Vox avanza en Valencia
La ultraderecha aprovecha la dimisión de Mazón para condicionar un nuevo Gobierno o ganar terreno en caso de elecciones anticipadas
La negociación actual entre el PP valenciano y Vox para presentar un candidato a presidente de la Generalitat en sustitución de Carlos Mazón guarda un evidente paralelismo con el pacto exprés que encumbró a este en junio de 2023. Entonces, los populares asumieron buena parte del ideario de la extrema derecha, plasmado en un acuerdo de 50 puntos. Mazón logró entrar en el Palau de la Generalitat, pero la rapidez con que se firmó el pacto, en plena campaña de las generales, y la evidencia de la disposición del PP a otorgar a Vox la iniciativa política en asuntos sociales con tal de llegar al poder, hizo realidad el relato político de Pedro Sánchez, movilizó el voto de la izquierda y lastró las perspectivas de Alberto Núñez Feijóo de llegar La Moncloa.
Ahora, la formación liderada por Santiago Abascal aún cuenta con más bazas a su favor para imponer sus directrices a un PP malherido en el ámbito regional tras sostener durante un año a un presidente convertido en símbolo de la incompetencia. El partido de Núñez Feijóo carece de un referente claro para sustituir a Mazón y necesita con urgencia encontrar una salida al vacío de poder que este deja tras ser obligado a dimitir por la investigación penal sobre la negligente gestión de la dana y la reprobación de las víctimas. Si no hay un pacto para encontrar un candidato, se convocarán elecciones. En cualquier caso, Vox gana.
Los precedentes y la actual coyuntura electoral, desfavorable para el PP y con la posibilidad de incentivar la participación de la izquierda en la comunidad, inducen a pensar que el PP se plegará de nuevo a las exigencias ultras. Estas pasan, sobre todo, por endurecer la política contra los menores migrantes no acompañados y cuestionar el Pacto Verde, que se alcanzó en la Unión Europea impulsado por la presidenta de la Comisión Ursula Von der Leyen (del Partido Popular Europeo). El pasado marzo, en plenas negociaciones con Vox para sacar adelante sus presupuestos, Mazón ya improvisó una declaración para cargar las tintas contra el “dogmatismo climático” y contra el reparto de menores. En vísperas del aniversario de la dana de Valencia, citada como ejemplo de la crisis climática por expertos de todo el mundo, el PP apoyó una resolución de Vox para elaborar estadísticas diferenciadas que reflejen “la cantidad de donantes de sangre existentes” entre “la población sanitaria” y “la población migrante”, entre otras cuestiones. También aprobó dar charlas sobre la caza en los centros escolares. El día de la última manifestación masiva para pedir la dimisión de Mazón, el 26 de octubre, Vox organizó un acto contra un centro de atención temporal de menores migrantes en Valencia. El cierre de estos centros está sobre la mesa.
El futuro inmediato de la Generalitat pasa así por Vox, que se frota las manos al tiempo que tensa la cuerda con sus exigencias. Si se llega a un acuerdo, la extrema derecha visualizará que es una formación responsable que da estabilidad a una comunidad aún traumatizada y en reconstrucción tras la catástrofe que causó 229 muertos; si no hay pacto y se convocan elecciones anticipadas, aspira dar el sorpasso al PP sobre todo en la provincia de Valencia y ser más decisiva que nunca. Valencia puede ser, de nuevo, el laboratorio de la política nacional. La imagen de un PP atado a Vox en asuntos sensibles, o un Vox triunfante en las urnas, afectaría a la credibilidad del partido en Extremadura y en Castilla y León, que también deben ir a elecciones en los próximos meses. Y quizá incluso al PP nacional, como ocurrió hace dos años.
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