¿Quién manda en nuestros ordenadores?
Los lectores y las lectoras escriben sobre la obsolescencia en el ‘software’, el asalto a la flotilla de Gaza, el odio en los campos de fútbol y el interés cultural de la vendimia
En poco más de una semana, Microsoft dejará de dar soporte a su sistema operativo Windows 10, dejando a millones de ordenadores obsoletos y vulnerables a posibles ataques. Mi ordenador aún funciona perfectamente, por lo que he decidido instalar una distribución de Linux. Este sistema operativo no solo me proporciona un entorno similar al que ya estaba acostumbrado, sino que también me permite decidir qué instalo, cómo uso mi equipo, así como disfrutar de una personalización imposible hasta ahora. Quizá sea un buen momento para reflexionar sobre cómo empresas externas, ajenas a quienes fabrican nuestros dispositivos informáticos, deciden su obsolescencia.
Alfonso Pérez Sánchez. A Coruña
¡La piratería ha vuelto!
El día 1, la marina israelí, en aguas internacionales, apresa a 44 embarcaciones mayoritariamente europeas y detiene a más de 500 personas. Dos días después, Estados Unidos, en aguas internacionales, hunde una embarcación y liquida a sus cuatro tripulantes, lo mismo que ocurrió anteriormente con otras tres embarcaciones. ¿Esto tiene algo que ver con un mundo democrático en el que teóricamente vivimos?
Emilio González López. Tres Cantos (Madrid)
Estadios, espacios de odio
Recientemente, trabajando en el Estadio Lluís Companys durante el partido de Champions League entre el Barça y el PSG, presencié una situación preocupante. A mi lado, un aficionado no miraba el partido ni animaba a su club: dedicaba toda su atención a insultar a la afición rival con comentarios racistas y despectivos. Al intervenir y advertirle que ese comportamiento no era aceptable, me respondió que si lo expulsaban por decir “cosas a estos monos” se iría orgulloso. Esta actitud evidencia que, actualmente, el fútbol sigue siendo un espacio donde algunos expresan odio más allá del amor por su club. El fútbol debe ser un espacio de pasión y convivencia, no de discriminación. Es necesario actuar con contundencia para erradicar estos comportamientos.
Itziar Rocamora i Letona. Barcelona
La vendimia como cultura
Mi primera vendimia, cerca de mis 70 años, en Villalpardo (Cuenca) ha sido un disfrute y un despertar de emociones poéticas. En el campo, en donde se mantiene el trabajo manual, se oye el viento, el clic clac de las tijeras, el sonido del saltamontes huyendo, a los abejarucos en lo alto, a las urracas enfadadas y al águila vigilándolo todo. El paso del tiempo transcurre allí con orgullo y sin demora, en una tierra vulnerable y amenazada por la planta de gestión de residuos que han colocado allí. A pesar de todo ello, el trabajo continúa mientras sigo sin comprender cómo es que el gran esfuerzo de los vendimiadores carece de visibilidad. Hay mucha responsabilidad en esta labor agrícola, respeto a los paisajes naturales y memoria compartida entre generaciones. Y desde luego, con toda mi admiración por la vendimia, deseo que la valoremos como un preciado Bien de Interés Cultural.
Empar Juan Esteve. Valencia