Ir al contenido

La Iguana

Ahí estaba Iggy Pop, cantando y corriendo como si tener 78 años fuera algo a lo que alguien pudiera sobreponerse con la dosis correcta de deseo

Rilke escribió que la música podía elevarlo y bajarlo en otro lugar. Eso pasó hace poco en Buenos Aires. “No tiene luz de seguidor”, dijo el hombre con quien vivo. Y no, no tenía luz de seguidor: nada que atenuara las grietas del cuerpo; que hiciera menos impresionantes las huellas de la cojera producida por la escoliosis; que apaciguara el aspecto flojo de la piel. La emanación rubia del pelo se veía hermosa. Yo hubiera querido ver de cerca sus oj...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

Rilke escribió que la música podía elevarlo y bajarlo en otro lugar. Eso pasó hace poco en Buenos Aires. “No tiene luz de seguidor”, dijo el hombre con quien vivo. Y no, no tenía luz de seguidor: nada que atenuara las grietas del cuerpo; que hiciera menos impresionantes las huellas de la cojera producida por la escoliosis; que apaciguara el aspecto flojo de la piel. La emanación rubia del pelo se veía hermosa. Yo hubiera querido ver de cerca sus ojos de lobo blanco. Cuando salió al escenario con el torso desnudo, el hombre con quien vivo tuvo que sentarse, empujado por la emoción, como una bandera que se pliega en señal de respeto. Tres temas aullados desde la azotea del apocalipsis, TV Eye, Raw Power y I Got a Right, me llevaron a los ochenta, cuando me internaba en el pogo, la zona de los recitales más próxima al escenario, envuelta en el peligroso éxtasis de la felicidad. Ahí estaba Iggy Pop, lleno de sangre caliente, cantando y corriendo como si tener 78 años fuera algo a lo que alguien pudiera sobreponerse con la dosis correcta de deseo. Todas las partículas del árbol de la vida se sacudían como anémonas preciosas. Él borraba los días de adormecimiento, las tardes bobas, las preguntas que no deben hacerse. Transfundía sangre vivificada al anestesiado siglo XXI, nos ataviaba de esplendor. Hay un texto de Fabián Casas que habla de su padrino. Dice “vivo pendiente del momento en que va a reencarnar. Ese instante preciso en que va a salir de la multitud de rostros que forman nuestra ciudad y va a caminar hacia mí con mi cara en sus manos”. El pasado reencarnó esa noche, caminó hacia nosotros y nos dijo: “Son lo que siempre fueron: brasas en el corazón del mundo”. Alejandro Crotto escribió: “Pocos cuerpos / acaban lo que todos los espíritus empiezan”. El cuerpo de Iggy Pop obedeció al trabajo de su alma, lo trajo hasta nosotros, nos elevó y nos dejó en otro lugar: en el pasado, cuando el pasado era una fiesta.

Sobre la firma

Más información

Archivado En