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Columna

Houdini contra el horario de invierno

Depende de a qué hora te den una noticia, te puede sonar a música celestial

No sé si lo recuerdan ustedes, porque fue antes del verano, ergo hace cinco siglos (desde la pandemia andamos con la noción del tiempo averiada), pero este año nos quedamos sin corriente un día entero. Digo yo si es por eso que el presidente del Gobierno, quien aquel día no tranquilizó a la opinión pública hasta casi el atardecer (cuando el claroscuro ya jugaba con el ánimo de las familias y el Consejo de Ministros empezaba a parecer un cuadro de Caravaggio), ...

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No sé si lo recuerdan ustedes, porque fue antes del verano, ergo hace cinco siglos (desde la pandemia andamos con la noción del tiempo averiada), pero este año nos quedamos sin corriente un día entero. Digo yo si es por eso que el presidente del Gobierno, quien aquel día no tranquilizó a la opinión pública hasta casi el atardecer (cuando el claroscuro ya jugaba con el ánimo de las familias y el Consejo de Ministros empezaba a parecer un cuadro de Caravaggio), salió ayer a primera hora del lunes a insinuar que nos va a devolver horas de luz.

Debo reconocer que cuando a las ocho de la mañana llegó a mis oídos esa voz de Troy McLure aseverando con solemnidad que “los expertos están de acuerdo en que el cambio horario trastoca los cambios biológicos” iba arrastrando los pies hacia la cocina maldiciendo mi sino currela, de manera que todo lo que decía me sonaba a posibilidad de ampliar horas de sueño y por tanto, a música celestial. Alguien en las redes sociales -ese invento tan radicalmente democrático que da palabra hasta al más pirado del pueblo, que puede ser a la vez el más sabio- le contestó: “Lo que trastoca los ritmos biológicos es no poder pagar el alquiler”.

Mi primer impulso fue pensar que el culo no tiene que ver con las témporas aunque luego admití que es desconcertante que el presidente de un país donde ya se están vendiendo los pisos por habitaciones, se tome la molestia de hablarnos de que en algún momento las dos serán las tres para siempre. Entonces otro repuso: “No será que nos vas a dejar el de invierno…”. Su Sanchidad, parapetado tras un chaleco Azul EU, explicaba con una sonrisa de oreja a oreja que toda la Unión Europea está en sintonía con su postura, porque hace seis años ya todo el Parlamento votó contra andar mareando las manecillas cada seis meses y que él, como el Sísifo de la política continental que es, no va a dejar de empujar hasta que se logre una cosa que ya está lograda. Justo en ese momento comprendí dónde estaba el truco.

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