroso factor de desafección ciudadana. A esa tendencia al alza no dejan además de sumarse factores coyunturales. Así, desde el pasado jueves, todas las aves de corral criadas al aire libre en España están confinadas. Es la acertada decisión adoptada por el Ministerio de Agricultura para intentar evitar que el brote de gripe aviar —que ya ha obligado a sacrificar 2,7 millones de gallinas— se expanda a nuevas explotaciones. El brote afecta a la producción de huevos y carne de ave, con el consiguiente daño económico para las granjas, y ya se deja sentir en el precio de estos productos básicos: en el último año, los huevos —fuente barata de proteínas— han subido un 22,5%, según los datos del Instituto Nacional de Estadística (INE), y se espera que la tendencia continúe en los próximos meses.

El brote de gripe aviar es el último golpe a la imparable subida que experimenta el precio de los alimentos: en lo que va de año la carne de vacuno acumula una subida del 13,6%; el café, un 17,6% y la fruta fresca, un 9,3%. Incrementos que golpean con especial dureza a las familias con menos recursos. Solo las bajadas del aceite de oliva, el azúcar o las patatas permiten aliviar la escalada.

El alza de precios de los alimentos es un fenómeno generalizado en parte de los países desarrollados. La OCDE apuntaba en un reciente informe que han tenido un incremento acumulado del 45,8% entre 2019 y 2025, muy por encima de los demás componentes del IPC. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha tenido que eliminar el arancel del 15% sobre numerosos productos frescos de Ecuador, como los plátanos, el cacao o el tomate, por su impacto en el bolsillo de los estadounidenses.

En todo caso, el de los alimentos no es el único frente que presiona a la economía familiar en España. Los datos del INE recogen que, desde el apagón del pasado 28 de abril, el sistema ha reforzado su seguridad y eso, junto a otros factores, ha encarecido la factura eléctrica (18,7% en los últimos 12 meses). Además, la nueva tasa de recogida de basuras incrementa los costes asociados a la vivienda y ha disparado el importe de este servicio un 30,3% en octubre. El incremento de los precios es, en definitiva, generalizado; lo que explica que la inflación haya pasado del 2% en mayo al 3,1% en octubre.

La situación se agrava en un entorno de crisis de la vivienda, en la que las familias afrontan enormes dificultades para acceder tanto a la compra como al alquiler, y con salarios reales estancados en el mejor de los casos. El propio INE certifica en la Encuesta de Población Activa que, pese a los aumentos salariales de 2023 y 2024 (7% y 5%, respectivamente), el poder adquisitivo sigue siendo 1,7 puntos inferior al de 2020. Peor aún, la evolución salarial evidencia una brecha generacional: el salario medio de los jóvenes hasta 24 años retrocede unos 14 euros mensuales (hasta los 1.372 euros brutos) por el aumento de peso del empleo a tiempo parcial en esa franja, frente a los mayores de 55 años, que ingresaron 202 euros más.

Estos datos dibujan una tormenta perfecta de inflación al alza, sueldos reales estancados y vivienda prohibitiva que explica el malestar de parte de la población, para la que ni siquiera tener un trabajo estable garantiza una vida desahogada. También deberían servir como llamada de atención a la clase política, cuya misión más urgente es resolver los problemas de los ciudadanos. No hacerlo supone asumir el riesgo de entrar en una espiral de desafección que abone el terreno para el crecimiento del populismo.

Más información

Archivado En