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Estados Unidos sí habla con China

Las conversaciones en Madrid deben interpretarse como una voluntad de no dinamitar los puentes comerciales

Madrid acoge desde el domingo hasta hoy nuevas negociaciones entre Estados Unidos y China en busca de un acuerdo que evite la fragmentación del comercio mundial y recomponga puentes en una relación que lleva años marcada por la desconfianza tecnológica, la guerra arancelaria y la carrera por la hegemonía global. El encuentro es mucho más que una cita bilateral. Es el cuarto cara a cara —tras los celebrados en Ginebra en mayo, Londres en junio y Estocolmo en julio—, reflejo de la importancia de los intereses afectados por la guerra comercial desatada unilateralmente por el presidente de EE UU, Donald Trump, y la constatación del escaso peso de Europa en esta pugna, más allá de albergar estos encuentros.

La política de gestos de Washington con China es muy diferente a la practicada con la Comisión Europea, a cuya presidenta, Ursula von der Leyen, Trump citó en su campo de golf en Escocia para imponer a los productos europeos un arancel del 15% sin ninguna medida equivalente a cambio. Las negociaciones se producen en terreno neutral, a mitad de camino entre los dos países, y las delegaciones han ido pactando diversas prórrogas en estos meses para evitar desatar una guerra comercial a gran escala que no beneficiaría a ninguno de los dos. Desde el primer día, China ha respondido a las bravuconadas de Trump con represalias que amenazaban una escalada arancelaria.

De ahí que los avances en estos encuentros deban interpretarse como la voluntad de evitar la detonación de la gran bomba comercial. Así ha sido en Madrid, donde el secretario de Tesoro de EE UU, Scott Bessent, y el viceprimer ministro chino, He Lifeng, han alcanzado un “marco” sobre la red social TikTok (cuya matriz es china) para que esté bajo control estadounidense. El acuerdo, del que no han trascendido detalles, deberán ratificarlo este viernes por teléfono Trump y el presidente chino, Xi Jinping.

En su primer mandato, Trump intentó obligar a TikTok —que tiene más de 1.500 millones de usuarios activos y 150 millones solo en EE UU— a vender su negocio norteamericano, ante las sospechas de que el Gobierno de Pekín tiene acceso a los datos de los usuarios. Después, el Congreso aprobó una ley que obligaba a esa venta. Todo cambió tras ganar las elecciones. Trump ha declarado que los vídeos de esta plataforma, consumidos por un público joven cuyo apoyo busca mantener, jugaron un importante papel en su elección en 2024 y la Casa Blanca ha abierto una cuenta oficial en esta red. Trump ha ido retrasando la aplicación de la ley en busca del acuerdo anunciado ayer.

Pero las espadas siguen en alto. El pasado viernes, EE UU sumó a 23 compañías chinas a la lista de empresas con limitaciones, con el argumento de que suponen una amenaza para la seguridad de EE UU. Pekín respondía este lunes con una acusación oficial del regulador contra Nvidia, el fabricante de chips más valioso del mundo, por infringir la ley antimonopolio del país. Anteriormente, Trump había vetado la exportación de los semiconductores más avanzados de la compañía a China y le ha impuesto una tasa sobre el grueso de sus ventas. Los chips de Nvidia son fundamentales en la carrera de la inteligencia artificial.

Lo que pueden parecer a primera vista discusiones técnicas son en realidad una disputa estructural por los sectores que definirán el siglo XXI. La economía global necesita que la vía de diálogo entre las dos mayores economías del mundo siga abierta, aunque difícilmente resolverá la rivalidad estratégica entre ambas. Europa, mientras, pone el escenario.

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