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La dignidad del alcalde de Londres frente a Trump

El presidente estadounidense, obsesionado con Sadiq Khan, le acusa en su discurso ante la ONU de querer imponer la ley islámica en la capital británica

Sadiq Khan es un hombre menudo, con una mirada limpia y cercana que concentra en su interlocutor para decirle ‘te escucho y me interesa tu argumento’. Se ha convertido en una obsesión personal de Donald Trump, que aprovecha cualquier oportunidad para insultarle. Fue una de las pocas personas a las que llamó por su nombre este martes en su incendiario discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas. Dice el presidente de Estados Unidos que el político laborista ha sido “un terrible alcalde de Londres”, que la ciudad “ha cambiado mucho” y que “quieren imponer ahora en ella la sharía,...

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Sadiq Khan es un hombre menudo, con una mirada limpia y cercana que concentra en su interlocutor para decirle ‘te escucho y me interesa tu argumento’. Se ha convertido en una obsesión personal de Donald Trump, que aprovecha cualquier oportunidad para insultarle. Fue una de las pocas personas a las que llamó por su nombre este martes en su incendiario discurso ante la Asamblea General de Naciones Unidas. Dice el presidente de Estados Unidos que el político laborista ha sido “un terrible alcalde de Londres”, que la ciudad “ha cambiado mucho” y que “quieren imponer ahora en ella la sharía, la ley islámica”.

El feudo particular entre ambos se remonta a finales de 2015, cuando cada uno de ellos se enfrentaba a su propia campaña electoral. Trump aspiraba por primera vez a alcanzar la Casa Blanca. Khan, de ascendencia paquistaní, a hacer historia en la capital británica con un musulmán al frente de su ayuntamiento. Ya entonces, cuando todos los políticos de izquierdas confiaban en que la carrera política del constructor neoyorquino fuera un globo destinado a pincharse, el candidato londinense dijo a la BBC que confiaba en que “Trump perdiera estrepitosamente”.

Pero no fue eso lo que irritó al estadounidense, que se crece cada vez que alguien arremete contra su autoritarismo o desea su fracaso. Fue más bien cuando Trump prometió que prohibiría la entrada al país de los musulmanes, pero que sería magnánimo y haría una excepción con Khan. El alcalde utilizó entonces la palabra que más podía irritar a un político con un ego desbordado: ignorante. “Tu visión del islam es ignorante, y sin darte cuenta les estás haciendo el juego a los extremistas, que nos quieren hacer creer que los valores liberales occidentales son incompatibles con la corriente principal y mayoritaria de musulmanes, y claro que son compatibles”, le respondía Khan a la BBC.

“Hagamos lo dos una prueba de coeficiente de inteligencia”, replicó, con evidente rabia, Trump al presentador Piers Morgan cuando le leyó las palabras de Khan. “No me conoce de nada. Yo le deseé suerte cuando ganó. Ahora mismo es un personaje que ya no me importa nada, pero dile que no me olvidaré de esas declaraciones, que han sido groseras y feas”, advirtió ya el futuro presidente de Estados Unidos.

Desde entonces, no ha perdido ocasión de arremeter contra el alcalde, al que ha acusado de ser la causa de los dos atentados terroristas de 2017, en Borough Market y en London Bridge, o de cada una de las esporádicas olas de violencia callejera que sufre la capital. “Ha hecho una terrible tarea en la lucha contra el terrorismo o contra la criminalidad, si uno mira todas las cosas horribles que han sucedido allí [en Londres]”, dijo Trump en una entrevista previa a su primera visita de Estado al Reino Unido.

Khan llegó a pedir al entonces Gobierno conservador que cancelara esa visita, y comparó el lenguaje que el estadounidense utilizaba en sus actos políticos multitudinarios con el de los “movimientos fascistas del siglo XX”. En su segunda llegada al Reino Unido, invitado esta vez por el Gobierno laborista de Keir Starmer, el alcalde ha decidido taparse la nariz, no sin antes escribir en The Guardian que Trump ha hecho más que nadie por “avivar las llamas de la polarización y de las políticas de extrema derecha por todo el mundo en los últimos años”.

Para muchos votantes de izquierdas, el alcalde representa la dignidad ante un matón como el estadounidense que han echado en falta en el primer ministro Starmer, obsesionado por halagar y cortejar a Trump para salvaguardar la “relación especial” de Londres con Washington. En 2018, Khan dio permiso para que flotara Baby Trump en los cielos de la capital británica. Era una gigantesca figura hinchable que representaba a un Trump en pañales y lloriqueando. Su creador, Leo Murray, no quiso volver a sacarlo en la segunda visita. “Las cosas ya no están para reírse”, explicó. Hoy el estadounidense arrastra junto a su inmenso poder un puñado de vendettas, y la del alcalde Khan ocupa un lugar prioritario.

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