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Lecciones de Aitor Esteban, retos del PNV

El nuevo presidente del Partido Nacionalista Vasco tendrá que usar la lucidez que le ha ganado la admiración general como diputado para actualizar una formación de 130 años de historia

En la atmósfera tan emponzoñada de la vida política española, la despedida del portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, ha ofrecido un mensaje que trasciende el detalle humano. Más allá de las coincidencias o discrepancias con sus posiciones, el diputado vasco ha representado lo mejor del parlamentarismo, como así lo han reconocido la mayoría de sus rivales. Por su oratoria, que ha combinado el rigor en los planteamientos con ...

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En la atmósfera tan emponzoñada de la vida política española, la despedida del portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, ha ofrecido un mensaje que trasciende el detalle humano. Más allá de las coincidencias o discrepancias con sus posiciones, el diputado vasco ha representado lo mejor del parlamentarismo, como así lo han reconocido la mayoría de sus rivales. Por su oratoria, que ha combinado el rigor en los planteamientos con un estilo sencillo y comprensible, pero, sobre todo, porque ha demostrado que es posible ejercer la crítica más dura sin faltar al respeto al adversario. Esteban también ha destacado por su capacidad negociadora, que ha contribuido a la estabilidad del país con gobiernos de distinto signo. Su último mensaje al hemiciclo resultó especialmente atinado: una apelación a los jóvenes para que no se dejen vencer por la desafección política.

A sus 62 años, Aitor Esteban va a seguir desempeñando un papel de primer orden en la política española, aunque más discreto que hasta ahora. Su desafío es reanimar y poner al día un partido que ha visto debilitarse un tanto su poder institucional y vive momentos de incertidumbre y de una cierta aprensión. Lo ha evidenciado el proceso que culminó en la asamblea de este fin de semana. El descontento de una parte importante de la militancia se tradujo en el inesperado voto de castigo que empujó al presidente saliente, Andoni Ortuzar, a renunciar a la reelección. Eso, unido a la muy escasa participación en los batzokis (agrupaciones locales), ha incrementado la alarma entre la dirigencia. No son pocas las voces que apuntan a que los mecanismos internos de un partido con 130 años de historia necesitan una urgente actualización para hacerlos más transparentes y participativos.

El PNV ha sido en el último medio siglo la columna vertebral de la política vasca. Desde esa posición ha desplegado una capilaridad que va más allá de las instituciones hasta impregnar toda la sociedad. Esa hegemonía se mantiene, pero está en peligro ante el avance de EH Bildu, causa última de las inquietudes del partido. En las elecciones autonómicas del pasado año, el PNV evitó el sorpasso de la izquierda abertzale, pero el riesgo no se ha esfumado. Sus temores vienen alimentados por el contraste entre un electorado peneuvista envejecido y el empuje de EH Bildu entre las nuevas generaciones, para las que ETA es solo un capítulo en los libros de historia.

En cuanto a la línea política, no cabe esperar grandes cambios. Euskadi vive un momento paradójico: nunca el nacionalismo fue tan mayoritario en su Parlamento autonómico y, a la vez, nunca en los últimos años fue tan bajo el sentimiento independentista entre los vascos. El nuevo líder parece consciente de ese aparente contrasentido y así lo plasmó este domingo en su primer discurso como líder de su partido: nacionalistas sí; pero antes, demócratas y humanistas. “No hay patria que valga la negación de derechos humanos”, enfatizó. Otra demostración de realismo.

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