¿Alguien creía que el acoso sexual es de derechas?
La autoridad moral de la izquierda se resquebraja ante casos sórdidos como los protagonizados por Ábalos y Errejón
En la nueva película de Joker, el villano interpretado por Joaquin Phoenix no libra precisamente una lucha gloriosa entre David y Golliat, entre su persona y el sistema, sino solo contra sí mismo. El Joker, encarcelado y admirado por sus crímenes, es presa de su propio personaje engrandecido por la leyenda. Y la persona que encierra querrá crecer, defenderse e imponerse a costa de perder a su novia (Lady Gaga) y las masas de seguidores que ha ido ...
En la nueva película de Joker, el villano interpretado por Joaquin Phoenix no libra precisamente una lucha gloriosa entre David y Golliat, entre su persona y el sistema, sino solo contra sí mismo. El Joker, encarcelado y admirado por sus crímenes, es presa de su propio personaje engrandecido por la leyenda. Y la persona que encierra querrá crecer, defenderse e imponerse a costa de perder a su novia (Lady Gaga) y las masas de seguidores que ha ido acumulando. Y esa lucha entre persona y personaje, divertida en una película de acción, es impresentable como justificación del acoso sexual y comportamientos vejatorios múltiples como los que, presuntamente, han provocado la caída de Íñigo Errejón.
El último superviviente de los que iban a asaltar los cielos se va. Ha caído. Y no precisamente porque no haya logrado cumplir sus objetivos, disminuir la igualdad en España o acercar a los jóvenes a la vivienda deseada, sino por un maltrato machista y sexual que su grupo venía a combatir. ¿Persona o personaje? ¿Qué nos está diciendo Errejón con esa infame justificación que atribuye a las exigencias de estar “en primera línea” sus comportamientos “tóxicos”? Olof Palme caminaba y usaba el transporte público, Angela Merkel encargaba la misma chaqueta en varios colores para simplificar su vestuario, Manuela Carmena también iba en bus y se hacía la comida y ninguno de ellos necesitó imponerse violentamente a nadie como consecuencia de los “ritmos” del poder.
Más allá del Código Penal, la hipocresía es acaso el peor de los delitos en política y aquí la supuesta autoridad moral de la izquierda se estrella contra una realidad sórdida personificada en el José Luis Ábalos que hace abonar el piso de lujo a su pagada pareja o al Errejón que acosa y maltrata, todo ello supuestamente. Si teníamos esa actitud asociada en exclusiva a un Donald Trump carente de principios feministas (él ya ha sido condenado por los pagos para silenciar a una actriz porno), al diputado valenciano de Vox condenado por maltrato o al alcalde popular que acosó sexualmente a Nevenka hasta destruirla, nos equivocábamos. O no queríamos verlo. Porque: ¿quién no ha conocido al cantante progre abusador, al jefe más rojo que nadie que se impone a la becaria en unas copas, al magistrado o al político de izquierdas acusados de violencia de género? Y lo que no sabremos. El maltrato machista no tiene acera. Pero duele más cuando ocurre en la que se alzan las banderas contra él.
En algo sí hemos avanzado en España. El alcalde de Ponferrada recibió el calor de su pueblo, que condenó socialmente a Nevenka, mientras que aquí nadie apoyará a Errejón. Además, Errejón no es el Joker de Joaquin Phoenix y su personajito se diluirá rápidamente en su persona sin asaltar nada más que el infierno.