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En pelotas

Saltan por los aires el pudor del derecho internacional, la legitimidad de la representación pública y los viejos secretos de Estado

El desnudo es también una indumentaria. Lo explica el cardiólogo dominicano Jochy Herrera en su libro Carne y alma (Huerga & Fierro). La historia del arte ayuda a entender el sentido de las miradas que visten un desnudo. El cuerpo de Eva puede ser un pecado, una bella expresión arquitectónica de la dignidad humana, una imaginación creativa en las máscaras de la vanguardia o una sastrería del mercantilismo publicitario. Los desnudos tienen mucha tela que cortar, tanta como los viejos secretos de Estado. Iba a escribir que los viejos secretos de Estado se visten de desnudo en ...

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El desnudo es también una indumentaria. Lo explica el cardiólogo dominicano Jochy Herrera en su libro Carne y alma (Huerga & Fierro). La historia del arte ayuda a entender el sentido de las miradas que visten un desnudo. El cuerpo de Eva puede ser un pecado, una bella expresión arquitectónica de la dignidad humana, una imaginación creativa en las máscaras de la vanguardia o una sastrería del mercantilismo publicitario. Los desnudos tienen mucha tela que cortar, tanta como los viejos secretos de Estado. Iba a escribir que los viejos secretos de Estado se visten de desnudo en la pelea entre Donald Trump y su amigo Elon Musk, pero la verdad es que las cosas son ya tan vulgares que no podemos hablar de un mundo desnudo, sino de un mundo en pelotas. Esta expresión poco artística pasó del singular, pelota, al plural, pelotas, cuando el protagonismo del pelo en la piel fue sustituido por el imperio redondo de los testículos.

Uno dice que le va a cancelar sus negocios con el Estado. Ya no hace falta cubrir la evidencia de que los millonarios se acercan a la política para hacer negocios. El otro le recuerda que está en una lista de abuso de menores, y tampoco parece ya necesario vestir la colección de acosos, atropellos y corrupciones que pueden encarnarse en el alma de un líder populista vestido de presidente. Así es, soportamos un mundo en el que la gran democracia se ha quedado en pelotas.

Saltan por los aires el pudor del derecho internacional, la legitimidad de la representación pública y los viejos secretos de Estado. Ya se puede ser matón sin necesidad de esconderse en los sinuosos túneles de las conspiraciones que preparaban antes los golpes de Estado o los negocios multinacionales. La piel puede convertirse en el uniforme militar que llena de cadáveres los territorios palestinos o las fronteras de Ucrania. Nos es que el mundo esté desnudo ante nuestros ojos. Es que se ha quedado en pelotas.

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