Conversaciones contra el fanatismo
Trump me confirma en la idea de que el diálogo cultural es la mejor manera de oponernos al regreso de las identidades cerradas
Se pueden amar las tradiciones sin ser tradicionalista. Se puede amar lo propio sin odiar lo ajeno. La vida es una conversación. Conviene recordarlo, ahora que tanto protagonismo tienen las bravuconadas. Yo lo recuerdo con alegría en Nueva York, gracias al Festival de flamenco que Miguel Marín organiza en la ciudad de Donald Trump. Allí recuerdo que Federico García Lorca escribió su Poema del Cante Jondo en 1922, cu...
Se pueden amar las tradiciones sin ser tradicionalista. Se puede amar lo propio sin odiar lo ajeno. La vida es una conversación. Conviene recordarlo, ahora que tanto protagonismo tienen las bravuconadas. Yo lo recuerdo con alegría en Nueva York, gracias al Festival de flamenco que Miguel Marín organiza en la ciudad de Donald Trump. Allí recuerdo que Federico García Lorca escribió su Poema del Cante Jondo en 1922, cuando preparaba con Manuel de Falla otro festival. Publicó el libro en 1931, después de haber conocido la vida en Harlem y de identificarse con la poesía afroamericana en Cuba. Su lectura modernizadora de los cantes populares a través del ultraísmo le había servido para escribir Poeta en Nueva York, poemas que miran desde el surrealismo las tradiciones románticas. Volvió a España y dijo que ser de Granada lo inclinaba a la comprensión simpática de los perseguidos, del gitano, el negro, el judío, el morisco que todos llevamos dentro.
Los departamentos de español en los EE UU están preocupados. Después de hablar con ellos sobre las declaraciones de Trump, sus bulos contra los hispanos y su política del English only, me confirmo en la idea de que el diálogo cultural es la mejor manera de oponernos al regreso fanático de las identidades cerradas. Escucho a Kiki Morente en el Graduate Center y recuerdo las emociones compartidas con su padre. Cuando Leonard Cohen buscó a García Lorca, Enrique Morente llevó sus versiones canadienses al cante jondo, y así nació Omega, la maravilla artística que une la voz flamenca con la música eléctrica de Lagartija Nick.
El mexicano Alfonso Reyes miraba hacia la poesía indígena del Valle de Anáhuac cuando acompañó a Falla y García Lorca mientras buscaban las viejas voces orientales y gitanas. Nosotros buscamos en las conversaciones culturales un remedio contra el fanatismo con el que se adorna hoy la soberbia negociante de los millonarios.