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Cine de barrio pero sin el barrio

Uno ve una película como abre una novela: sin una madre sosteniendo detrás la bici para que creas que ya sabes andar solo

Cine de Barrio es un programa de nuestra época que emite películas de otra época, de ahí la razón de su existencia: no solo cuenta historias, sino que sabemos, porque se emiten ahí, que esas historias se han rodado en un tiempo distinto y ese también es su valor: asomarnos a entonces, lo que estaba validado y ya no, la benevolencia o estupidez del juicio moral y su repulsa hoy siquiera con verlo, lo cual es un avance. ...

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Cine de Barrio es un programa de nuestra época que emite películas de otra época, de ahí la razón de su existencia: no solo cuenta historias, sino que sabemos, porque se emiten ahí, que esas historias se han rodado en un tiempo distinto y ese también es su valor: asomarnos a entonces, lo que estaba validado y ya no, la benevolencia o estupidez del juicio moral y su repulsa hoy siquiera con verlo, lo cual es un avance. Ahora, RTVE ha anunciado que esas películas tendrán un aviso informativo: “Las circunstancias contenidas en esta película se enmarcan en una época determinada y deben ser entendidas en el contexto social de dicha época”. Un Qué grande es el cine, pero con asteriscos y notas al pie antes de ver la película, o sea Qué grande podría haber sido el cine. Puestos a tomar por tontos a los espectadores, no se aclara a qué época se refiere ni cuáles son esas circunstancias. O se va con todo, parando la película en cada escena para analizarla con una rápida mesa redonda y detallar los antecedentes penales que tendría hoy el director, o mejor pasar la película tal y como está, que ya se hizo en la Transición y terminó aquello como el rosario de la aurora: con una mayoría histórica del PSOE en el 82. Se empieza avisando de que una película se rodó en el franquismo y se acaba alertando de que en Los padres de ella el padre no es el mismo que el asesino de El cabo del miedo, aunque se parezcan. Si uno empieza a profundizar, no termina. Una de las funciones más responsables del cine, y de todo aquello que imagina el ser humano para luego hacerlo público, consiste en depositar la misma hegemonía de la libertad con la que ha creado, y cómo la ha creado, en el espectador. Sin manos condescendientes en el hombro, sin migas de pan en el camino, sin manual de instrucciones, sin carril bici, sin semáforos; uno ve una película como abre una novela: sin una madre sosteniendo detrás la bici para que creas que ya sabes andar solo.

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