El inglés como lengua oficial de Estados Unidos dificulta el acceso a los servicios públicos a millones de extranjeros
Los defensores de los migrantes denuncian que muchas personas tendrán problemas para solicitar asistencia médica, testificar en tribunales e incluso votar


El acceso a los servicios esenciales como la salud, la educación y la justicia se va a complicar para aquellas personas que no hablan inglés después de que el presidente lo declarara idioma oficial el 1 de marzo por primera vez en la historia. Los impresos para realizar matrículas en las escuelas, conseguir un permiso de conducir y los formularios para solicitar servicios de salud, como Medicare o Medicaid, se ofrecen en varios idiomas para que los entienda todo el público. A partir de ahora ya no será obligatorio, lo que va a perjudicar a los millones de extranjeros que no dominan el inglés.
Desde la Administración se ha vendido la medida como una forma de integrar a los migrantes. Su orden ejecutiva decía que designar el inglés como idioma oficial agilizaría la comunicación, “reforzaría los valores nacionales compartidos y crearía una sociedad más cohesiva y eficiente”. Pero la lectura por parte de los defensores de los migrantes es que forma parte de una política excluyente.
“Estados Unidos siempre será una sociedad multilingüe y multicultural, sin importar cuántas políticas xenófobas intente implementar Donald Trump. No está claro hasta qué punto se aplicará esta vergonzosa orden ejecutiva, pero negar a las personas el derecho a interactuar con agencias gubernamentales y acceder a los servicios a los que tienen derecho en el idioma que hablan causará graves daños no solo a las personas que buscan servicios e información, sino a la sociedad en su conjunto a medida que disminuya la participación cívica”, declaró Murad Awawdeh, presidente de New York Immigration Coalition, en un comunicado.
Aunque no oficial en todo el territorio, el inglés es la lengua predominante y más de una treintena de Estados ya lo habían declarado oficial, entre ellos, algunos con un alto índice de latinos, como California y Florida. Casi el 80% de la población habla solo inglés, y los migrantes tiene que pasar un examen en esa lengua para convertirse en ciudadanos estadounidenses. Pero hay más de 350 lenguas en el país y Alaska y Hawái también han otorgado estatus oficial a varias lenguas nativas. El decreto no obliga a eliminar el uso de otros idiomas en las Administraciones federales, pero les permite prescindir de ellos. Desde el año 2000, todas las oficinas gubernamentales o que recibían fondos federales debían ofrecer los servicios en otras lenguas para servir a los usuarios que no hablaran inglés, según una orden firmada por Bill Clinton durante su presidencia.
Ahora, la designación del inglés como idioma oficial se suma a las varias órdenes que Trump ha firmado que perjudicarán a los extranjeros. El republicano y varios gobernadores del partido conservador han culpado a los migrantes irregulares de aprovecharse de los servicios públicos como la educación y la sanidad y de lastrar las arcas federales, a pesar de que pagan impuestos y apenas acceden a los beneficios. El decreto, sin embargo, no les afectará solo a ellos.

A Priscilla Prado, naturalizada estadounidense, le preocupa cómo le afectará la medida. Originaria de Costa Rica, obtuvo la nacionalidad al casarse con un estadounidense. Aunque tiene nociones de inglés, reconoce que usa el español siempre que le dan la opción. “Esta medida me va a afectar porque cuando necesite algún servicio médico o algún servicio público me va a ser difícil solicitarlo si no hay traductores. No tengo facilidad para comunicarme en inglés y puedo malinterpretar lo que me están diciendo”, reconoce.
La cantidad de personas en Estados Unidos que hablaban un idioma distinto del inglés en sus hogares casi se ha triplicado, pasando de 23,1 millones (aproximadamente uno de cada 10) en 1980, a 67,8 millones (casi uno de cada cinco) en 2019, según los datos más recientes de la Oficina del Censo de Estados Unidos.
La población hispana es el grupo minoritario más numeroso, por lo que el español es el idioma (además del inglés) más hablado en los hogares estadounidenses (62%), doce veces más que los siguientes cuatro idiomas más comunes (chino, tagalo, vietnamita y árabe).
Las organizaciones que defienden los derechos de los latinos han alertado del impacto que va a tener en la comunidad. “Esta acción no es solo una cuestión de lenguaje: es parte de una campaña peligrosa y sin precedentes que busca identificar, vigilar y atacar a las comunidades en función de sus antecedentes y creencias, independientemente de si son ciudadanos estadounidenses o no”, publicó la organización Voto Latino al conocerse la orden.
Latinos, asiáticos y negros
Los latinos no son los únicos preocupados. Los presidentes de tres caucus del Congreso: Adriano Espaillat, del Caucus Hispano; Grace Men, del Caucus del Asia-Pacífico y Yvette Clarke, del Caucus Negro, lanzaron un comunicado conjunto en respuesta al decreto. “¿Qué sucede cuando una persona mayor con un dominio limitado del inglés necesita ayuda para acceder a los beneficios de la Seguridad Social que se ha ganado? ¿O cuándo un hablante no nativo de inglés necesita ayuda para inscribirse en Medicare?”, dijeron. “Trump afirmó que lucharía por los estadounidenses comunes y corrientes. Ha hecho exactamente lo contrario. Esta orden ejecutiva es imprudente y solo sirve para hacerles la vida más difícil a los trabajadores”, protestaron.
Además de las dificultades que la imposición de la lengua puede tener en el acceso a servicios públicos como la sanidad y la educación, existen otros riesgos, como el de no poder testificar en un juicio, denunciar un crimen o ejercer el derecho al voto. En los años setenta y ochenta era común que a los hijos de migrantes se les castigara en la escuela si hablaban otro idioma que no fuera el inglés, por lo que dejaron de usar su lengua materna en beneficio de esta última. Con el paso de los años el multilingüismo ha cobrado importancia y ahora sus hijos intentan aprender un idioma que a los padres les fue vetado.

Bernardo Ferdman, consultor de organizaciones especializado en diversidad, subraya la importancia de conservar las lenguas. “Tiene que ver mucho con la identidad cultural, cuáles son los referentes de uno, quién soy yo, quién somos nosotros o mi grupo. Pedir a la gente que borre estos referentes es como decir que estas identidades no valen. Es lo que está haciendo el Gobierno, tratando de crear la historia de cierto modo, no permitiendo la diversidad”.
Los defensores del decreto de Trump celebran precisamente que se intente homogeneizar a la población con la lengua. Es una lucha que llevan años librando. El último intento de declarar el inglés como lengua oficial fue en 2021, pero también hubo amagos de conseguirlo en la década de los ochenta. Organizaciones como Pro English, que han abogado por la implantación del inglés defienden que se imponga a los migrantes. “El inglés oficial refuerza el mensaje histórico de Estados Unidos a los nuevos inmigrantes: que esperamos que aprendan inglés como primer paso en su asimilación y que estamos comprometidos a garantizar que todos los estadounidenses compartan los beneficios económicos, sociales y políticos de tener un idioma común”, sostienen.
La ventaja de hablar inglés para vivir y trabajar en Estados Unidos no les es ajena a los extranjeros, pero eliminar la posibilidad de comunicarse en otra lengua, dicen los críticos, es contraproducente para su integración en el país de acogida. “Yo entiendo que hay que aprender el idioma del país donde vives, pero no todas las personas tenemos un nivel de aprendizaje igual. A algunos les requiere más tiempo y si nos lo imponen desde que llegamos, resulta muy difícil”, explica Prado.
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